La bicicleta un relámpago

Me levante corriendo en la parte de respiración Ujjayi de la clase de yoga. Me parece incómodo salir a la calle en calzas pero pensé “no hay tiempo!!”, hice un bollito con el jean y abrí la puerta despacito.  Adri estaba de espaladas. Cerré también despacito, me trepé a la bicicleta y pedalié con todas mis fuerzas. Hice fragmentos de nam myoho rengue kyo, respiraba fuerte, hacía ruidos, no me preocupaban los autos que venían de frente, los pozos o los cordones los agarraba fuerte “qué tarada” me repetía. La imagen de mi perro encerrado en la cocina, el agua hirviendo con las habas quemadas, el fondo se empieza a poner negro, ¿qué va a empezar a quemar el fuego cuándo no le quedé más olla?. Desde algún lado una alarma de camión de bomberos o de policía era lo único que escuchaba.

Llegué  a la puerta de casa, desde afuera todo parecía normal. El piso 16, visto desde abajo, tranqui. El ascensor en planta baja. La respiración un poco normal otra vez.

Tiró la bicicleta en el pasillo, abró, las ventanas del departamento todas empañadas, la luz de las estrellas o las eléctricas de la calle y las demás casas iluminándolo todo. Vapor pesado de olor a habas. Prendó la luz, el perro está intacto, agitado como siempre que se quedá solo y ladra y trata de romper lo poco que le queda a mano. Todavía queda mucha agua en la olla, ni siquiera están tiernas las habas. Abrazo a mi perro, lo amo. No voy a volver a ser tan idiota.

Victoria Baraga para Album

Hacer Album fue querer compartir lo que es andar en bici, a través de las sensaciones. No se alcanzaba a explicarlas solo con palabras. Algunas personas se sienten más cómodas expresándose en palabras escritas, otras en palabras contadas, o con fotos, ilustraciones, por computadora, a mano. Y también del otro lado, para todas estas alternativas, están quienes entienden el movimiento de una manera preferida.

Album era compartir y contagiar y generar ganas de salir a la calle en bici y estar sonriendo en vez de apretado y atascado en un transporte público. Eso es lo que nos parecía. Subte, colectivo, auto, tren, también tienen un montón de bendiciones, quizás se armen sus álbumes en algún momento (quizás ya existan).
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Pedaleando por la ciudad

Cuando tenía 14 años me mudé a un barrio tranquilo. Como siempre quise: ¡podía ir al colegio en bicicleta!

Iba por la calle de al lado de la vías del tren y entre árboles que formaban techos de ramas, pasaba por casas que me encantaba mirar (me re gusta cuando se puede ver por las ventanas adentro de las casas y los departamentos).
Hacía el mismo recorrido que hace el chico de la película “Nadar Solo”.

Después, viviendo otra vez en Capital la bici dejó de ser el transporte diario. Me acostumbré a la rutina de viajar apretada en subtes y colectivos.

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