¡Nunca un precio pleno!

#EscritosDeLaVida

descuentos

Yo tomo todos los descuentos, todas las promociones y beneficios vigentes que están disponibles en el local o restaurante de turno.

No podría hacer otra cosa.

Una suerte de predisposición innegociable me lleva a cargar con todas las tarjetas habidas y por haber, sacarlas de la billetera, y hacerlas jugar como si fueran cartas en los momentos oportunos.

Tarjetas de beneficios por doquier, son un buen arsenal para vérselas con la realidad en momentos claves de consumo.

Algunas permiten descuentos todos los días. Otras, sólo algunos. Y es ahí donde hay que estar atento, porque olvidarse o pagar en efectivo, puede ser un perjuicio económico digno de cualquier torpe que olvidó mostrar la credencial para acceder al beneficio.

Y con esa torpeza, pagó varios pesos más la misma cuenta.

Ese comportamiento de consumidores precavidos parece que ha llegado en los últimos años a la Argentina, y más de un usuario a veces, no siempre, sospechamos de la generosidad de los beneficios por la insana costumbre de ser desconfiados.

Y suponer, o sospechar, que algunos precios han sido modificados.

Elevados.

Sin tener por supuesto, las más de las veces, ninguna certeza que dé lugar a esa desconfianza, que suele emerger como una presunción imaginaria que se vive con mucha convicción.

Del otro lado están los pagadores de precio pleno. Son quienes tal vez contribuyen a financiar esa suerte de subsidios aprovechados por los consumidores voraces de descuentos.

Y aunque uno no sepa muy bien cómo son las cosas, es mejor aprovisionarse con todas las tarjetas y credenciales posibles, para aprovechar los beneficios y evadirnos de alguna manera de numerosos precios plenos que, en ciertas circunstancias, esquilman sin pudor a las víctimas de turno.

 

tapa2 para faceEscritos de la Vida - Juan Valentini