El, desparramado en el sillón del living, buscando qué ver en Netflix.
La búsqueda lo obsesiona, no quiere dejarse influenciar por la gráfica de las películas. Mira por la ventana como si el estado del clima le indicara que tipo de película debería ver. Hay una de un soldado que a pesar de las mutilaciones que sufre en combate, se carga ciento cincuenta japoneses. Hay otra de un tipo que inventa una pastilla que lo teletransporta a un momento aleatorio del Siglo XVI como una ramake de “El túnel del tiempo”. Piensa que las de Ben Stiller y Adam Sandler son todas iguales.
Pero de pronto recuerda que varios amigos le recomendaron que empiece a mirar una serie que está buenísima; hasta que, después de varios minutos de vacilaciones, se decide por el primer capítulo de la primer temporada de “House of card”. Se dispone a disfrutar de ese momento de intimidad que se llama “ahora estoy conmigo mismo un par de horitas después de la terrible semana que tuve”, hasta que escucha una voz dulce y aflautada que pregunta: Continuar leyendo