No conozco ni a una sola persona a la que no le gusten los ninjas. Debe ser la profesión con mayor nivel de aceptación en la historia de la humanidad. Los tipos te pueden matar veinte veces antes que te des cuenta y lo único en lo que tu obnubilada mente puede pensar es “Genial… Me gustaría ser como ellos”. La razón es sencilla: todos queremos ser el más malo de la cuadra y ser admirados tanto por amigos como por enemigos. El problema es que para cumplir con esa expresión momentánea de deseo, uno tendría que entrenar toda la vida y olvidarse de cuestiones como trabajar, formar una familia o estar tirado viendo la maratón de “The Walking Dead” con un cuarto de helado de crema del cielo bajo el brazo (que imágen… Al menos los zombies caminan).