Son tres amigos músicos que pueden vivir de lo que les gusta. Eso sí, no se dedican a una sola cosa: hacen malabares para atender distintos proyectos al mismo tiempo. Es un esfuerzo que no sólo les sirve para “pagar la luz” sino, también, darse el lujo de bucear en lo artístico.
“Tener otros frentes, otros trabajos, nos da la posibilidad de hacer en Tremor lo que se nos cante”, confiesan.