El Colecho y el “HIJO BONSAI”

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Por estos días la cuestión de compartir la cama con los padres (colecho) sigue generando mucha polémica. Los defensores de esta práctica entran al asunto con argumentaciones antropológicas, o culturales: el colecho -para este sector- es una práctica común en la India, en muchos otros países, en la historia de la humanidad, etc.   También se menciona que el hombre primitivo compartía el lecho con sus progenitores. Otras argumentaciones se sostienen desde la famosa Teoría del Apego que, en su estructura, plantea cosas muy interesantes en relación a que un bebe, al nacer e ir desarrollándose -y desde una profunda desesperación por sobrevivir- se “pega” se “suelda” (en el territorio físico emocional)  a ese progenitor o cuidador  que le proporciona la seguridad afectiva indispensable para su  buen desarrollo y su supervivencia: comida y amor, un lugar físico. bomzaicolecho-familiar-dormir-feliz-500x307

No olvidemos: el amor se funda en la desesperación por sobrevivir. Y esto vale para padres e hijos: el adulto da vida (amor, comida, ternura)  y trasciende, “se deja a sí mismo en el mundo, proyectado en su hijo”…y, de esta manera  -en el inconsciente-  escapa a la muerte. El niño, “se agarra” a sus salvadores, a sus bomberos que van a su rescate,  pues  -sin ellos-  sin alimentos, sin agua, sin ese amor “que le da forma”, no sobrevive, simple. ¿Difícil la entrada al mundo, verdad? ¿Traumática, no?  Pero, ¿saben qué?, de esa contienda, y de cómo nuestros padres “sepan hacer” con esa y muchas situaciones posteriores en los primeros años, depende, en parte, nuestro destino en las grandes áreas de la vida. Pero bueno, me fui por las ramas, ustedes que ya me leen, saben que es mi forma.

Retomemos: pensemos algunas de las argumentaciones de los talibanes ( por que hay defensores fundamentalistas)  del colecho: lo primero que tenemos que hacer es desidealizar lo cultural, digo: que algo sea “cultural”, no significa que sea positivo o sano para un sujeto incluido en esa sociedad. Algo aceptado hoy culturalmente, mañana es repensado por la pediatría o la psicología y termina mutando, derivando en que, en realidad, no era tan positivo como se pensaba.  Hay decenas de prácticas que son llamadas “parte de la cultura o la identidad de un pueblo” y que son negativas para el buen desarrollo de los niños que viven en esa sociedad, para los animales que viven en esa misma sociedad, etc.

En China  y en algunas otras civilizaciones antiguas, el infanticidio, o los sacrificios totémicos a niños…o la matanza de toros en España, o delfines en Australia,  son  aceptados, son cosas instituidas culturalmente. En algunos sectores, a las niñas las inicia sexualmente el padre, es “cultural” ¿Y? todo bien, mientras no sean ustedes ese toro, ese delfín, esa niñita china o esa adolescente. Es decir: no es un argumento inapelable el decir “en otras culturas se practica colecho naturalmente”. Pongo casos extremos para graficar mejor el asunto, pero hay decenas de acciones cotidianas que se argumentan desde “lo cultural”…y generan mucha angustia o son injustas o son simplemente, de mucha crueldad. Nuestra sociedad tiene decenas de practicas para con los niños que están aceptadas, que se dicen normales,  y producen daño.

En la cuestión del colecho, hay que investigar el desarrollo de emociones, de lo  intelectual, del grado de libertad y autonomía a la que se llega;  de la capacidad vincular que se desarrolla en los niños que han dormido con sus padres durante su infancia, y compararlos, por ejemplo, con otros que hayan tenido su propio lugar dentro de la estructura familiar (cama). Un punto central, que se presenta en los pacientes que han vivido infancias en donde no se han dibujado bien los limites entre lo propio y lo de otros, es en su sexualidad. Muchas veces,  las interferencias de cierta promiscuidad familiar, de la falta de límites y ordenamiento familiar (el colecho es una de ellas)  impacta allí, en la capacidad de gozar  de la sexualidad. Por otro lado, tengamos presente que ciertas normas o costumbres dentro de una estructura familiar, derivan de carencias (económicas y emocionales) de cada círculo familiar. Digo: en muchos lugares el colecho se practica no desde una teoría o  argumento psicológico o pediátrico a partir de razonar y llegar a algun punto: sólo se impone por ignorancia, falta de educación o simplemente pobreza. Y, dato no menor:  todo aquello que desdibuje, lo privado,   favorece el abuso  intrafamiliar, y luego también extrafamiliar,  cuando ese niño sale al mundo y no tiene bien constituida la idea de intimidad de su cuerpo, de su espacio propio, va a estar más expuesto.  Porque pensemos que muchas veces, en las familias donde se realizan estas prácticas también hay otras dinámicas y conductas que van en la línea de suprimir lo propio, lo íntimo, lo privado. Muchas prácticas infantilizantes y que suprimen la intimidad, y que son invasivas. Ejemplos, padres que cambian a sus hijos hasta edades en donde el niño podría ya  hacerlo por sus propios medios, o que los bañan hasta una edad en donde ya no es lo indicado..etc.

La teoría del apego es muy interesante, y ni hablar de cómo la ha enriquecido el psicoanálisis. Por supuesto que los niños precisan mucha “cosa física” (mimos, ternura, cantos, juegos),  mucho vínculo y apego. Pero eso nada tiene que ver con dormir con ellos. Es cierta la tendencia de los bebes a entrar en angustia panicosa: se despiertan y si “no sienten”  la presencia de sus cuidadores cerca, experimentan el vacío/terror. Pero eso se resuelve teniendo la practicuna o catre al lado de la cama , del lado de la mamá, que son 30 centímetros, y que esa mamá/papá ante el llanto repentino y espasmódico de su cría, se incorpora, pone sus manos, su mirada y su voz sobre ese bebe, y este ya se tranquiliza y sigue en sus sueños. No hace falta, y es altamente peligroso (vean estadísticas a donde se les ocurra) el colecho: por el calor, (sobreabrigo) que muchas veces hay en la cama de los padres; porque el niño puede quedar aplastado; porque respira lo que exhalan los padres, porque suelen caerse de la cama (mucho), etc.

Por otro lado, la cama es el primer espacio propio para el niño, su primer territorio conquistado dentro de la organización familiar: “mi cama -mi cama soy YO-”, “la cama de mi hermano”, “la cama de mis padres”. Esos espacios construyen identidad, no lo duden.  Ninguna familia le da la misma importancia al lugar de cada quien en el sillón, o a las sillas en la dinámica familiar, pero sí a la cama. La cama o la practicuna, fundan los primeros esbozos en el orden  de lo público, lo privado, lo mío, lo de otros y, fundamentalmente – en el inconsciente de los niños- la cama de los padres, es la sexualidad de esos padres, es su intimidad, y ahí, queridos lectores, los niños no tiene que estar;  pero no desde un fundamentalismo absurdo: simplemente les traba el desarrollo, les limita su autonomía, su libertad futura.Uno escucha gente , todo el día, las quejas de los adultos por la falta de intimidad en la familia primaria es algo cotidiano, directa indirectamente toda esta cuestion se presenta, quizá desplazada o transformada en sueños, en fantasías, o en síntomas neuróticos, pero se presenta. No es tan fácil dar autoestima, seguridad a los hijos… no pasa por meterlos en la cama.

Hay que ser cuidadosos con esos temas, los niños construyen teorías infantiles y aparte ellos “quieren estar allí”, es lógico, es parte de la cuestión edípica, pero esto no significa que cedamos ante eso.  Por supuesto que esto, nada tiene que ver con esos momentos que todos compartimos en la cama con nuestros hijos mirando una película; o esas siestitas espontáneas que a veces se arman (tomando recaudos) con ellos. Digo, no es que por eso uno produce daño al desarrollo. Pero si se practica como cosa sistemática, a mi criterio si. Y digo todo esto  por muchas más cuestiones teóricas  y prácticas (digo, de mi experiencia diaria) realmente creo…observo, que el colecho… genera dificultades en la vida adulta futura, el padre puede disfrutarlas…pero no es ese el punto.  Y ni hablar cuando el colecho está sostenido desde militancias absurdas y posmodernas o pensamientos de moda: funcionar desde modas y aplicarlas a los hijos  reduce la capacidad de pensar. Aparte, no olviden, que la sexualidad infantil existe, es otra que la adulta, y los niños la experimentan dentro de ese territorio que es su cama, también. El colecho, y más en la epoca de la resolución del complejo de edipo, alrededor de los 5 años,  incrementa la excitación sexual del niño. Son muchas las consultas de niños con diferentes sintomatologías (masturbación compulsiva, terrores desmedidos, miedos, fobias, enuresis ) que derivan de colechar. Vale decir, no solo no da seguridad ni autoestima,  sino que, por el contrario, puede generar miedos desmedidos a la oscuridad, al cuco, enuresis;  a decenas de cosas y síntomas  que tiene que ver con un niño que, al no salir del lecho de los padres, tema a todo lo de afuera, tema cuando esté en su espacio propio,  sin la presencia de los padres.

Yo recomiendo que los niños duerman en el cuarto de los padres, en un catre al lado de la cama matrimonial hasta los 10 meses o año. Hasta que pasa la famosa angustia del octavo mes, digamos. Luego, a su cuarto. Ayudemos a nuestros hijos desde chiquitos a que sientan algo del orden de “su lugar”, de “lo íntimo”.  Esa cama al lado de la nuestra, ese niño que está a sólo 20 o 30 centímetros de nosotros, mediado por una tela de uno de los laterales de la cama, no es nada, y es todo, marca su lugar; o esas camitas que se acoplan sin uno de los laterales a la cama, eso va tambien, la delimitación está presente en ellas.   Es lo simbólico: esa mínima  división, es ya un recorte de sí mismo “Yo y mi lugar”, un “empiezo yo, termina el otro” un “YO, no YO”…lo mío, lo del otro.  Y luego, si ya el niño está en su cuarto y despierta con terror nocturno, habrá que levantarse e ir a cantarles, mimarlos, hasta que vuelvan a conciliar el sueño, nuestra comodidad es, a veces, negativa para nuestros hijos.

Por otro lado, a veces, noto como cierto disfrute narcisista;  como un gusto de provocar que tienen algunas personas en decir: “yo practico colecho”. En esas cosas militancias y provocaciones, veo… neurosis ( intentos fallidos, sintomáticos, de buscar “ser buenos padres” ..eligiendo un camino fácil)  Afirmaciones que esconden cosas más profundas: o culpa o simplemente un acting: son  palabras o acciones dirigidas a vaya uno saber quien. Y ni hablar de los divulgadores que se la pasan diciendo que la infancia es una época de desamparo…y de tragedias…y que el colecho es la salvación al drama de ser niños. No lo veo así. Hay algo trágico relacionado al prolongado período de dependencia que tenemos los humanos; pero la infancia, más allá de la suerte que a cada uno le toque en relación a donde  ”cae en el mundo” (familia) , es un periodo  hermoso de la vida…que puede ser contaminado por nosotros, los adultos, que a veces no pensamos (o pensamos desde dogmas o modas) o creemos que el asunto de ser padres es solo dar amor. No, son muchas otras cosas, límites, modelos, autonomía, capacidad de disfrute (mostrado en nosotros mismos) y demás. ¿ Haces colecho?  Tranqui hermano, hacelo y ya. No pasa nada, sos grande, no hace falta gritarlo.

Hay lugares en donde los niños tienen que sentir que no pueden estar, y ni hablar de los problemas que el colecho trae en el área del erotismo para esa pareja. Allí la cosa es más compleja, pues, muchas veces, los hijos, pasan a ser directamente un argumento (una defensa inconsciente de los padres) para eludir los encuentros sexuales. Y esto se los digo a partir de muchas horas de escucha de pacientes que traen estos asuntos; pacientes y personas lúcidas que, en algún momento, pudieron ver que es, muchas veces, una barrera inconsciente, un escudo, un arma para el desencuentro amoroso.

Los hijos no son nuestros, son del mundo, y hay que prepararlos desde chiquitos para que salgan al exterior, para la exogamia, darles autonomía, brindarles su lugar, sus espacios; no es rechazarlos, es armarlos para que sean personas libres y productivas en el amor, en el trabajo y que puedan circular bien por las instituciones por las cuales van a tener que caminar.  El colecho, a mi criterio y  para muchos, es discapacitante. Si: limita el desarrollo de las capacidades del niño. Y genera o puede generar toda una serie de síntomas. Dejemos que nuestros hijos crezcan, que se ramifiquen, que sean árboles grandes, con follaje. No hagamos de nuestras crías un BONSAI.

Bueno amigos, imaginaran que ingenuo no soy: son temas que desatan pasiones, resistencias inconscientes, ataques: al escribir un texto de estos, se desatan cosas…y los chicaneo un poco, pero no se lo tomen personal, es para empujar el pensamiento: meterse con el edipo es así, corre sangre siempre.  ¿cómo va a ser personal? Ni sus descalificaciones hacia mí, ni mis chicaneos son personales, no nos conocemos, no pasa nada. Dos cosas: la Teoría del Apego, o las diferentes Teorías del Vínculo…no son nada extraordinario o misterioso: solo hablan, describen, lo que cualquier padre con capacidad de amar, de poner  límites- y de suprimirse un poco a sí mismo-…hace naturalmente con sus crías. Digo: esas teorías, y sus libros fundamentales, solo hablan de la importancia de la ternura física y los límites como constructores de subjetividad y de autoestima. Y nada eso tiene que ver con dormir con los hijos amigos, nada.

No hay estudios confiables, y diría que es imposible hacerlos,  o seguimientos de gente, que haya transitado por el colecho y otra que no. Lo que hay son las personas particulares, que muestran las dificultades y trabas que trae en la vida adulta los padres que toman a sus hijos como trofeos y que hacen lo que se les ocurre, por puro narcisismo personal, o por que, en realidad, los que no toleran la angustia de “separarse” de noche con sus hijos, son ellos.

Todo el escrito, es el A B C que cualquier psicólogo  coherente les diría. Es un consenso universal lo de la cama de los padres, y está sostenida desde  solidos conceptos y teorías, pero es muy dificil poner todo en un escrito. Por más que ahora estén de moda otras cosas. Pero los psicólogos tenemos una “ventaja” si quieren, trabajamos exclusivamente con las emociones, los sentimientos y los vínculos humanos…y su historia. Eso nos hace escuchar, mucho, los efectos de todo lo que digo en el escrito. Pero bueno, hay mucha gente imprudente, o personas que, simplemente, viven de decir lo que la gente quiere escuchar, o las modas;  o personas que viven de de ser funcionales a los síntomas de la gente.  Hablan, y se horrorizan ante cosas que pasan todos los días, o que uno, como psicólogo, escucha diariamente. Gente, sentido común. ¿ hay que darle defensas, autoestima, confianza en sí mismo a nuestros hjos? si claro, se trata de eso, pero no la hagan tan fácil, y lo que tambien hay que darles es autonomía, por sobre todo.