Qué decir en esos momentos donde la palabra no aparece por ningún lado. Cuando el chamuyo se agota y el silencio dura más de lo esperable.
Ya la remaste, avanzaste casilleros. Las puertas se fueron abriendo como el portón de un estadio. El beso resultó bonito, las manos eran como te las imaginabas, se rió cuando se tenía que reír y puso gesto adusto cuando le hablabas de lo que pasa en tu casa. No sobró ningún codo, los ojos tuvieron esa sincronicidad de humedecimiento, no roncó y cuando hablaban de la vida, emergía de ambos, una simultaneidad guionística. Ocho en aliento, nueve en pilcha, siete en profundidad de pensamiento, nueve en simpatía con tus amigos, siete en escabio y ocho en silencios oportunos. Joya! Continuar leyendo