6. El chamuyo de los últimos metros

#AmoresTóxicos

Qué decir en esos momentos donde la palabra no aparece por ningún lado. Cuando el chamuyo se agota y el silencio dura más de lo esperable.

Ya la remaste, avanzaste casilleros. Las puertas se fueron abriendo como el portón de un estadio. El beso resultó bonito, las manos eran como te las imaginabas, se rió cuando se tenía que reír y puso gesto adusto cuando le hablabas de lo que pasa en tu casa. No sobró ningún codo, los ojos tuvieron esa sincronicidad de humedecimiento, no roncó y cuando hablaban de la vida, emergía de ambos, una simultaneidad guionística. Ocho en aliento, nueve en pilcha, siete en profundidad de pensamiento, nueve en simpatía con tus amigos, siete en escabio y ocho en silencios oportunos. Joya!

Encontraron, espontáneamente, que había muchas cosas en las que no coincidían pero ninguno de los dos las uso como un ataque a la diferencia de criterios. Al contrario, el otro era en ese momento un dulce misterio, una oportunidad para el asombro. Podrían compartir algunos recitales y algunas películas. (Hay películas que se ven en pareja y otras que no, no insistan las parejas que pretenden hacer tooodo con el pobre otro).

Pero qué decir en los últimos metros, cómo rematar la velada sin arruinar esa extraña armonía. Si pelás Neruda la cagas, Cortázar ya llegó a los sobrecitos de azúcar. Benedetti quedó pegado a Nacha Guevara y suena muy soprano y a los poetas malditos ni los nombres –por lo menos en esta etapa-. En fin, si tenés buena memoria tal vez esto pueda servirte.

En 1987 se estrenó la película Der Himmel über Berlin, conocida también en español como Las alas del deseo, dirigida por Wim Wenders.

El argumento trata de dos ángeles (Bruno Ganz y Otto Sander) que patrullan la ciudad observando el mundo de Berlín. Ellos pueden ver y escuchar lo que la gente dice y piensa, pero no pueden cambiar la vida de los hombres ni darse a conocer (son invisibles), sólo pueden aliviarles el dolor en pequeñas dosis. Uno de ellos, Damiel (con eme) es un poco enamoradizo y está dispuesto a perder su condición de inmortal por el amor de una muchacha. Es ahí donde conoce a Marion, una trapecista, que busca a un hombre capaz de brindarle el amor que necesita.

El tema es el monólogo que ella hace al final cuando Damiel por fin se humaniza. La escena transcurre en un bar y este texto ha sido usado por muchas parejas para leer a viva voz el día de su boda. Dicen que al 84% les fue mal y el 16% restante lo está pensando.

Ese día, en ese bar, ella le dice:

“Algún día tiene que ser en serio. He estado muy sola, pero nunca he vivido sola. Cuando estaba con alguien solía estar contenta, pero al mismo tiempo todo me parecía casual. Estas personas eran mis padres pero podrían haber sido otros. ¿Por qué mi hermano era el de los ojos marrones y no el de los ojos verdes, del andén de enfrente? La hija del taxista era mi amiga, pero igual podría haber rodeado con mi brazo el cuello de un caballo. Estaba con un hombre, estaba enamorada y lo mismo podría haberlo dejado plantado y haber seguido al extraño que nos cruzamos en la calle.

Mírame o no me mires. Dame la mano o no me la des. No, no me des la mano y aparta tu mirada de mí.

Creo que esta noche hay luna nueva: ninguna noche más serena, ninguna sangre correrá en toda la ciudad. Nunca he jugado con alguien y sin embargo nunca he abierto los ojos y he pensado: ahora va en serio. Ahora al fin irá en serio. Así han ido pasando mis años. ¿Sólo yo era tan poco seria? ¿Eran tan poco serios los tiempos? Nunca fui solitaria, ni cuando estaba sola ni con otros. Pero me habría gustado al fin ser solitaria. Soledad quiere decir: al fin estoy entera. Ahora puedo decirlo porque al fin esta noche soy solitaria. 

Hay que acabar con el azar. Luna nueva de la decisión. No sé si hay un destino, pero hay una decisión: decídete. Ahora nosotros somos el tiempo. No sólo la ciudad entera, el mundo entero forma parte ahora mismo en nuestra decisión. Ahora los dos somos más que sólo dos. Nosotros encarnamos algo. Estamos sentados en la plaza del pueblo y toda la plaza está llena de gente que anhela lo mismo que nosotros. Nosotros decidimos el juego por todos. Estoy lista, ahora es tu turno. Tienes el juego en tus manos. Ahora o nunca. Me necesitas y me necesitarás. No hay historia mayor que la nuestra, la del hombre y la mujer. Será una historia de gigantes, invisibles, transmisibles, una historia de nuevos ancestros. Mira mis ojos, son la imagen de la necesidad, del futuro de todos en la plaza. Anoche soñé con un desconocido, con mi hombre. Sólo con él podía ser solitaria. Abrirme a él, toda abierta, toda para él, acogiéndolo entero como un todo dentro de mí, rodeándole con el laberinto de la dicha común. Lo sé, eres tú.”

http://www.youtube.com/watch?v=8lXeTSW0lW4&feature=fvst

 

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C.C.C. (Compartan, Comenten y Critiquen)