No se miraban demasiado porque para ellos mirarse era una forma de hablar. Y esa mirada los nombraba, era una mirada con voz propia. Para hacerse oír. Una mirada que no pensaba, se paraba en un rincón de la casa viendo pasar lo que pensaba, pero sin pensar lo que veía (1) y cuando los visitaba en un sueño les decía que si, que ella les mentía; y que mientras les mentía les iba diciendo lo que no podían escuchar. Les subtitulaba la verdad porque entre mentira y mentira, les decía la verdad entre líneas. Continuar leyendo
46. La mirada y la mentira
“Es gibt nichts realer als eine Lüge”. (“No hay nada más verdadero que una mentira”). F.L, 1999