Es Domingo a media tarde, cuando el fin de semana comienza a mostrar el tenor de su final, y aún coletea en toda mi fisonomía sin manera de que me pueda deshacer durante una hora entera de ella, la ambigua sensación que me dejó como sedimento una repentina polémica, en la que ayer un amigo de otrora me sumergió sin previo aviso en las redes sociales, de manera sorpresiva.
Tengo amigos que vivieron en Cuba muchos años también como familiares de exiliados, que mientras vivían allá se pasaban la vida intentando recordar a todos alrededor por todos los medios al alcance que ellos pertenecían al sector “extranjeros”, hacían denodados esfuerzos por dejar patente que no habían sido devorados por el monstruo embajador del mal gusto, la “chealdad” en criollo, que tan aplicadamente había conseguido alimentar el establishment pretendidamente proletario y anti burgués, en todo el área eufemísticamente denominada “socialista”.
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