¿Y yo dónde miro?

 

El mayor número de siniestros viales acontecen en las ciudades o sus alrededores, debido a la mixtura de tipos de tránsito y sus respectivas velocidades (autos, camiones, peatones, ciclistas, motociclistas, colectivos, etcétera). En los cascos urbanos los lugares más críticos son las esquinas, por no respectar las normas de tránsito, y los más vulnerables (es decir, los que más mueren) son los peatones. Sin embargo, con la masividad de las motos en los últimos años su participación en los siniestros ha aumentado considerablemente, convirtiendonse también los motociclistas en un grupo de riesgo, uno de los motivos por los cuales la tarea de quienes planifican, controlan y educan sobre tránsito se ha tornado más compleja.

En la última década se ha sumado a los problemas de tránsito el uso del celular y otros elementos “distractivos”. Es común cruzarse con un automovilista que hace una maniobra incorrecta y, al fijarse, percatarse de que está usando el teléfono, pero también es cada vez más usual que peatones sean atropellados por estar ellos mismos usando sus celulares. Hasta se les ha puesto un nombre: “peatones tecnológicos”, personas que mandan mensajes de texto, hablan por teléfono y/o escuchan música mientras cruzan calles y avenidas, y que, según la Asociación Luchemos por la Vida,  en Buenos Aires se han triplicado. El uso de estos elementos implica un riesgo para la persona y los demás, por eso preocupa a múltiples vecinos y entidades, generándose campañas como la que hizo la Agencia Nacional de Seguridad Vial en el 2014:

Sin título-1

En este contexto, los municipios deben aplicar estrategias en diversos planos (planificación, infraestructura y equipamiento, educación y concientización, control y sanción) que tiendan hacia una mayor seguridad para los usuarios de la vía pública. La eduación vial debe por eso aplicarse a los vecinos y a los niños en las escuelas, pero también a los propios funcionarios públicos. En caso contrario se corre el riesgo de que se generen situaciones como la que se muestra en las siguientes imágenes, donde el Municipio respondió a la necesidad de colocar semáforos en la intersección de Don Bosco y Alsina, sin embargo parece haber olvidado que en la calle no sólo circulan autos:

Y MI SEMAFOROb

Si venis caminando por Don Bosco en sentido contrario a los autos, literalmente іno ves ningún semáforo!, en especial si venís por la vereda que te queda a la derecha.

2

Si venís caminando en sentido contrario, por mano derecha no hay problema,

NO VEO, QUE LUZ HAYb

ahora… si venís por la izquierda, de nuevo, іdonde tenés que cruzar no ves el semáforo!

¿Cómo se evitan estos errores de distracción y falta de sentido común? Educando, planificando, probando: los sistemas viales se tienen que probar in-situ para saber si están funcionando, esto permite una retroalimentación con mejoras continuas que redundan en una mayor seguridad para todos.

¿Qué pasa sino nos concientizamos de que el peatón también es “tránsito”? Estacionamos el auto, nos disponemos a cruzar la calle, nos distraemos porque nos llegó un wasap, cruzamos la calle leyendo, no prestamos atención al semáforo que no vemos, no vemos que está en rojo, ¿les cuento el resto?

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LA SEGURIDAD VIAL ES RESPONSABILIDAD DE TODOS

¿Ciudades Comestibles en Argentina?

En Argentina, contamos con el Pro Huerta, un un programa del INTA y del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que existe hace más de 20 años. De alcance nacional, el programa cuenta hoy cerca de 624 mil huertas, 130 mil granjas y 3,4 millones de personas involucradas. Se enmarca en la seguridad alimentaria, la capacitación progresiva, la participación solidaria y el acompañamiento a través de la intervención activa del voluntariado y de redes de organizaciones de la sociedad civil. Pero además algunos municipios, la Universidad de Buenos Aires y agrupaciones de ciudadanos desarrollan huertas urbanas en distintos puntos del país.

AAH_8145 Pablo Oliveri

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