PRODUCTIVIDAD | 7 hábitos del tiempo libre de la gente que tiene éxito

1975336-7201-atm14La gente de éxito adopta algunos hábitos que resultan ser muy saludables para su tiempo libre, especialmente en los fines de semana o feriados.

Debido a que durante la semana por lo general están con agendas muy completas, parte de su estrategia personal y profesional es dedicarse tiempo de calidad para sí mismos y los suyos.

También aprovechan los viajes y tiempos sin actividades para desarrollar rutinas productivas en pro de un mayor equilibrio entre el trabajo y su vida privada.

Aquí van siete hábitos que se han comprobado que realmente funcionan, y que quizás también puedas adoptar y probar:

 

 1)      Ganar en calidad: dedicar tiempo de mayor calidad para sus seres queridos, y para ellos mismos, es la prioridad. Un buen masaje, dormir sin horario, hacer un deporte o alguna actividad manual o recreativa, los saca de su ámbito habitual y les permite reconectarse. Jugar con sus niños, sobrinos o nietos; disfrutar de su pareja o de su tiempo en soledad; estar con amigos, preparar un asado o cualquier otra tarea que produzca un verdadero placer, son parte de esta forma de re equilibrar su energía y de cargar las pilas.

2)      Vestir cómodamente: esto incluye quitarse los zapatos y cualquier forma de vestimenta que se utilice en el tiempo profesional. Suelen caminar descalzos en la casa, en el césped o  en un parque y utilizan ropa sencilla, alejada de los convencionalismos que suelen regir su trabajo.

3)      Desconectan sus dispositivos móviles y computadoras: en lo posible restringen al mínimo el uso de la tecnología relacionada con fines laborales. Muchos altos ejecutivos con los que he trabajado adoptaron una línea de teléfono móvil personal, y otra para temas de trabajo. De esta forma pueden convivir con mayor libertad entre los dos mundos. También dejan de sincronizar los correos electrónicos en el teléfono o la tableta. Muchos de ellos, se pusieron un horario de media hora durante el fin de semana o feriados, para, exclusivamente en ese bloque, conectarse por cualquier urgencia. Y otra forma altamente efectiva es que sus más directos colaboradores sepan y respeten su tiempo libre: esto incluye entrenarlos en que no lo llamen salvo verdaderas emergencias, y que, en caso de tener que hacerlo, sigan algún protocolo convenido –por ejemplo, un llamado de alerta, y a los 5 minutos, el llamado real para hablar-. De esta manera, ambas partes saben que deben abordar algo en forma impostergable.

4)      Leer, ver cine, teatro y disfrutar de cualquier expresión artística: los fines de semana, sin armar un programa demasiado fijo, se hacen espacio para escuchar música, avanzar en un libro favorito, ir a ver esa nueva obra de teatro que le recomendaron o una muestra de arte. Como parte de su proceso de desconexión de lo profesional, dejan invadirse por los estímulos que produce el arte y la cultura. Cada uno sabe lo que le gusta, y acuerda con su familia o sus seres queridos la forma en que podrán compartir este tiempo.

5)      En los aviones o viajes: con muchos aeropuertos, esperas, tránsito pesado, han desarrollado ciertas rutinas: algunos toman clases de canto y aprovechan a practicar en esos momentos. Otros, desarrollan un hobby (la fotografía está entre los más recurrentes) y vuelcan esa pasión en un blog, página web o sus redes sociales, sólo por placer. En estos casos, la descripción de su perfil es sólo a título personal, despojado del rol que cumple en el trabajo, y sólo se enfoca en compartir parte de su mundo privado con otras personas y seguidores.

6)      Destina un 10% de su tiempo a dar servicio: más allá de colaborar activamente con ciertas causas de bien público, suelen alternar en fines de semana la visita a algún proyecto de caridad en el que participan. Juntan ropa, juguetes e insumos entre los vecinos del barrio y suele ser el líder –o bien, el colaborador último de la fila- para acercar los donativos. También promueve el bien común, el entendimiento entre círculos que no son los del trabajo, y motiva a otros: un alto ejecutivo muy exitoso con el que trabajé por cuatro años haciendo un programa de coaching, pasó a tener su propio vivero y atenderlo personalmente unas horas los sábados; y otro, a dar clases de basquetbol a niños carenciados. Todo es cuestión de ingeniárselas para disfrutar, pasarla bien, y, a la vez, ir dejando huella en el mundo.

7)      Amigos y seres queridos: con agendas apretadas, suele ser el anfitrión de algún encuentro especial los fines de semana. Se relaciona con poca gente, pero de calidad. Lejos quedó la época de reuniones multitudinarias: ahora prefiere dos o tres personas, con quienes puede ser quien es en esencia y no debe mostrar ningún personaje, título o jerarquía. Esta rutina de los amigos, sobre todo en ciertas culturas donde los encuentros vivenciales no son tan alentados como en otras, son clave para desarrollar la autoestima, el valor del afecto y del cariño, la compasión por lo que puede estar pasando ese amigo, y la mano abierta y calurosa al abrazo compartido. Y todo, sin ningún tipo de formalismos.

Para concluir, es importante tener en cuenta que esto sólo puede lograrse con una efectiva administración del tiempo durante la semana. En caso de no hacerlo, se corre el riesgo que la tensión que produce el hecho de tener muchas cosas pendientes, termine por ocupar un gran espacio en su mente, que no le permita a las personas exitosas desconectarse efectivamente. Por eso, el seguir un orden, llevar una agenda, contemplar pequeños tiempos de descanso entre la jornada laboral, intentar no tener almuerzos o cenas de trabajo para facilitar los procesos digestivos apropiadamente, e incluir una rutina de ejercicio físico, son también determinantes para que, el fin de semana, por fin, puedan dedicarse a descansar y a recobrar fuerza para la semana.

 

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#COACHING – Las 10 claves para entender qué es y cómo puede crecer tu empresa y profesión

images3Desde su origen en el mundo deportivo, un “coach” es un entrenador de aquellas habilidades que pueden descubrirse o potenciarse. Así, aplicado a las empresas pequeñas, medianas y grandes, y a profesionales de todas las disciplinas, el coaching se convierte en una disciplina esencial para el desarrollo del talento humano.

La motivación y el liderazgo son sólo algunos de los aspectos que se abordan; también se elaboran en conjunto entre el coach y el “coache” (cliente que se beneficia con los servicios de un coach profesional) o los grupos de personas de una organización, los planes, estrategias y metodologías para alcanzar las metas que se buscan en lo individual y de conjunto.

Desde el trabajo que realizo, basado en la experiencia como ejecutivo de empresas nacionales y multinacionales, y entrenador de miles de personas en más de 18 países, sé que muchas veces se presentan algunos aspectos confusos respecto a los alcances del coaching.

Algunas personas piensan que es la solución mágica a todos los problemas que puede atravesar un profesional u organización. Sin embargo, la tarea –al menos desde la metodología que llevo adelante y que propongo a los clientes- es ir a la raíz de los temas a mejorar, y, desde allí, “modular” juntos un camino por lo general acotado, acompañando el proceso de descubrir + reconocer + madurar + ajustar + cambiar y, finalmente, medir los resultados en forma tangible y concreta.

El coaching es una disciplina que puede aplicarse a todos los ámbitos de la existencia; en mi caso, el enfoque –sin dejar de lado los aspectos personales-, me he especializado en promover el desarrollo de habilidades para empresas y profesionales de todos los ámbitos.

Aquí van 10 claves para conocer más sobre cómo puede ayudarte el coaching para afianzar y hacer crecer tu empresa y tu carrera profesional.

1. Contexto: muy rápidamente, comprenderás de manera ágil, entretenida y profunda, el contexto en el que te estás desenvolviendo, y podrás reconocer de qué forma participas en él.

2. Descubrir: los seres humanos tenemos muchos “velos” que suelen cubrir nuestras cualidades y también nuestras falencias. La historia personal, experiencias de vida, recuerdos de la infancia, episodios que nos marcaron en lo profesional y las relaciones humanas cotidianas, determinan en muchos casos cómo vemos el mundl. Hay un principio interesante que gusto compartir: “Nosotros no vemos el mundo como es, sino como somos nosotros”; por lo que un paso importante es empezar a salir de la caja cotidiana, expandirnos paso a paso y comenzar a observar el mundo de una manera más amplia, y más neutral.

3. Progreso constante: desde el primer encuentro obtienes una serie de herramientas prácticas de aplicación inmediata, para que vivas desde el primer minuto cómo podrías ir modificando la realidad que te llevó a la consulta.

4. Definición de metas y objetivos: muchas veces, los encuentros necesitan formalizar un orden, dar prioridades, establecer guía y orientación sobre aspectos formales –como la constitución de una sociedad o su disolución; reflexionar sobre una expansión; inversiones; manejo de recursos humanos y liderazgo personal y profesional-. Se descubren, abordan y se establece un plan concreto para ir midiendo el resultado.

5. Evolución: el paso a paso, con cambios microscópicos que en pocos meses producirán un gran impacto, es la forma que he encontrado como más eficaz para el éxito del coaching empresarial, corporativo y profesional.

6. Equilibrio: entre la vida profesional y personal. Este es otro de los aspectos fundamentales, en épocas donde muchos suelen vivir apurados y ansiosos, pendientes del afuera, y exigidos por metas y resultados todo el tiempo. En forma amena, paulatina y sensible, desde la metodología del coaching focalizado en la persona (ante todo) y el profesional que se es, es totalmente posible recobrar confianza, alegría, placer en el trabajo, negociar mejor, encontrar soluciones alternativas, mayor innovación e impulso para seguir.

7. Motivación: es uno de los pilares de la forma en que trabajo. A diferencia de otras corrientes de desarrollo personal, incluso las más ancestrales, cada persona o grupo sale altamente motivado, y lo que es más importante: logra sostener ese estado del Ser casi permanentemente. Las caídas desde los primeros encuentros son menos bruscas, y se sale más rápido, y más creativamente.

8. Expansión desde adentro hacia fuera: es sorprendente y maravilloso cómo con el correr de los encuentros, los que acuden a tomar el programa de coaching reconocen que van abriendo sus fronteras. Los límites se atraviesan con naturalidad y casi sin esfuerzo (y mucho menos sacrificio), y se conquista ese nuevo espacio con alegría, visión amplia y sumamente despejada de nubarrones oscuros.

9. Confianza: una cualidad que se va construyendo entre el coach y el coache, y con los grupos. Es un contrato de acompañamiento, donde las principales respuestas las va descubriendo la persona. El coach es como el guía en el viaje, y abre cada puerta, ayudando a limpiar el camino para que se transite con mayor fortaleza, motivación, entusiasmo y claridad. El resultado siempre es altamente enriquecedor.

10. Resultados concretos: a diferencia de otras disciplinas, desde el primer día se internaliza la forma de hacer mejor las cosas. El cambio, desde adentro hacia fuera, es paulatino y en un corto plazo. Se vencen obstáculos –reales o subyacentes en el inconsciente-, y se prueban las vías más apropiadas de acuerdo a la personalidad de quien consulta y se abre al aprendizaje. El resultado implica una evaluación permanente de la evolución, que se realiza en conjunto sobre la base de criterios objetivos.

Finalmente, el coaching es ideal para:

- Mejorar el desarrollo profesional en cualquier campo.

- Incorporar nuevas disciplinas a mi carrera.

- Mejorar notablemente el desempeño de cualquier persona.

- Negociar todo tipo de acuerdos, incluyendo mejores condiciones, contratos, etc.

- Abrir tu propia empresa.

- Poner en marcha un proyecto que resulta desafiante a simple vista.

- Expandir tu negocio.

- Atravesar limitaciones, dudas, temores y decepciones en aspectos profesionales y empresariales.

- Lograr mayor unidad de grupos, e integración individual en las organizaciones.

- Liderar en forma más efectiva.

- Mantener un alto nivel de auto-feedback para reconocer los aspectos que se pueden mejorar.

- Establecer un umbral de motivación constante, donde prácticamente no habrá obstáculo que no pueda sortearse.

- Definir con mayor certeza el rumbo profesional, o de un proyecto o equipo de trabajo.

 

Y lo único que se necesita es:

 

- Trabajar con un coach profesional, con años de experiencia en el mundo corporativo y con mucho desarrollo personal dentro de su formación como entrenador.

- Establecer de común acuerdo las bases claras del trabajo.

- Compromiso de ambas partes para la constancia en alcanzar los objetivos fijados.

- Focalizarse en los resultados.

- Entregarse al camino de seguir aprendiendo, creciendo y avanzando, con la ayuda de un guía experto.

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13 maneras de ponerle precio a tu trabajo

cobrar-bien-precio-justo-trabajo-producto-servicioPara quienes trabajan en forma independiente brindando servicios, muchas veces intangibles hasta pasado un buen tiempo de generación de resultados, una de las dificultades mayores que afrontan es la de fijar los valores de honorarios por su tarea.

Si bien los consultores de empresas, contadores y especialistas en finanzas suelen tener ciertos parámetros para fijar condiciones de rentabilidad aceptable para sus clientes, no todos cuentan con la suficiente experiencia práctica, y, sobre todo, entender el negocio principal del profesional, y, desde allí, conocer sus particularidades y diferencias con los mercados más habituales, como consumo masivo, producción y fabricación de distinto tipo de insumos.

Entonces, frente a mercados en crisis, con desafíos, variables, contextos inflacionarios, cruentos cambios impositivos prácticamente todos los meses, es muy necesario observar la metodología a aplicar para fijar los precios que necesitamos percibir para que nuestra tarea y resultado para los clientes sea un negocio.

Partiendo de la base general de que un negocio es aquel que ofrece un beneficio para ambas partes, es decir, que el prestador del servicio y el contratante necesitan sentirse lo más satisfechos posibles con el resultado y los logros, el fijar un valor adecuado reviste vital importancia.

 

Si cobras poco, nunca te faltará trabajo;

pero siempre te faltará dinero. 


 

En la contratación de servicios, si bien en pequeñas y medianas empresas se suele hacer en forma directa, hay una tendencia creciente a que el cierre de la negociación queda en manos del área de compras, que, por lógica, no siempre tiene conocimiento cabal de los alcances de la tarea que se realizará.

Este aspecto no es menor, ya que frente a los tradicionales tres presupuestos (o más, por lo que se observa en muchos países de América Latina en los últimos diez años), es necesario detallar e informar adecuadamente a ese ejecutivo sobre los diferenciales que ofrecemos, y que, de allí, surgen los honorarios.

¿Cuáles son esos diferenciales?  Trayectoria, experiencia en un mercado específico, satisfacción de clientes, testimonios como avales, recomendaciones directas, estructura –no es lo mismo alguien que trabaja solo que una empresa con varios empleados-, y los respaldos que aportan la experiencia y la ética, combinación que no siempre es tenida en cuenta por quienes contratan.

  • Premisa general

Para no fallar a la hora de cobrar por tu trabajo, debes cotizar en forma clara, tangible y consistente el neto a cobrar (es decir, el dinero en mano que deseas percibir) teniendo en cuenta lo que cuesta tu trabajo y un poco más, que sería la ganancia. El mercado, la competencia, tu momento profesional, tu experiencia y si te llaman o tú fuiste a buscar al cliente, determinarán ese “poco más” de rentabilidad (que es la ganancia neta deducidos todos los costos). No olvides de deducir como costos todos los que son directos e indirectos: por ejemplo, directo es el producto con el que fabricas tu obra, la luz, el gas, la compra de un insumo específico, papelería, envíos, muestras, y por supuesto, tu hora de trabajo, el sueldo de un asistente part-time; e indirectos, los impuestos que deberás pagar al banco, y hasta cómo te vas a financiar si los pagos llegan fuera de tiempo.

 

 

“No cobro por lo que hago.

Cobro por lo que sé”

 

 

  • Factores generales para fijar honorarios

-          Los años que llevas en el mercado laboral.

-          El tiempo que tienes como profesional independiente y que puedas demostrar tangiblemente.

-          La complejidad de la tarea que vas a realizar.

-          La competencia.

-          Tu experiencia específica en el tema en cuestión.

-          El tiempo (en horas y días) que invertirás en hacer el trabajo.

-          Los costos de mano de obra y materiales (por todo concepto)

-          El tipo de cliente (distinguiendo una pequeña, mediana o gran empresa; ONG casi sin recursos o cualquier otra escala intermedia que te permitirá dimensionar honorarios)

-          El presupuesto disponible. No temas a preguntar cuál es el presupuesto que tienen asignado, o bien, un marco de referencia (“entre tanto y tantos $”).

-          La forma de pago. Esto es muy importante.

-          El plazo de entrega (si es urgente, si requiere varias revisiones, si lo que se paga es tu creatividad e innovación, etc.)

 

  • Trece ideas generales para fijar tus honorarios

1)      Por monto cerrado: evalúa concienzudamente todos los detalles, horas, materiales, impuestos, deducciones, forma de pago, y establece un honorario por todos esos conceptos más un porcentaje de rentabilidad (ganancia) que es lo que te quedará. Esto incluye la posibilidad de un trabajo puntual.

2)      Por etapas: un proyecto puede dividirse en etapas. Por ejemplo, en el desarrollo de un website hay una etapa inicial que requiere de más trabajo, y luego, una vez encontrado el estilo y patrón de diseño, se realiza el trabajo en sí; para entrar en una tercera etapa de ajustes hasta el cierre del proyecto. Estas etapas pueden determinar a su vez, tres pagos con cierta frecuencia temporal, y que variarán según los indicadores que acuerden ambas partes.

3)      Proyecto a largo plazo: un fee (pago fijo) mensual más impuestos. En este caso, es importante firmar un contrato y recibir una orden de compra por parte del contratante, que te certifica la conformidad del trabajo que realizarás.

4)      Fee mensual ajustable: en entornos inflacionarios o con productos que varían de precio según la estacionalidad (ejemplo:  helados = mayor venta en verano) se puede establecer un índice o variable de ajuste. Puede ser el indicador oficial de evolución de precios; el índice de aumentos salariales de determinado sector; el índice de variación del costo de ciertos productos “testigo” de tu cliente, que pueden ser tomados como base y que, si aumentan en ciertos puntos de venta (por ejemplo, supermercados) tus honorarios se ajustarán en la misma proporción.

5)      Por hora: dividirás tu estimado de horas que le dedicarás al proyecto, y se establece un costo por hora de consultoría o de trabajo. Lo importante aquí es certificar al cliente la cantidad de horas aplicadas en base al acuerdo suscripto, y los extras no incluidos en el paquete horario.

6)      Por paquete de horas: por ejemplo, “hasta 20 horas de consultoría mensuales”. En este caso se requiere que especifiques muy bien los alcances (por ejemplo, fines de semana, viajes, llamadas telefónicas, respuestas a e-mails, redacción de materiales, etcétera) ya que como son aspectos muchas veces intangibles te pueden generar algún dolor de cabeza frente a tu cliente si no está consensuado de antemano.

7)      Básico + porcentaje de ganancias: podrás cobrar un básico garantizado acordado entre ambas partes, y luego, un variable dependiendo de determinados aspectos igualmente fijados por contrato (por ejemplo, volumen de venta; cantidad de productos para los que desarrollarás tu trabajo, plus por éxito de ventas, etcétera). En este caso, la sugerencia es que tu básico cubra tus costos totales y un poco más, como para que, en el peor de los escenarios, sea igualmente satisfactorio.

8)      Acuerdo de continuidad: es posible que un nuevo cliente quiera probar tus servicios; por lo que podrás acordar un valor base inicial, con un compromiso de generar al menos otra instancia de proyecto conjunto en los siguientes seis meses consecutivos. Este principio de buena voluntad te permitirá esforzarte aún más, y a tu cliente saber que debe portarse bien contigo en los pagos y la metodología de trabajo.

9)      Success-fee:  un pago extra, basado en el éxito del producto o la acción o el servicio que has desarrollado. Es fundamental en este caso tener en claro y siempre por escrito cuáles son los parámetros que determinarán dicho resultado exitoso.

10)   Honorarios bonificados: podrás acceder a realizar un trabajo por un monto inicial en la primera etapa que cubra apenas tus costos y un poco más, e indicarás en este caso que, en caso de continuidad, habrá una bonificación de un determinado porcentaje por seguir contando con tus servicios, a valores regulares.

11)   Fijar moneda de honorarios: si la moneda de tu país no es demasiado estable o se presta a confusiones, o debes pagar honorarios tercerizados en otras divisas (por ejemplo, traducciones, importaciones, exportaciones, etc.), es conveniente que fijes en esa moneda testigo el valor de tus honorarios; los cuales percibirás al valor de moneda de tu país, que te permita en el mercado libre de cambios comprar la misma cantidad indicada de moneda extranjera.

12)   Fijar claramente honorarios puros + los extras:  por ejemplo, todo lo que son horas de trabajo, creatividad y tu cabeza puesta en el proyecto del cliente, son honorarios. La producción de esas ideas, maquetaciones, videos, muestras, relevamientos, estudios de mercado, desarrollo de marcas y de planteos estratégicos, pueden ser considerados extras, y, por lo tanto, cotizados aparte. Por ejemplo, explicitarás claramente los honorarios completos por el trabajo a realizar, y, como extras, un breve descriptivo de lo que se trate, y un monto máximo que estimas deberá disponer el cliente por esos conceptos más relacionados usualmente con la producción.

13)   Canjes: no te los recomiendo, aunque en ocasiones es bueno para poder tomar algún beneficio cuando el cliente solicita rebajas en los honorarios. Por ejemplo, tu figuración con tu marca, nombre y web en materiales promocionales, eventos, anuncios en periódicos, para que, de alguna manera, puedas capitalizar esa brecha de honorarios en algo que luego puedas traducir en ganancia a mediano y largo plazo. Sobre todo en épocas iniciales, viene bien para reforzar tu posicionamiento. También, si hay insumos que fabrica o maneja el cliente, y que a ti te hacen falta o que puedas trasladar como cortesía a otros clientes o contactos de tu profesión.

  •  Cómo relevar precios del mercado

Para saber en forma general cuánto puedes cobrar en tu país o provincia, puedes relevar en internet, con colegas, clientes pasados, revisar tus trabajos anteriores, chequear las variaciones que se prevén en la economía en los próximos meses –es decir, en el período en que llevarás adelante el proyecto-. No te recomiendo que finjas ser un cliente y que pidas cotizaciones a colegas, porque resulta a todas luces desleal.

  • Algunas preguntas y respuestas

¿Debes participar en “concursos abiertos”?  Depende de ti. Por lo general, si las bases son claras y el cliente te las explicita, incluyendo el nombre de quiénes estarán concursando, puedes elegir presentarte. Aunque si llevas muchos años de trabajo, salvo que sea una licitación realmente jugosa quizás no quieras trabajar en vano. Sin embargo, en muchas ocasiones es bueno arriesgarse sobre todo si no tienes demasiado portfolio para mostrar aún: esos trabajos preliminares preparados para un concurso, pueden ser parte de tus avales, mostrándolos como “ante proyectos” o algún concepto que funcione. Y además, obtendrás experiencia.

¿Si te roban las ideas? ¡Bienvenido al mundo real! Eso nos sucede a todos, y está en ti tomar o no ese riesgo.

¿Si un cliente hace un concurso, roba ideas y luego no contrata a nadie?  Ya sabrás con quién no debes trabajar a futuro.

  • Tres cosas por las que TIENES que cobrar por tu trabajo

 

-          Ética: si eres profesional, necesitas que te paguen por lo que haces y por los beneficios que generas a tus clientes.

 

-          Autoestima: sabes que el tiempo vale, y es necesario ser firme en que paguen por ello. No caigas en la tentación de trabajar gratis para grandes empresas. Conozco una muy conocida marca de PR que tenía la mala costumbre de regalar seis meses gratis de servicio, para que le firmen otros 6 meses de contrato. Y una de las más encumbradas marcas de tecnología mundiales, siempre pagaba migajas a sus consultores, porque decía que trabajar con ellos traía prestigio. Lo que nunca imaginaban es que todos los que alguna vez prestaron servicios a esa compañía, en círculos de influencia hablaban muy mal de esa firma tan “aspiracional” por ser tan miserable con quienes verdaderamente le hacen funcionar su negocio.

-          Servicio al cliente: esto tiene un costo, y es un valor. Cuanto mejor te brindes, más recomendaciones obtendrás. Y si te pagan bien por ello –o al menos aceptablemente bien en un comienzo- te esforzarás aún más. Recuerda: si has regalado tu trabajo una vez, será muy difícil ponerle precio la siguiente con ese cliente. Por lo que entrarás en un círculo vicioso del que te costará salir.,

Darle valor al trabajo que hacemos nos convierte cada día en mejores profesionales. Y te aseguro que cuanto más digas que “no”, llegarán a ti mejores oportunidades. Es un principio universal para tener en cuenta.

 

 

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¿Cómo adaptarnos a la velocidad en que cambian las cosas?

Aprender a cambiar es el desafío de este tiempo

La flexibilidad y poder cambiar nuestros mapas negativos son dos claves muy útiles.

Estamos en una era donde el desarrollo trae aparejados cambios de paradigmas (entendidos como creencias a las que le damos el valor de la razón absoluta) y los cambios son constantes. Tan cotidianos que exceden todo marco lógico muchas veces.

La frase de mis abuelos, “hoy estamos, mañana no sabemos…” cobra fuerza de generación en generación, ya que el instante presente es lo único que tenemos. Y aun así muchas personas no hemos aprendido a disfrutarlo y saborearlo a fondo.

El vértigo actual, la sobreabundancia de información y mensajes, la casi imposibilidad de hacer un filtro para discernir qué es lo importante y qué lo urgente, nos lleva frecuentemente a perder el sentido. Es como una brújula que se volvió loca. Así nos vemos y sentimos muchas veces irremediablemente solos, perdidos entre la multitud de una gran ciudad, o la soledad de un paisaje maravilloso. El entorno no cambia la sensación interna: a veces sólo la agudiza.

“¿Dónde quedó la felicidad?”  es la pregunta más recurrente entre aquellos que se animan a explorarse mediante el coaching y dinámicas de reflexión. ¿Debo postergarme aún más? ¿Qué es lo verdaderamente importante para mí en esta etapa de la vida? ¿Para qué vine al mundo?

Lo cierto es que si lo único permanente es el cambio, podemos estar bastante tranquilos: parece ser que esta célebre cita fue acuñada por Heráclito, un filósofo nacido hacia el 544 antes de Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al norte de Mileto, hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo.  Otros filósofos como Aristóteles y Platón, parece que aseveraron que la frase pertenece a Heráclito, en un sentido amplio: el concepto del cambio permanente.

O sea que la idea del cambio no es algo nuevo, sino que viene de siglos y siglos.

Lo que es muy probable es que la vertiginosidad del momento presente hace que tengamos que tener muchísimas condiciones para adaptarnos muy frecuentemente a los entornos con giros tan bruscos, hasta de 180 grados, en muy poco tiempo. En el mundo del trabajo, todo tipo de organización vive esta tormenta permanentemente. En los negocios, las finanzas y la política, también. Prácticamente no hay actividad que pueda ser definida ni liderada de una manera estanca –como hace apenas 15 años-.

Vemos con sorpresa en las descripciones de búsquedas laborales todo tipo de descripciones que cada vez más, amplían el espectro de personalidad y habilidades que se buscan. Y se menciona, con mucho énfasis, “habilidad para tolerar la frustración y para el trabajo en entornos cambiantes.”

En este contexto, y así las cosas, la clave es movernos dentro de nuestro marco ético, y desarrollar condiciones que nos permitan ir transitando las complejidades del presente sin tanta frustración ni enojo: si desde el vamos sabemos que habrá cambios, entonces, ¡bienvenidos sean! Escribirlo es bastante más sencillo que ponerlo en la práctica; de hecho, uno de los mayores motivos de insatisfacción en relaciones, trabajos, sociedades comerciales, dinámicas grupales de bien público, estudios y cualquier actividad que uno realice, es, precisamente, el cambio intempestivo que llega para prácticamente arrancar de cuajo el método y el proceso que seguíamos, para volver a empezar una y otra vez.

Estas cinco claves parecen tener la llave para movernos más efectivamente ante los cambios, ya sea que estemos en medio de una situación que mutará en cualquier momento, o que nos resistimos a probar algo distinto.

1. Flexibilidad: estar preparados y predispuestos. Es como cuando irrumpen hechos irremediables en la vida; no hay muchas chances, y sólo nos queda ver qué podemos seguir haciendo con lo que tenemos a nuestro alcance. Esto puede adquirir gran significancia para el desarrollo personal, ya que permitirá que fructifique la resiliencia.

2. Comprensión: nutrirme de todas las fuentes posibles para ver cuál puede ser el aporte de valor desde mí para este cambio que se está produciendo.

3. Visión del entorno global: es decir, no mirar sólo mi pequeña quinta. Levantar la mirada, observar alrededor, pedir ayuda y cooperar entre pares, para sobrellevar mejor los nuevos tiempos.

4. Pensamiento lateral: mirar las situaciones desde diferentes perspectivas y establecer alternativas, para llegar a pensar distinto. Esto nos traerá la apertura de una pequeña hendija por dónde iremos dejando entrar lo nuevo. Si no estoy conforme con cómo se van dando las cosas, puedo planificar mis siguientes metas para hallar el espacio donde pueda expresarme y participar mejor.

5. Innovación: muchas veces, los cambios vienen de la mano de procedimientos, negocios y desarrollos inéditos. Por eso si los asumimos con verdadera voluntad creativa, y más aún, innovadora –es decir, un paso más adelante que el puro acto de crear-, adquiriremos pronto nuevas destrezas que serán un plus y que se sumarán a las que traíamos y que debemos ir ajustando paulatinamente para el nuevo panorama.

Siempre se dice que los cambios son buenos y que debemos darle la bienvenida… claro que muchas veces el consejero es alguien que se para en su seguridad o en su visión, y no está en nuestro pellejo. Aun así, de no tener alternativas de corrernos al costado, asumirlos como desafíos para crecer puede ser una excelente alternativa.

“De todos modos tendrás que atravesar esta situación desafiante. Puedes hacerlo llorando o riendo, y eso es exclusivamente tu propia elección”, ha dicho el educador John Roger.

¿Acaso el cambio viene a enseñarnos muchas de estas cosas? ¿Nos vamos convirtiendo en pequeños maestros ilustrados en el arte del cambio y de reinventarnos? Tal vez no sea una mala idea estar abiertos y más flexibles, para fluir con lo que se va presentando, sin tanta elaboración de “corrales mentales” y más acción hacia adelante, pensando que hay algo nuevo que puede sorprendernos, para bien.

 

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¿Cómo saber cuál es mi Misión en la vida?

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Con mucha frecuencia un alto porcentaje de los seres humanos nos planteamos cuál es nuestra misión en  la vida. Entendemos la Misión como aquello que venimos a cumplir en este plano físico de la existencia, mientras hacemos lo de todos los días, y vamos observando –y participando- en este juego que llamamos vivir.

En numerosos seminarios y consultas personalizadas, muchas personas declaran no saber cuál es su misión en la vida. También postulan que se sienten perdidos, desorientados y muy desconformes con la forma en que llevan adelante sus asuntos.

Y allí aparecen los primeros signos que nos pueden llevar a la respuesta:  en la confusión entra a jugar un papel muy importante el pensamiento analítico, el sentir y el Ser. Es decir, todo aquello que, más allá de lo que presuponemos y que en muchos casos, nos “pre-ocupa” (es decir, lo que nos mantiene ocupados antes de que las cosas sucedan).

Si bien hay que convenir en que no existe una regla exacta que determine cuál es nuestra Misión, puesto que es algo que se siente muy profundamente, hay intuiciones que aparecen de vez en cuando y que nos marcan, como señaladores o banderas, si vamos en el camino acertado.

En otros momentos, el camino se desvía tanto por la fuerza de los acontecimientos, que nos sentimos en medio de una tormenta que, por más que sepamos que es pasajera, en ese instante la pensamos eterna.

Una de las primeras claves para saber cuál es nuestra Misión es la de observar. Si nos detenemos el tiempo suficiente, en calma y tranquilidad dentro del ajetreo diario, y miramos con atención todos los pasos que fuimos dando desde que tenemos conciencia –siendo muy pequeños- hasta el presente, hay un rumbo, un sendero que, instintivamente, fuimos trazando.

Tal vez no aparezca con la claridad que quisiéramos, aunque por lo que he podido trabajar con miles de personas, y conmigo, las señales siempre estuvieron, sólo que no supe verlas o darles sentido a tiempo.

¿Por qué aparece aquí lo de “darle sentido”? Esa es la forma en que se produce la toma de conciencia, el aprendizaje y la certeza interior de que estamos en la senda apropiada. El sentido es lo que ratifica, le pone el sello de validez a ese tramo de experiencia que nos llevará a otras nuevas, siempre tras eso que denominamos Misión.

Otra clave relevante es registrar. Como si fuésemos científicos de nuestra propia vida, necesitamos estar en el presente, y registrar en nuestra memoria interna todos aquellos signos, acontecimientos, personas que se cruzan en nuestra vida y que nos apoyan, y las oportunidades que se abren y se cierran, para conducirnos por nuevos caminos.

Por lo general el cambio no tiene muy buena prensa. Se dice, casi condescendientemente, que todos los cambios son buenos. Lo que por lo general no se nos explica es cómo transitarlos sin ansiedad y sin cierta cuota de incertidumbre, inherente a ese proceso. Sin embargo, los cambios –planificados, repentinos o los que parecen un retroceso en cierto momento- son los grandes impulsores hacia la Misión de vida.

¿Cuánto tiempo hemos de permanecer en nuestra zona de confort, ese espacio conocido y muchas veces, doloroso y sin sentido? Sólo expandiéndola, podemos conocer lo que hay más allá, y, si nos animamos, encarar lo nuevo con un espíritu renovado.

¿Cuándo haremos el cambio en nuestra vida? “Cuando estemos cansados y enfermos de estar cansados y enfermos…”, dice el maestro espiritual John Roger. Es decir, cuanto verdaderamente estamos hartos de una situación, es que tomamos fuerza y, como podemos, nos zabullimos en las aguas tormentosas del cambio; conteniendo el aliento hasta salir de nuevo a la superficie.

Por último, la Misión se manifiesta con un propósito de vida, no menos importante que la misión misma. ¿Estoy haciendo lo que quiero? ¿Hay algo que me gustaría encarar y lo vengo postergando hace años? ¿Hay decisiones que no me animo a tomar? ¿Es mi vida tal y como la quiero vivir? ¿Estoy rodeado de las personas adecuadas que apoyan mi Misión? ¿Siento que lo que hago suena fuerte dentro mío?  Si hoy mismo dejara de hacer las cosas que hago, ¿sentiría que pierdo una parte importante de mi Ser?

Estas son preguntas claves que, respondidas con precisión y sin dudar, te darán la certeza de que estás en el sendero de tu Misión de vida en este mundo. De lo contrario, quizás haya algunos ajustes que quieras empezar a hacer aquí y ahora, y desde hoy en adelante.

Sigamos dialogando vía @danielcolombopr