Por: Noelia Schulz
Descubrí hace poco tiempo que existe un blog donde se celebra ser “mala madre”, que no sólo es un blog difundido por la mayor compañía de medios de comunicación y entretenimiento del mundo, sino que también ha devenido en un grupo multitudinario en redes sociales. Pensé al principio que el título era irónico y que con humor aquel espacio virtual buscaba burlarse (como éste) de los mandatos maternales y sus pesadas cargas.
Sin embargo la lectura de algunos posteos me dejó un sabor amargo y bastante indignación. Quien me lee sabe que no busco la polémica ni ubicarme jamás en ningún pedestal. Lejos estoy de enfrentarme a otras madres y a sus elecciones. Por el contrario, promuevo el respeto, la escucha y la libertad de opinión. ¿Dónde trazo el límite? Bueno, acá mismo: cuando descubro que los derechos de los niños se ven claramente vulnerados.
Porque no hablamos de simples opiniones, ni de comenzar la alimentación complementaria con manzana o banana, ni de si está bien dejar al bebé con los abuelos para salir dos horas ni mucho menos de algún debate improductivo sobre marcas de pañales. Estamos hablando de maltrato infantil. Simple. El maltrato infantil es un delito.
¿Por qué hago esta dura acusación? Porque he leído atrocidades donde, en pos de la supuesta “educación” y del “cansancio parental” se avalan, defienden y difunden “métodos” como los golpes físicos y el maltrato psicológico (ignorar, dejar llorar sin consuelo, obligar a comer).
Los derechos de los niños están protegidos en Argentina por la Ley Nacional de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, y tienen su correlato en todo Latinoamérica dado que se enmarcan bajo el Derecho Internacional, la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional de las Naciones Unidas a través del cual se enfatiza que los niños tienen los mismos derechos que los adultos.
¿Sorprendidos? ¿A alguien se le ocurriría utilizar “correctivos” similares en un adulto?
Pero como soy una eterna optimista y creo que de todo lo malo siempre podemos sacar algo bueno hoy quiero crear Buenas Madres Social Club.
Y no. No es que de pronto me creí la madre perfecta (espero no serlo nunca porque lo encuentro sumamente aburrido), sólo me gustaría dar un pequeño marco a mi idea citando nada más ni nada menos que a Winnicott.
El Dr. Donald Winnicott (pediatra y psicoanalista inglés) acuñó el concepto de “madre suficientemente buena” en el año 1951. Lo que se planteaba es que la madre suficientemente buena es necesaria para el buen desarrollo de todo bebé. ¿Y quién es una madre suficientemente buena? Es aquella que se adapta activamente a las necesidades del bebé y que va disminuyendo poco a poco esta adaptación a medida que este niño va creciendo y va siendo capaz de tolerar los resultados de la frustración. ¿Qué es frustración para un bebé? Frustración se llama a la sensación que surge cuando una necesidad no es satisfecha. (1)
¿Por qué somos buenas madres, entonces?
Ante todo amamos a nuestros hijos. Winnicott también decía que “todas las cosas que hace por amor al bebé penetran en él igual que el alimento”. Yo digo que no importa la edad. A cualquier edad todo ser humano merece contención, respeto y amor.
Porque creemos en una crianza no violenta y respetamos los Derechos del Niño: su integridad, su opinión, su desarrollo personal, su dignidad, su intimidad, su identidad, su salud, su libertad y su derecho a la igualdad, entre muchos otros.
Porque nos ponemos en el lugar de nuestros hijos, intentando entender sus emociones y necesidades. Empatizar no siempre es fácil, pero sí necesario. Por eso revemos los conceptos de “caprichos”, “berrinches” y tantas otras palabras negativas que se usan con liviandad cuando a la infancia respecta.
Porque no vemos a la familia como un campo de batalla donde alguien tiene que imponerse y ganar, sino como un trabajo en equipo donde todos los miembros aprenden y comparten. Y esto no significa que somos permisivas o que no transmitimos normas y valores.
Porque no nos rendimos. Podemos equivocarnos cientos de veces, y lo vamos a hacer porque somos humanas, pero siempre tendremos la convicción de buscar el equilibrio, pedir perdón y salir adelante. Con deficiencias y con virtudes, con altibajos y con certezas.
Porque podemos reírnos de todo: de las situaciones, de nosotras mismas y hasta de lo que anoche nos hizo llorar. Pero jamás a costa de ellos. Ridiculizar, etiquetar o avergonzar a nuestros hijos no forma parte de ninguna forma sana de humor.
Porque no perdemos nuestra identidad por ser madres y no somos mejores ni peores por trabajar afuera o tener espacios personales. Es una elección de cada una. Nuestra maternidad no es una pérdida, sino una adición.
Porque nos acompañamos entre mujeres. Con respeto, sin juzgar, aprendiendo de la experiencia ajena y dentro de un marco de tolerancia y armonía.
Si estas palabras tienen sentido para vos, ¡estás invitada! Te espero en Buenas Madres Social Club.
Referencias bibliográficas: Blog Pulsión Psi
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