Francia 1998: Las convulsiones de Ronaldo y el festejo “Le Bleu”

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Tuvieron que pasar 20 años para que un país anfitrión se vuelva a quedar con la Copa del Mundo. A diferencia de los anteriores, el conjunto dirigido por Aimé Jacquet fue el campeón más honesto de todos los organizadores de la historia. En sus siete presentaciones, los europeos anotaron 13 goles y recibieron sólo 2. Además, los fallos arbitrales no generaron ninguna polémica, dado que fue el equipo consagrado con más expulsiones de todos los tiempos: Marcel Desailly, Zinedine Zidane y Laurent Blanc debieron abandonar el campo de juego por observar la cartulina colorada. La época de los favores se había terminado y el título“galo” fue reconocido por todos los amantes del fútbol.

Festejos

Luego de Estados Unidos ‘94 la FIFA decidió aumentar de 24 a 32 el número de participantes en la Copa del Mundo, divididos en ocho grupos, donde los dos primeros se clasificaron a los octavos de final. En tanto, esta edición fue la única en implementar el “gol de oro” para la definición de los partidos que terminaran igualados en la llave final. Sólo el triunfo de Francia sobre Paraguay (1-0) debió resolverse por esa vía. Fue debut y despedida para un sistema que no daba lugar a la reacción.

Otro de los que se despidió con la finalización del Mundial fue Joao Havelange. Tras 24 años como presidente de la Federación Internacional del Fútbol Asociados, el brasileño le dejó el lugar al suizo Josph Blatter. Un hombre de su riñón que se encargaría de llevar a la cita mundialista por destinos exóticos e inhóspitos para este deporte.

Afiche

Pero en el año 1998, el alguna vez famoso ejército de cigüeñas que fatigaba el espacio aéreo desde París, para distribuir a los bebés del mundo, se centró en la pelota y en un plantel que conformado de grandes figuras. A partir del dúo Zidane – Djorkaeff el combinado local generó grandes emociones a lo largo del certamen, tanto para desequilibrar individualmente, como para asistir a Guivarc’h, Henry, Trezeguet o Dugarry.

El camino hacia la gloria fue un viaje de ida sin escalas: lideró su grupo con puntaje ideal, se llenó de oro ante Paraguay, sufrió por penales con Italia, eliminó a la sorpresiva Croacia y se lució frente al último campeón. “En el Mundial no tengo un sueño, sino un objetivo. Brasil tiene que mostrarle al mundo que estamos capacitados para salir nuevamente primeros” había dicho Ronaldo en la previa de la competición. El astro brasileño tendría que esperar cuatro años más para la consagración.

Cuando la final ya era un recuerdo y los franceses celebraban en la avenida Champs Elysées, la prensa brasileña informó que el galáctico atacante de su país había tenido una fuerte indisposición horas antes de la final y que había sido incluido en el once inicial por la incisiva presión de Nike, marca auspiciante del elenco sudamericano. La versión oficial indica que Ronaldo había sufrido convulsiones la noche anterior al duelo decisivo y que el entrenador Mario Zagallo, respaldado por el médico del plantel, decidió incorporarlo como titular en el último instante antes de salir a la cancha. Tal es así, que Edmundo estaba precalentando para ocupar su lugar. El propio técnico dijo que fue el propio Ronaldo quien le exigió ser de la partida, aunque muchos medios hayan afirmado que la Confederación Brasileña de Fútbol fue la que presionó para que la figura no se pierda el último partido. Diarios de la época aseguran que hubo una discusión entre Zagallo y Texeira en el vestuario del Saint Denis, mientras que la marca deportiva niega su influencia en las decisiones del técnico. “Cuando llegué al estadio estaba bien y tenía ganas de jugar. No sé qué me pasó. Algunos periodistas escribieron que tuve miedo, pero eso es una de las tantas mentiras que escriben sobre mí. Estoy triste por la final, pero la vida vale mucho más”, sentenció el delantero una vez llegado a su país, pero lo único cierto, es que la verdad de los acontecimientos sólo la saben los protagonistas.