Por: Noelia Schulz
Hoy dedico este texto que escribí hace un tiempo a todas esas madres que, como yo, aprendieron durante años a criticar demasiado sus cuerpos, a ponerlos bajo la lupa hasta el cansancio, a maltratarlos e incluso a odiarlos. Leí hace poquito este post y no pude dejar de pensar en los cientos de miles de mujeres que somos víctimas de esta cadena de injustos mandatos estéticos. Todavía tenemos mucho por desaprender. Ojalá podamos hacerlo por nuestros hijos.
Mi cuerpo es perfecto
Mi cuerpo es perfecto.
Tiene brazos para abrazar, piernas para bailar, pulmones para respirar.
Tiene boca para besar y sonreír, y manos para acariciar y escribir.
Tiene ojos para guiñar y piel para sentir.
Tiene pies para caminar y dedos para hacer cosquillas.
Tiene hombros para prestar consuelo y espalda para soportar reveses.
Tiene oídos para escuchar y lengua para afilar.
Tiene cabeza para soñar, puños para defender y voz para hablar.
Sí, mi cuerpo es perfecto.
Tiene todo lo que necesito.