Qué hay detrás de unas noches de Carnaval

#FábricaDeLaCultura

La relación entre cultura y turismo es una articulación que aporta tanto al desarrollo económico como social. Un brasileño llega a Buenos Aires no tanto para conocer al Obelisco, sino más bien por tango, los teatros, el diseño de ropa con cuero, el fútbol y el asado. Todo lo que le gusta de la ciudad está atravesado por eso que nos hace argentinos. La cultura fue el principal atractivo para que ese turista nos elija y será, también, lo que le genere interés por recorrer otras ciudades.

 

Según los datos del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA), celebraciones como Cosquín, la Fiesta de la Vendimia o el Mailín son la actividad cultural que hacen fuertes a las provincias. De ahí que debamos rescatar el rol protagónico que cumplen las fiestas populares como mix entre cultura, turismo y economía.

Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano concentran producciones como la editorial o discográfica, en el resto del país las fiestas son la clave del desarrollo porque dan trabajo gran parte del año a los habitantes de distintos pueblos y, en especial, por las abultadas recaudaciones que alcanzan.

Directa o indirectamente, la cultura incrementa la movilidad del turismo interno y receptivo. Por ejemplo: miles de argentinos viajan para los Carnavales de Gualeguaychú, pero también lo hacen extranjeros que estaban de paso por Buenos Aires.

De hecho, empresas de transporte como Flechabus dispusieron charters especiales con destino al corso. En un mismo día salían y volvían a Retiro. Iban alemanes, franceses, paraguayos y porteños.

Este plus de ingresos también lo explotaron dueños de pizzerías y parrillas que están alrededor del corsódromo. Incluso, los vendedores ambulantes de pelucas, vinchas y espuma que caminaban por el predio.

Los Carnavales, que cerraron sus puertas este primer fin de semana de marzo, recibieron a casi 20 mil personas por noche que pagaron sus tickets y consumieron, felices, el cotillón y las cenas. Se trata de la fiesta popular más importante de Entre Ríos y sus organizadores lo saben. También lo reconocen desde el gobierno local, claro está.

El desafío es claro: se necesitan políticas de Estado que tiendan a articular, coordinar, promover y estimular esta estrecha relación entre cultura y turismo. ¿Por qué? Simple: se trata de un patrimonio inmaterial que nos integra como sociedad y, además, se presenta como una incuestionable contribución al desarrollo autónomo y sustentable de las regiones.