“No sé que hacen cuando no cantan pero sé que cantan bien y hacen muy buena música”- le respondí en una carta a un preso politico compañero de mi padre, con quien también intercambiaba epístola, el cual me había pedido en una misiva que le escribiese la letra de alguna canción de Silvio Rodríguez, a lo cual más como una declaración de gustos que por la imposibilidad de hacerlo, le contesté que no escuchaba la Nueva Trova, sino que me gustaba el rock, Grand Funk , Hendrix y Led Zeppelin, y también los Bee Gees, un grupo pop de moda, le pregunté si los conocía, a lo que me había contestado que no se metía en mis gustos pero que esos por lo general eran drogadictos antisociales y en su mayoría afeminados.
Estaba acostumbrado a escuchar una apreciación similar en casi todos los medios que me rodeaban excepto mis amigos, pero no dejó de chocarme que personas que habían llegado tan lejos luchando contra una sociedad que creían injusta y enmohecida, tratasen de esa forma a un movimiento contestatario que con ahínco se había opuesto al costado cruel del sistema, aportando además una serie de reclamos y logros de pequeñas y enormes libertades individuales.
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