Por: María Ana Ventura
En los últimos meses, el papa Francisco dejó en claro que el compromiso ambiental forma parte de su agenda, que debe ser atendido a la par de la problemática social y que debe hacerse de manera urgente.
La encíclica Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común, presentada en mayo, fue su gran declaración de posición. En este documento histórico, escrito por el pontífice, expresó que el calentamiento climático es real y es consecuencia de “el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra“. En este sentido, habla de una “deuda ecológica” dada porque “los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”. Además, que es necesaria la creación de instituciones internacionales fuertes, y el compromiso de los líderes políticos y el sacrificio individual para combatirlo. Por último, llamó a la Iglesia a promover debates científicos honestos acerca del tema.
En su paso por Ecuador, esta semana, retomó la encíclica y llamó la atención sobre la explotación minera. “La explotación de los recursos naturales, tan abundantes en el Ecuador, no debe buscar beneficio inmediato. Ser administradores de esta riqueza, que hemos recibido, nos compromete con la sociedad en su conjunto y con las futuras generaciones”, expresó.
Más allá de las cuestiones de fe, el papa Francisco es un líder global cuyos mensajes tienen un alcance extraordinario y sientan las bases para otras discusiones, como la de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, que pueden tener un impacto real en el mundo entero.
¡Hasta la próxima!
Marian