Francisco, Moby Dick y nuestros políticos.

“El ‘síndrome de Jonás’ no tiene el celo por la conversión del pueblo, busca -me permito la palabra- una santidad de ‘tintorería’, toda hermosa, bien hecha, pero sin aquel celo de ir a predicar al Señor” dijo S.S. Francisco durante la pasada homilía en Santa Marta.

Y dijo más:El Señor le pidió (a Jonás) que fuera a Nínive, y él huye a España. Jonás “tenía las cosas claras”. “La doctrina es ésta, se debe hacer esto y los pecadores que se las arreglen, yo me voy”. Los que viven de acuerdo con este ‘síndrome de Jonás’ Jesús los llama hipócritas, porque ellos no quieren la salvación de la pobre gente, de los ignorantes y pecadores”.

Siguiendo la reflexión de Francisco pero en un marco político y nacional, vemos que el hipócrita no “miente” estrictamente hablando. El hipócrita simula, finge y gesticula una convicción que no tiene.

El hipócrita compra una vida Prêt-a-Portrait sin profundizar en el compromiso previo y espiritual de esa vida.

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2.000 años de revolución

“Las revoluciones se hacen con tiempo o con sangre: si se hacen con sangre, se ahorra tiempo; si se hacen con tiempo, se ahorra sangre”, acostumbraba decir Perón.  La elección es obvia si nos paramos a mirar la disyuntiva desde el humanismo.

La Iglesia Católica (que ha derramado sangre propia y ajena), lleva dos mil años de revolución cristiana, usando al tiempo como materia prima, como si su transcurso no existiera.

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Francisco es la novedad de lo clásico

“No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos” dijo el Papa semanas atrás en una extensa entrevista prolijamente difundida ya, concedida a Civiltà Cattolica.

Esto generó una sorprendente algarabía en medios y grupos tradicionalmente antagónicos de la Iglesia, justamente por estos temas. Una euforia que me parece inexplicable, salvo que en lugar de euforia sea propaganda…

Por las dudas, uno lo dice: Francisco no es el Iphone 6 de la teología. Francisco tiene dos latitas de conserva atadas por un piolín gastado y con eso le sobra para hacernos ver que “para novedad, lo clásico”. Continuar leyendo

Francisco: cura de pueblo, Papa de mundo

Algunos recordarán el personaje Don Camilo, creado por el italiano  Giovannino Guareschi y protagonista de una serie de cuentos y novelas reunidas bajo el sugestivo título de “Pequeño Mundo”.

Literatura italiana de posguerra, la tensión dramática pero siempre risueña está dada por la relación entre Giuseppe “Peppone” Bottazzi, el intendente comunista del pueblo en cuestión y el cura párroco, Don Camilo.

En esa relación, a veces violenta pero leal y franca, Don Camilo siempre logra llevar al bonachón intendente hacia el mismo lugar: el servicio y la humildad. Con una mezcla de “fina política” matizada por arranques de bravura, Don Camilo supera los enfrentamientos por doctrina y consigue trabajar junto a “Peppone” (aunque a los codazos), por el bien común de su “Pequeño Mundo”. Continuar leyendo

Francisco y el pararrayos

“¿Para qué sirve hacer tantas guerras si no somos capaces de dar la guerra contra el mal?” sintetizó Francisco durante la celebración del Ángelus del pasado domingo 8, inmediatamente después de la jornada mundial de ayuno y oración impulsada por él mismo.

Y se extendió por si quedaban dudas: guerra contra el mal significa no a la violencia y no al comercio de armas.

Él es capaz de esa síntesis porque simplifica los términos del conflicto. Los analiza desde la coherencia del que ve la realidad desde un plano de valores humanos. Valores cuya ausencia, precisamente, hacen posible la Mentira.  Francisco tiene, profesa y predica una doctrina. Y ese sustrato moral le permite pararse y gritar a la cara del mundo cuál es el problema.

Francisco hace de sí mismo un pararrayos. Llama la atención y denuncia la Verdad: la guerra es una excusa.

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El Papa “bloguero”

“¿Por qué me gusta estar con los jóvenes? Porque ustedes tienen en su corazón una promesa de esperanza. Ustedes son portadores de esperanza. Ustedes, es verdad, viven en el presente, pero ustedes están mirando hacia el futuro, ustedes son artífices del futuro, constructores del futuro”.

Así empezó Francisco el mensaje dirigido a los jóvenes de la diócesis italiana de Piacenza-Bobbio.

Y siguió: “Convertirse en constructores del futuro. Cuando a mí me dicen: “Pero, Padre, qué feos tiempos éstos… ¡Mira, no se puede hacer nada!”. ¿Cómo no se puede hacer nada? Y explico que ¡se puede hacer tanto! Pero cuando un joven me dice: “¡Qué feos tiempos, éstos, Padre, no se pude hacer nada!”, lo mando del psiquiatra, ¡eh! Porque… es verdad, ¡eh! ¡No se entiende! No se entiende a un joven, a un muchacho, a una muchacha que no quieran hacer una cosa grande, apostar por ideales grandes, grandes para el futuro, ¿no? Después harán lo que puedan, ¿no? Pero la apuesta es por las cosas grandes y bellas”.

Francisco, este hombre mayor, este “viejo”, este representante de las cúpulas eclesiásticas se para frente a los jóvenes y pareciera decirles:

“¡Moléstenme! ¡Moléstennos, que para eso están!” Continuar leyendo

Francisco, de la periferia al centro

“Hay que trabajar de la periferia hacia dentro”. J.D. Perón, Manual de Conducción política.

Casi no hace falta decir nada más porque el paralelo es evidente y se traza por sí solo.

Por prurito personal, aclaro que esto no tiene nada de partidista y obviamente tampoco de proselitismo. Ni Perón ni Francisco necesitan votos…

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Francisco no es un banner

Apenas el Cardenal Bergoglio fue nombrado papa tuve la intuición de un peligro latente.

Más allá de la interpelación nacional que significa un sumo pontífice criollo y de la oportunidad obligada que tiene  la Patria de recuperase como pueblo y como Nación, hoy veo por las reacciones de algunos de mis compatriotas, que lo que prima es esto: Francisco es un peligro.

No por sí mismo. No por la mira que ha puesto en cambios profundos dentro de la Iglesia. No por el nuevo orden geopolítico que propone. No por la espiritualidad viva y por la doctrina de carne y hueso que ejemplifica en su constante machacar sobre la vuelta a Cristo. No.

El peligro de Francisco somos nosotros. Como me decía un amigo los otros días: “temo que no estemos a su altura”.  Continuar leyendo

San Martín, Yrigoyen, Perón, Francisco

La sutil diplomacia celestial a puesto a un papa americano en América por una semana y la geopolítica de los próximos años será la consecuencia de tamaña simplicidad. ¿Los argentinos entenderemos que en eso se nos juega una continuidad ideológica nacional?

Ya mismo Francisco sentó al continente sobre un hormiguero o se lo puso al hombro, como más nos guste.

Una vez más, un compatriota sacude al mundo sacando desde lo más profundo de la espiritualidad palabras sencillas pero que retumban con el eco de esas profundidades. Mientras, la política nacional gasta flashes…

“Cruel en el cartel”, dice el tango. Continuar leyendo