Qué lío se va a armar…

#ProfetaEnSuTierra

Encontré otra palabra para acercarme a una definición del ministerio del Papa: fidelidad.

A su historia, a su militancia, a su fe y a sus convicciones personales sobre esa fe. Francisco es fiel a lo que fue Jorge: un metódico revoltoso que sabe esperar en un recogido silencio el momento exacto para tocar la cuerda adecuada (economía de fuerzas, que le dicen).

Ayer lo hizo y sin que nadie lo esperara nos puso a vibrar. Ayer, confieso, sentí que me pulsaban el alma cuando S.S. puso en blanco sobre negro sus expectativas de las JMJ: lío

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Así de sencilla es la verdad. Condensa lo complejo como al pasar, descuidadamente, en un pedido simple, hecho como quien no quiere la cosa. Un pedido  humilde y casi en tono infantil: lío.

No parecería necesario aclarar nada más. Pero si, porque siempre rondan los intentos de montar la sencillez de la verdad y adornarla con intereses, ocultándola.

Por eso, antes de seguir (y de embrollarnos), leamos textualmente lo que dijo el Papa:

 “Quisiera decir una cosa. ¿Qué es lo que espero como consecuencia  de la  Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá dentro va a haber lío va a haber, que acá en Río va a haber lío va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!”

Francisco no está haciendo proselitismo.

Es verdad que uno siempre lee las actitudes y las afirmaciones del Papa en clave nacional. Uno busca con desesperación la aplicación política de la doctrina cristiana a la vida del país, sobre todo por los modos y las formas con los que Francisco sella su apostolado, tan orgullosamente argentinos. Pero lo hacemos desde el lugar del compromiso previo, desde la anterior comunión con esos valores. Lo hacemos  porque creemos que nuestro pueblo es el que más necesita recibir ese mensaje de humildad, coraje y solidaridad con el que el Papa machaca sobre la imprescindible vuelta a los valores.

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Ya lo tenemos dicho: que Francisco sea nuestro compatriota es un desafío, no un premio. Es una obligación, no un remanso. Es una invitación, no un permiso. Es un llamado a ocupar nuestro lugar continental, no un buen tema para un spot o un “flyer” por una marcha.

No rebajemos a Francisco a la inmediatez de una coyuntura. Elevemos nosotros el nivel de nuestras convicciones porque el mundo no va a permanecer indiferente ante este Papa y su liderazgo y sería muy triste que nosotros no entendiéramos de qué se trata.

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El revuelo que propicia y pide Francisco es hacernos carne del cambio y ser el cuerpo de una revolución en paz que restituya una red social destruida, siendo testigos de sus valores.

Realmente no creo que S.S. nos esté pidiendo que armemos un lío de comité o un “escandalete” ciudadano. Creo que lo que Francisco condena es una forma de camuflar la política para no hacerla. Una forma de no vivir. Por eso nos pide que vivamos y que hagamos desde la construcción:

¿Somos piedras vivas o indiferentes? ¡Qué cosa fea es un cristiano cansado, indiferente, aburrido! Un cristiano debe ser vivo, feliz de ser cristiano, debe vivir en esta belleza de ser pueblo de Dios, que es la Iglesia”.

Francisco pide una iglesia en la calle y en la calle uno se encuentra, se junta, se amontona, se reconoce. Francisco nos llama a la calle como símbolo del espacio compartido, del otro, de sus ganas y sus necesidades. En la calle está el que no piensa como yo pero que quiere lo mismo.

Ojo que él ya está ahí y somos nosotros los que tenemos que ir a él.

“Pero no se olviden: hagan lío, cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos que son los ancianos y los jóvenes, y no licúen la fe”.

Compromiso. Orgullo y respeto por nuestra identidad. Coherencia en las convicciones. ¿No es esto justamente lo que nos anda faltando?

A veces salir no es fácil, sobre todo si uno sale solo. Pero ahora tenemos la oportunidad de ejercitarnos en este afuera de comunidad. El sábado 27 a las 18 hs. la Catedral Metropolitana va a ser el centro de reunión para acompañar la Vigilia de Francisco en Brasil y se me ocurre que es un buen inicio para salir juntos y reunirnos.

Uno aspira, locamente, a que estemos todos. Pero me gustaría que se arrimaran especialmente quienes no se identifiquen con las creencias católicas o quienes vean en Francisco un adversario político. Tal vez así nos demos cuenta de qué se trata estar en la calle, con el otro.

Va a haber lío, sin duda.

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¿Hay algo más “escandaloso” que ver un cambio histórico desarrollarse humildemente frente a nuestros ojos, con la naturalidad de un milagro?

El sábado 27 a las 18 hs. voy a estar en la Catedral Metropolitana para ver como el milagro sale a la calle.