En el espacio nadie puede oírte gritar…

Hoy me toca hablar de dos de las cosas que más me gustan en la vida: videojuegos y películas de terror.

Parece mentira, pero pasaron treinta y cinco años desde que la tripulación del Nostromo aprendió por las malas que subir a su nave a un tipo con un parásito pegado a la cara (por más amigo que fuera) podía ser la peor idea que se les pudiese ocurrir… además de la última.

Cuando a principios de 2014 Sega anunció que estaba trabajando en un nuevo título de Alien, la mayoría pensamos “pero que *excremento de perro*, se viene otro Colonial Marines” y rápidamente nos olvidamos del asunto. Sin embargo, pasó el tiempo y llegó la E3 con novedades de un montón de juegos, incluido aquel patito feo que injustamente habíamos descartado de una. De más está aclarar que el nuevo material sorprendió a muchos (sino no estaría escribiendo esta nota) y nos hizo ilusionarnos otra vez con la idea de una experiencia a la altura de la franquicia.

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Cinco batallas injustamente difíciles

Hasta el más budista zen de los gamers se ha encontrado al menos una vez con un juego tan injustamente difícil que seguramente lo llevo a evaluar el tirar el control de la consola por la ventana o directamente matar a todos los que lo rodeaban, sin motivo aparente.

Los culpables de estos impulsos homicidas son generalmente los denominados “jefes” de un juego (o sea, aquellos personajes que custodian la entrada al próximo nivel y que, como es de esperarse, no nos dejarán pasar sin antes hacernos la vida imposible. Así mismo, entre los “jefes”, quien más se destaca es el último, que nos separa de la meta y, por ende, de completar el juego. Continuar leyendo