A pesar de las peleas que tenés con el destino, de los berrinches con la noche y de la discusión con los fantasmas, a la larga te vas acostumbrando. El cuerpo se adelanta al cuerpo, tiene una sabiduría anodina que muy pocos saben interpretar. El cuerpo va llegando y te espera, sabe de paciencia y se desparrama en la vida cotidiana como un águila que cuida su nido. ¿Quién anida a quién? Continuar leyendo