PRODUCTIVIDAD | 7 hábitos del tiempo libre de la gente que tiene éxito

1975336-7201-atm14La gente de éxito adopta algunos hábitos que resultan ser muy saludables para su tiempo libre, especialmente en los fines de semana o feriados.

Debido a que durante la semana por lo general están con agendas muy completas, parte de su estrategia personal y profesional es dedicarse tiempo de calidad para sí mismos y los suyos.

También aprovechan los viajes y tiempos sin actividades para desarrollar rutinas productivas en pro de un mayor equilibrio entre el trabajo y su vida privada.

Aquí van siete hábitos que se han comprobado que realmente funcionan, y que quizás también puedas adoptar y probar:

 

 1)      Ganar en calidad: dedicar tiempo de mayor calidad para sus seres queridos, y para ellos mismos, es la prioridad. Un buen masaje, dormir sin horario, hacer un deporte o alguna actividad manual o recreativa, los saca de su ámbito habitual y les permite reconectarse. Jugar con sus niños, sobrinos o nietos; disfrutar de su pareja o de su tiempo en soledad; estar con amigos, preparar un asado o cualquier otra tarea que produzca un verdadero placer, son parte de esta forma de re equilibrar su energía y de cargar las pilas.

2)      Vestir cómodamente: esto incluye quitarse los zapatos y cualquier forma de vestimenta que se utilice en el tiempo profesional. Suelen caminar descalzos en la casa, en el césped o  en un parque y utilizan ropa sencilla, alejada de los convencionalismos que suelen regir su trabajo.

3)      Desconectan sus dispositivos móviles y computadoras: en lo posible restringen al mínimo el uso de la tecnología relacionada con fines laborales. Muchos altos ejecutivos con los que he trabajado adoptaron una línea de teléfono móvil personal, y otra para temas de trabajo. De esta forma pueden convivir con mayor libertad entre los dos mundos. También dejan de sincronizar los correos electrónicos en el teléfono o la tableta. Muchos de ellos, se pusieron un horario de media hora durante el fin de semana o feriados, para, exclusivamente en ese bloque, conectarse por cualquier urgencia. Y otra forma altamente efectiva es que sus más directos colaboradores sepan y respeten su tiempo libre: esto incluye entrenarlos en que no lo llamen salvo verdaderas emergencias, y que, en caso de tener que hacerlo, sigan algún protocolo convenido –por ejemplo, un llamado de alerta, y a los 5 minutos, el llamado real para hablar-. De esta manera, ambas partes saben que deben abordar algo en forma impostergable.

4)      Leer, ver cine, teatro y disfrutar de cualquier expresión artística: los fines de semana, sin armar un programa demasiado fijo, se hacen espacio para escuchar música, avanzar en un libro favorito, ir a ver esa nueva obra de teatro que le recomendaron o una muestra de arte. Como parte de su proceso de desconexión de lo profesional, dejan invadirse por los estímulos que produce el arte y la cultura. Cada uno sabe lo que le gusta, y acuerda con su familia o sus seres queridos la forma en que podrán compartir este tiempo.

5)      En los aviones o viajes: con muchos aeropuertos, esperas, tránsito pesado, han desarrollado ciertas rutinas: algunos toman clases de canto y aprovechan a practicar en esos momentos. Otros, desarrollan un hobby (la fotografía está entre los más recurrentes) y vuelcan esa pasión en un blog, página web o sus redes sociales, sólo por placer. En estos casos, la descripción de su perfil es sólo a título personal, despojado del rol que cumple en el trabajo, y sólo se enfoca en compartir parte de su mundo privado con otras personas y seguidores.

6)      Destina un 10% de su tiempo a dar servicio: más allá de colaborar activamente con ciertas causas de bien público, suelen alternar en fines de semana la visita a algún proyecto de caridad en el que participan. Juntan ropa, juguetes e insumos entre los vecinos del barrio y suele ser el líder –o bien, el colaborador último de la fila- para acercar los donativos. También promueve el bien común, el entendimiento entre círculos que no son los del trabajo, y motiva a otros: un alto ejecutivo muy exitoso con el que trabajé por cuatro años haciendo un programa de coaching, pasó a tener su propio vivero y atenderlo personalmente unas horas los sábados; y otro, a dar clases de basquetbol a niños carenciados. Todo es cuestión de ingeniárselas para disfrutar, pasarla bien, y, a la vez, ir dejando huella en el mundo.

7)      Amigos y seres queridos: con agendas apretadas, suele ser el anfitrión de algún encuentro especial los fines de semana. Se relaciona con poca gente, pero de calidad. Lejos quedó la época de reuniones multitudinarias: ahora prefiere dos o tres personas, con quienes puede ser quien es en esencia y no debe mostrar ningún personaje, título o jerarquía. Esta rutina de los amigos, sobre todo en ciertas culturas donde los encuentros vivenciales no son tan alentados como en otras, son clave para desarrollar la autoestima, el valor del afecto y del cariño, la compasión por lo que puede estar pasando ese amigo, y la mano abierta y calurosa al abrazo compartido. Y todo, sin ningún tipo de formalismos.

Para concluir, es importante tener en cuenta que esto sólo puede lograrse con una efectiva administración del tiempo durante la semana. En caso de no hacerlo, se corre el riesgo que la tensión que produce el hecho de tener muchas cosas pendientes, termine por ocupar un gran espacio en su mente, que no le permita a las personas exitosas desconectarse efectivamente. Por eso, el seguir un orden, llevar una agenda, contemplar pequeños tiempos de descanso entre la jornada laboral, intentar no tener almuerzos o cenas de trabajo para facilitar los procesos digestivos apropiadamente, e incluir una rutina de ejercicio físico, son también determinantes para que, el fin de semana, por fin, puedan dedicarse a descansar y a recobrar fuerza para la semana.

 

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6 formas de empezar flexibilizarnos si somos un poco inflexibles

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Por muchos motivos podemos comportarnos muchas veces inflexibles: por creencias, rigidez, historia personal, experiencias que nos han hecho que procedamos casi siempre de esa forma, y tantas otras.

En general las personas inflexibles suelen ser demasiado estrictas, no sólo consigo mismas sino con los demás. Todo debe resultar de una manera particular, y suelen sumirse en grandes dosis de decepción y frustración cuando las cosas cambian, como es natural que suceda en la vida.

Una distinción importante: una cosa es ser ordenados, prolijos, seguir procedimientos, planificación y estrategia para conseguir determinados resultados; y otra, la obsesión permanente (que adquiere muchos matices, llamados TOC en niveles extremos, trastornos obsesivos compulsivos. En estos casos es necesario consultar con un profesional del área médica; psicología y psiquiatría; expertos en fobias, etcétera), y que resultan un gran limitante para disfrutar de la vida, las relaciones y hasta del tiempo que pasamos con nosotros mismos.

Como la vida es un cambio permanente, para poder entender que es posible empezar a cambiar, podemos encararlo como un proceso gradual y sostenido en el tiempo.

Aquí van 6 ideas para integrar nuestro Ser flexible, si somos un tanto inflexibles en muchas ocasiones.

 

1)      Prueba algo diferente: si el orden de tu rutina en el camino al trabajo es siempre el mismo (las calles en el mismo sentido, la circulación tal cual, los saludos y diálogos cotidianos), durante 2 semanas corridas experimenta la sensación del cambio toma un camino diferente y alternativo cada día, aunque sea de pocas cuadras. Haz un trecho caminando y reconoce el nuevo lugar con tu nueva mirada más flexible.

2)      Pon a prueba tu tolerancia: ya seas el jefe o si formas parte de un equipo, o bien trabajas en forma independiente, o no estás en actividad, el desafío es integrar durante 7 días corridos no tomar posturas inmediatas sobre las cosas, conversaciones y decisiones. Generalmente, las personas inflexibles tienden a querer mantener el control todo el tiempo, y sobre-reaccionan cuando no lo logran. Por eso, simplemente, quédate en silencio; desconéctate un momento del impulso que te surgirá como una tromba; y lo más importante: obsérvate interiormente. ¿Cómo te sientes? ¿En qué piensas? ¿Cuál es tu miedo / a qué temes si no tomas el control de inmediato? ¿De qué forma se dieron las cosas siendo más flexible? Hay valiosa información esperándote.

3)      Rompe dos rutinas durante 2 semanas consecutivas: por ejemplo, si comes lo mismo ciertos días de la semana, cambia de menú. Deja la cama sin hacer durante dos días. No te bañes por un día. No laves los platos y la loza durante una noche. Cambia de lugar algunos objetos en tu casa. Y fíjate qué pasa dentro de ti. Es clave que lo sostengas durante dos semanas al menos para darte cuenta (tomar conciencia) de que posiblemente nada cambió sustancialmente; por lo que tu limitante interno controlador e inflexible pueda admitir que quizás no está tan malo salirse de la regla de vez en cuando.

4)      Haz algo completamente diferente a lo habitual: si no sales a bailar, ve a una discoteca; puedes pedir ayuda a tus amigos y afectos para que te acompañen. Si tienes el impulso de responder de inmediato todos los correos electrónicos, deja pasar unas horas antes de hacerlo. Si estás conectado con tu móvil las 24 horas, apágalo temprano y enciéndelo al día siguiente. El desafío es incorporar lo distinto como algo cotidiano, y comprobar por ti mismo, haciéndolo –no sólo pensándolo- que las cosas no cambian por esos pequeños detalles.

5)      Registra tu progreso: puedes hacer una lista de rutinas que estás modificando y cambiando. Y tacharlas una vez que hayas cumplido el plazo propuesto. Esto te dará la pauta muy gráficamente sobre la contundencia de tus cambios y la forma en que pudiste sostenerlos. ¡Bien por ti!

6)      Elige no discutir: durante 48 horas seguidas, no entables conversaciones de litigios, discusiones, diferencias de posiciones donde siempre hubieses querido hacer prevalecer la tuya. Simplemente, observa las situaciones, haz lo que debas hacer si es algo urgente, pero no discutas ni te enredes en derroches de energía innecesarios. El resultado será que tendrás más optimismo, menos carga negativa al final del día, y que los demás empezarán a ver, al igual que tú, esos pequeños pasos de gigante que estás haciendo.

En el proceso de ser flexibles, hace falta des-aprender todos los condicionamientos que nos han limitado por tantos años; y reemplazarlos por una nueva modalidad y sub-modalidades para que puedan tomar su lugar. Al mismo tiempo, al hacer el cambio, percibirás el beneficio inmediato: estarás con el cuerpo más relajado, más despierto y consciente de ti y del entorno; evitarás enfrentamientos innecesarios; tu organismo fisiológico funcionará mucho mejor –hasta es posible que dejes de padecer algún dolor o contracturas corporales-, y tu mente se irá abriendo un poco más.

Recuerda: los cambios son graduales. La clave es hacerlos sostenidos en el tiempo. En menos de un mes de probar lo nuevo, tendrás resuelta toda una historia de tantos años de limitaciones impuestas por tu propia rigidez e inflexibilidad; y te abrirás a descubrir nuevas formas de actuar y proceder, de acuerdo a lo que necesites que sea hecho, sin tanta carga energética de tu parte, y con una mejora notable en el diálogo contigo y con los demás.

 

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#COACHING – Las 10 claves para entender qué es y cómo puede crecer tu empresa y profesión

images3Desde su origen en el mundo deportivo, un “coach” es un entrenador de aquellas habilidades que pueden descubrirse o potenciarse. Así, aplicado a las empresas pequeñas, medianas y grandes, y a profesionales de todas las disciplinas, el coaching se convierte en una disciplina esencial para el desarrollo del talento humano.

La motivación y el liderazgo son sólo algunos de los aspectos que se abordan; también se elaboran en conjunto entre el coach y el “coache” (cliente que se beneficia con los servicios de un coach profesional) o los grupos de personas de una organización, los planes, estrategias y metodologías para alcanzar las metas que se buscan en lo individual y de conjunto.

Desde el trabajo que realizo, basado en la experiencia como ejecutivo de empresas nacionales y multinacionales, y entrenador de miles de personas en más de 18 países, sé que muchas veces se presentan algunos aspectos confusos respecto a los alcances del coaching.

Algunas personas piensan que es la solución mágica a todos los problemas que puede atravesar un profesional u organización. Sin embargo, la tarea –al menos desde la metodología que llevo adelante y que propongo a los clientes- es ir a la raíz de los temas a mejorar, y, desde allí, “modular” juntos un camino por lo general acotado, acompañando el proceso de descubrir + reconocer + madurar + ajustar + cambiar y, finalmente, medir los resultados en forma tangible y concreta.

El coaching es una disciplina que puede aplicarse a todos los ámbitos de la existencia; en mi caso, el enfoque –sin dejar de lado los aspectos personales-, me he especializado en promover el desarrollo de habilidades para empresas y profesionales de todos los ámbitos.

Aquí van 10 claves para conocer más sobre cómo puede ayudarte el coaching para afianzar y hacer crecer tu empresa y tu carrera profesional.

1. Contexto: muy rápidamente, comprenderás de manera ágil, entretenida y profunda, el contexto en el que te estás desenvolviendo, y podrás reconocer de qué forma participas en él.

2. Descubrir: los seres humanos tenemos muchos “velos” que suelen cubrir nuestras cualidades y también nuestras falencias. La historia personal, experiencias de vida, recuerdos de la infancia, episodios que nos marcaron en lo profesional y las relaciones humanas cotidianas, determinan en muchos casos cómo vemos el mundl. Hay un principio interesante que gusto compartir: “Nosotros no vemos el mundo como es, sino como somos nosotros”; por lo que un paso importante es empezar a salir de la caja cotidiana, expandirnos paso a paso y comenzar a observar el mundo de una manera más amplia, y más neutral.

3. Progreso constante: desde el primer encuentro obtienes una serie de herramientas prácticas de aplicación inmediata, para que vivas desde el primer minuto cómo podrías ir modificando la realidad que te llevó a la consulta.

4. Definición de metas y objetivos: muchas veces, los encuentros necesitan formalizar un orden, dar prioridades, establecer guía y orientación sobre aspectos formales –como la constitución de una sociedad o su disolución; reflexionar sobre una expansión; inversiones; manejo de recursos humanos y liderazgo personal y profesional-. Se descubren, abordan y se establece un plan concreto para ir midiendo el resultado.

5. Evolución: el paso a paso, con cambios microscópicos que en pocos meses producirán un gran impacto, es la forma que he encontrado como más eficaz para el éxito del coaching empresarial, corporativo y profesional.

6. Equilibrio: entre la vida profesional y personal. Este es otro de los aspectos fundamentales, en épocas donde muchos suelen vivir apurados y ansiosos, pendientes del afuera, y exigidos por metas y resultados todo el tiempo. En forma amena, paulatina y sensible, desde la metodología del coaching focalizado en la persona (ante todo) y el profesional que se es, es totalmente posible recobrar confianza, alegría, placer en el trabajo, negociar mejor, encontrar soluciones alternativas, mayor innovación e impulso para seguir.

7. Motivación: es uno de los pilares de la forma en que trabajo. A diferencia de otras corrientes de desarrollo personal, incluso las más ancestrales, cada persona o grupo sale altamente motivado, y lo que es más importante: logra sostener ese estado del Ser casi permanentemente. Las caídas desde los primeros encuentros son menos bruscas, y se sale más rápido, y más creativamente.

8. Expansión desde adentro hacia fuera: es sorprendente y maravilloso cómo con el correr de los encuentros, los que acuden a tomar el programa de coaching reconocen que van abriendo sus fronteras. Los límites se atraviesan con naturalidad y casi sin esfuerzo (y mucho menos sacrificio), y se conquista ese nuevo espacio con alegría, visión amplia y sumamente despejada de nubarrones oscuros.

9. Confianza: una cualidad que se va construyendo entre el coach y el coache, y con los grupos. Es un contrato de acompañamiento, donde las principales respuestas las va descubriendo la persona. El coach es como el guía en el viaje, y abre cada puerta, ayudando a limpiar el camino para que se transite con mayor fortaleza, motivación, entusiasmo y claridad. El resultado siempre es altamente enriquecedor.

10. Resultados concretos: a diferencia de otras disciplinas, desde el primer día se internaliza la forma de hacer mejor las cosas. El cambio, desde adentro hacia fuera, es paulatino y en un corto plazo. Se vencen obstáculos –reales o subyacentes en el inconsciente-, y se prueban las vías más apropiadas de acuerdo a la personalidad de quien consulta y se abre al aprendizaje. El resultado implica una evaluación permanente de la evolución, que se realiza en conjunto sobre la base de criterios objetivos.

Finalmente, el coaching es ideal para:

- Mejorar el desarrollo profesional en cualquier campo.

- Incorporar nuevas disciplinas a mi carrera.

- Mejorar notablemente el desempeño de cualquier persona.

- Negociar todo tipo de acuerdos, incluyendo mejores condiciones, contratos, etc.

- Abrir tu propia empresa.

- Poner en marcha un proyecto que resulta desafiante a simple vista.

- Expandir tu negocio.

- Atravesar limitaciones, dudas, temores y decepciones en aspectos profesionales y empresariales.

- Lograr mayor unidad de grupos, e integración individual en las organizaciones.

- Liderar en forma más efectiva.

- Mantener un alto nivel de auto-feedback para reconocer los aspectos que se pueden mejorar.

- Establecer un umbral de motivación constante, donde prácticamente no habrá obstáculo que no pueda sortearse.

- Definir con mayor certeza el rumbo profesional, o de un proyecto o equipo de trabajo.

 

Y lo único que se necesita es:

 

- Trabajar con un coach profesional, con años de experiencia en el mundo corporativo y con mucho desarrollo personal dentro de su formación como entrenador.

- Establecer de común acuerdo las bases claras del trabajo.

- Compromiso de ambas partes para la constancia en alcanzar los objetivos fijados.

- Focalizarse en los resultados.

- Entregarse al camino de seguir aprendiendo, creciendo y avanzando, con la ayuda de un guía experto.

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#MOTIVACIÓN #RRHH – ¿De qué hablamos cuando hablamos de voluntariado corporativo?

VoluntariadoDentro de las actividades de RSE y de Recursos Humanos que llevan adelante distintas empresas (pequeñas, medianas y grandes), el voluntariado corporativo confirma que si se unen programas atractivos, se lo comunica adecuadamente y representa el entusiasmo y vocación de los trabajadores, el clima interno tiende a mejorar y consolidarse.

Desarrollar un excelente Programas de Voluntariado Corporativo, destinado a involucrar a y motivar la participación libre del los colaboradores, que dedicarán parte de su tiempo, capacidades y talentos a ciertas causas y proyectos sin ánimo de lucro puede ser -y de hecho miles de compañías así lo demuestran- una muy buena herramienta para movilizar alrededor de distintas causas a sus recursos humanos.

* Lo primero es sensibilizar 

Dentro de las claves a tener en cuenta para diseñar su Voluntariado, es importante comenzar por la sensibilización del grupo que esté dispuesto a participar. Luego, consensuar una estrategia de conjunto, sostenible, medible y con resultados concretos, donde los trabajadores puedan interactuar y nutrirse de la experiencia. También es importante que el programa esté alineado con la misión, visión y valores de la empresa, y asignar los recursos necesarios.

* Diseñar y consensuar una estrategia de Voluntariado: segundo escalón hacia el éxito

El sector empresarial es cada vez más consciente de que puede aprovechar su estructura para la generación de beneficios sociales y medioambientales. Una vía para ello es el desarrollo de una estrategia de voluntariado corporativo. En muchos casos, estas estrategias combinan elementos de acción social con la gestión de recursos humanos, y suelen estar alineadas con la cultura y los valores de la organización.

* Tercer paso: hacer tangibles los beneficios 

Dentro de los beneficios, se producen en un corto período un aumento del sentido de pertenencia y compromiso con la empresa; mejora la comunicación interna; contribuye al cambio en la sociedad mediante causas de fuerte identificación humana; se desarrollan nuevas habilidades; se difunden las actividades interna y externamente; y se puede cooperar en forma tangible con causas que los propios trabajadores propongan o impulsen.

Además, se generan instancias de diálogo colaborativo, traspaso de habilidades entre los miembros del equipo casi sin darse cuenta, experiencias que se recordarán por siempre, y se identificarán los participantes con la compañía y los distintos públicos; además de contagiar su entusiasmo por hacer, construir y colaborar.

* Cuarto: aprender de los errores. Lo que no es Voluntariado Corporativo. 

El error en que muchas empresas suelen caer es no tener una estrategia de Voluntariado corporativo, por lo que queda circunscripto a alguna acción circunstancial –por ejemplo, una donación, o recolectar juguetes-, pero no tiene continuidad ni sostenibilidad.

Otro punto débil es que no sigue una metodología, que requiere de las etapas de análisis, diseño, implantación, evaluación, control y hacer tangibles los resultados.

Muchas empresas tampoco creen demasiado en el voluntariado, por lo que suelen opacarlo o dejarlo de lado frente a lo que supuestamente es más productivo. Es imprescindible la vocación de la empresa por llevar adelante un programa de Voluntariado y apoyarlo desde todas las áreas y niveles de la organización.

* Quinto: equilibrio interno = ecología interna 

Finalmente, es imprescindible observar mucho el balance entre la carga de trabajo que supone para los trabajadores encarar una tarea de voluntariado y los resultados que luego se plasmarán en concreto; ya que si el resultado es poco contundente y el trabajo excesivo, muchas personas comenzarán a frustrarse y a no encontrarle sentido a lo que están haciendo.

¿Qué es la “ecología interna”? Me gusta abordar este concepto como una forma dinámica, tangible y concreta de sostener dentro de las empresas lo mismo que la Misión y Valores suelen declamar hacia el exterior. Si una empresa dice ser responsable, debe serlo primero internamente. Si declara ser sustentable, primero se lo demuestra en casa. Estos hechos, sin prisa y sin pausa, determinarán en el tiempo -digamos, un año corrido como mínimo en un calendario de acciones sostenidas internamente- una filosofía de trabajo, que permitirá una mayor cohesión de los equipos y talentos humanos. Y allí sí se podrá obtener el máximo de involucramiento y participación en un programa de voluntariado corporativo/empresarial.

Me preguntan: “¿Es para todo tamaño de empresas?”. La respuesta es “¡Sí!”  Y cuanto más pequeña sea la organización o emprendimiento, mucho mejor para sentar las bases del voluntariado desde el inicio, sustentado en los valores del proyecto. Por lo tanto, lo único que se necesita es decisión estratégica para llevarlo adelante.

* El próximo paso

Es por eso que la formación en voluntariado, mediante talleres, facilitaciones y jornadas, y la sensibilización sobre cada proyecto en particular, son dos de los eslabones principales para que tenga éxito la acción en su conjunto.

Hay mucho camino por recorrer en cuanto a motivación de los recursos humanos. Sólo hay que dar el primer paso, previa planificación estratégica para medir los resultados.

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13 maneras de ponerle precio a tu trabajo

cobrar-bien-precio-justo-trabajo-producto-servicioPara quienes trabajan en forma independiente brindando servicios, muchas veces intangibles hasta pasado un buen tiempo de generación de resultados, una de las dificultades mayores que afrontan es la de fijar los valores de honorarios por su tarea.

Si bien los consultores de empresas, contadores y especialistas en finanzas suelen tener ciertos parámetros para fijar condiciones de rentabilidad aceptable para sus clientes, no todos cuentan con la suficiente experiencia práctica, y, sobre todo, entender el negocio principal del profesional, y, desde allí, conocer sus particularidades y diferencias con los mercados más habituales, como consumo masivo, producción y fabricación de distinto tipo de insumos.

Entonces, frente a mercados en crisis, con desafíos, variables, contextos inflacionarios, cruentos cambios impositivos prácticamente todos los meses, es muy necesario observar la metodología a aplicar para fijar los precios que necesitamos percibir para que nuestra tarea y resultado para los clientes sea un negocio.

Partiendo de la base general de que un negocio es aquel que ofrece un beneficio para ambas partes, es decir, que el prestador del servicio y el contratante necesitan sentirse lo más satisfechos posibles con el resultado y los logros, el fijar un valor adecuado reviste vital importancia.

 

Si cobras poco, nunca te faltará trabajo;

pero siempre te faltará dinero. 


 

En la contratación de servicios, si bien en pequeñas y medianas empresas se suele hacer en forma directa, hay una tendencia creciente a que el cierre de la negociación queda en manos del área de compras, que, por lógica, no siempre tiene conocimiento cabal de los alcances de la tarea que se realizará.

Este aspecto no es menor, ya que frente a los tradicionales tres presupuestos (o más, por lo que se observa en muchos países de América Latina en los últimos diez años), es necesario detallar e informar adecuadamente a ese ejecutivo sobre los diferenciales que ofrecemos, y que, de allí, surgen los honorarios.

¿Cuáles son esos diferenciales?  Trayectoria, experiencia en un mercado específico, satisfacción de clientes, testimonios como avales, recomendaciones directas, estructura –no es lo mismo alguien que trabaja solo que una empresa con varios empleados-, y los respaldos que aportan la experiencia y la ética, combinación que no siempre es tenida en cuenta por quienes contratan.

  • Premisa general

Para no fallar a la hora de cobrar por tu trabajo, debes cotizar en forma clara, tangible y consistente el neto a cobrar (es decir, el dinero en mano que deseas percibir) teniendo en cuenta lo que cuesta tu trabajo y un poco más, que sería la ganancia. El mercado, la competencia, tu momento profesional, tu experiencia y si te llaman o tú fuiste a buscar al cliente, determinarán ese “poco más” de rentabilidad (que es la ganancia neta deducidos todos los costos). No olvides de deducir como costos todos los que son directos e indirectos: por ejemplo, directo es el producto con el que fabricas tu obra, la luz, el gas, la compra de un insumo específico, papelería, envíos, muestras, y por supuesto, tu hora de trabajo, el sueldo de un asistente part-time; e indirectos, los impuestos que deberás pagar al banco, y hasta cómo te vas a financiar si los pagos llegan fuera de tiempo.

 

 

“No cobro por lo que hago.

Cobro por lo que sé”

 

 

  • Factores generales para fijar honorarios

-          Los años que llevas en el mercado laboral.

-          El tiempo que tienes como profesional independiente y que puedas demostrar tangiblemente.

-          La complejidad de la tarea que vas a realizar.

-          La competencia.

-          Tu experiencia específica en el tema en cuestión.

-          El tiempo (en horas y días) que invertirás en hacer el trabajo.

-          Los costos de mano de obra y materiales (por todo concepto)

-          El tipo de cliente (distinguiendo una pequeña, mediana o gran empresa; ONG casi sin recursos o cualquier otra escala intermedia que te permitirá dimensionar honorarios)

-          El presupuesto disponible. No temas a preguntar cuál es el presupuesto que tienen asignado, o bien, un marco de referencia (“entre tanto y tantos $”).

-          La forma de pago. Esto es muy importante.

-          El plazo de entrega (si es urgente, si requiere varias revisiones, si lo que se paga es tu creatividad e innovación, etc.)

 

  • Trece ideas generales para fijar tus honorarios

1)      Por monto cerrado: evalúa concienzudamente todos los detalles, horas, materiales, impuestos, deducciones, forma de pago, y establece un honorario por todos esos conceptos más un porcentaje de rentabilidad (ganancia) que es lo que te quedará. Esto incluye la posibilidad de un trabajo puntual.

2)      Por etapas: un proyecto puede dividirse en etapas. Por ejemplo, en el desarrollo de un website hay una etapa inicial que requiere de más trabajo, y luego, una vez encontrado el estilo y patrón de diseño, se realiza el trabajo en sí; para entrar en una tercera etapa de ajustes hasta el cierre del proyecto. Estas etapas pueden determinar a su vez, tres pagos con cierta frecuencia temporal, y que variarán según los indicadores que acuerden ambas partes.

3)      Proyecto a largo plazo: un fee (pago fijo) mensual más impuestos. En este caso, es importante firmar un contrato y recibir una orden de compra por parte del contratante, que te certifica la conformidad del trabajo que realizarás.

4)      Fee mensual ajustable: en entornos inflacionarios o con productos que varían de precio según la estacionalidad (ejemplo:  helados = mayor venta en verano) se puede establecer un índice o variable de ajuste. Puede ser el indicador oficial de evolución de precios; el índice de aumentos salariales de determinado sector; el índice de variación del costo de ciertos productos “testigo” de tu cliente, que pueden ser tomados como base y que, si aumentan en ciertos puntos de venta (por ejemplo, supermercados) tus honorarios se ajustarán en la misma proporción.

5)      Por hora: dividirás tu estimado de horas que le dedicarás al proyecto, y se establece un costo por hora de consultoría o de trabajo. Lo importante aquí es certificar al cliente la cantidad de horas aplicadas en base al acuerdo suscripto, y los extras no incluidos en el paquete horario.

6)      Por paquete de horas: por ejemplo, “hasta 20 horas de consultoría mensuales”. En este caso se requiere que especifiques muy bien los alcances (por ejemplo, fines de semana, viajes, llamadas telefónicas, respuestas a e-mails, redacción de materiales, etcétera) ya que como son aspectos muchas veces intangibles te pueden generar algún dolor de cabeza frente a tu cliente si no está consensuado de antemano.

7)      Básico + porcentaje de ganancias: podrás cobrar un básico garantizado acordado entre ambas partes, y luego, un variable dependiendo de determinados aspectos igualmente fijados por contrato (por ejemplo, volumen de venta; cantidad de productos para los que desarrollarás tu trabajo, plus por éxito de ventas, etcétera). En este caso, la sugerencia es que tu básico cubra tus costos totales y un poco más, como para que, en el peor de los escenarios, sea igualmente satisfactorio.

8)      Acuerdo de continuidad: es posible que un nuevo cliente quiera probar tus servicios; por lo que podrás acordar un valor base inicial, con un compromiso de generar al menos otra instancia de proyecto conjunto en los siguientes seis meses consecutivos. Este principio de buena voluntad te permitirá esforzarte aún más, y a tu cliente saber que debe portarse bien contigo en los pagos y la metodología de trabajo.

9)      Success-fee:  un pago extra, basado en el éxito del producto o la acción o el servicio que has desarrollado. Es fundamental en este caso tener en claro y siempre por escrito cuáles son los parámetros que determinarán dicho resultado exitoso.

10)   Honorarios bonificados: podrás acceder a realizar un trabajo por un monto inicial en la primera etapa que cubra apenas tus costos y un poco más, e indicarás en este caso que, en caso de continuidad, habrá una bonificación de un determinado porcentaje por seguir contando con tus servicios, a valores regulares.

11)   Fijar moneda de honorarios: si la moneda de tu país no es demasiado estable o se presta a confusiones, o debes pagar honorarios tercerizados en otras divisas (por ejemplo, traducciones, importaciones, exportaciones, etc.), es conveniente que fijes en esa moneda testigo el valor de tus honorarios; los cuales percibirás al valor de moneda de tu país, que te permita en el mercado libre de cambios comprar la misma cantidad indicada de moneda extranjera.

12)   Fijar claramente honorarios puros + los extras:  por ejemplo, todo lo que son horas de trabajo, creatividad y tu cabeza puesta en el proyecto del cliente, son honorarios. La producción de esas ideas, maquetaciones, videos, muestras, relevamientos, estudios de mercado, desarrollo de marcas y de planteos estratégicos, pueden ser considerados extras, y, por lo tanto, cotizados aparte. Por ejemplo, explicitarás claramente los honorarios completos por el trabajo a realizar, y, como extras, un breve descriptivo de lo que se trate, y un monto máximo que estimas deberá disponer el cliente por esos conceptos más relacionados usualmente con la producción.

13)   Canjes: no te los recomiendo, aunque en ocasiones es bueno para poder tomar algún beneficio cuando el cliente solicita rebajas en los honorarios. Por ejemplo, tu figuración con tu marca, nombre y web en materiales promocionales, eventos, anuncios en periódicos, para que, de alguna manera, puedas capitalizar esa brecha de honorarios en algo que luego puedas traducir en ganancia a mediano y largo plazo. Sobre todo en épocas iniciales, viene bien para reforzar tu posicionamiento. También, si hay insumos que fabrica o maneja el cliente, y que a ti te hacen falta o que puedas trasladar como cortesía a otros clientes o contactos de tu profesión.

  •  Cómo relevar precios del mercado

Para saber en forma general cuánto puedes cobrar en tu país o provincia, puedes relevar en internet, con colegas, clientes pasados, revisar tus trabajos anteriores, chequear las variaciones que se prevén en la economía en los próximos meses –es decir, en el período en que llevarás adelante el proyecto-. No te recomiendo que finjas ser un cliente y que pidas cotizaciones a colegas, porque resulta a todas luces desleal.

  • Algunas preguntas y respuestas

¿Debes participar en “concursos abiertos”?  Depende de ti. Por lo general, si las bases son claras y el cliente te las explicita, incluyendo el nombre de quiénes estarán concursando, puedes elegir presentarte. Aunque si llevas muchos años de trabajo, salvo que sea una licitación realmente jugosa quizás no quieras trabajar en vano. Sin embargo, en muchas ocasiones es bueno arriesgarse sobre todo si no tienes demasiado portfolio para mostrar aún: esos trabajos preliminares preparados para un concurso, pueden ser parte de tus avales, mostrándolos como “ante proyectos” o algún concepto que funcione. Y además, obtendrás experiencia.

¿Si te roban las ideas? ¡Bienvenido al mundo real! Eso nos sucede a todos, y está en ti tomar o no ese riesgo.

¿Si un cliente hace un concurso, roba ideas y luego no contrata a nadie?  Ya sabrás con quién no debes trabajar a futuro.

  • Tres cosas por las que TIENES que cobrar por tu trabajo

 

-          Ética: si eres profesional, necesitas que te paguen por lo que haces y por los beneficios que generas a tus clientes.

 

-          Autoestima: sabes que el tiempo vale, y es necesario ser firme en que paguen por ello. No caigas en la tentación de trabajar gratis para grandes empresas. Conozco una muy conocida marca de PR que tenía la mala costumbre de regalar seis meses gratis de servicio, para que le firmen otros 6 meses de contrato. Y una de las más encumbradas marcas de tecnología mundiales, siempre pagaba migajas a sus consultores, porque decía que trabajar con ellos traía prestigio. Lo que nunca imaginaban es que todos los que alguna vez prestaron servicios a esa compañía, en círculos de influencia hablaban muy mal de esa firma tan “aspiracional” por ser tan miserable con quienes verdaderamente le hacen funcionar su negocio.

-          Servicio al cliente: esto tiene un costo, y es un valor. Cuanto mejor te brindes, más recomendaciones obtendrás. Y si te pagan bien por ello –o al menos aceptablemente bien en un comienzo- te esforzarás aún más. Recuerda: si has regalado tu trabajo una vez, será muy difícil ponerle precio la siguiente con ese cliente. Por lo que entrarás en un círculo vicioso del que te costará salir.,

Darle valor al trabajo que hacemos nos convierte cada día en mejores profesionales. Y te aseguro que cuanto más digas que “no”, llegarán a ti mejores oportunidades. Es un principio universal para tener en cuenta.

 

 

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¿Cómo adaptarnos a la velocidad en que cambian las cosas?

Aprender a cambiar es el desafío de este tiempo

La flexibilidad y poder cambiar nuestros mapas negativos son dos claves muy útiles.

Estamos en una era donde el desarrollo trae aparejados cambios de paradigmas (entendidos como creencias a las que le damos el valor de la razón absoluta) y los cambios son constantes. Tan cotidianos que exceden todo marco lógico muchas veces.

La frase de mis abuelos, “hoy estamos, mañana no sabemos…” cobra fuerza de generación en generación, ya que el instante presente es lo único que tenemos. Y aun así muchas personas no hemos aprendido a disfrutarlo y saborearlo a fondo.

El vértigo actual, la sobreabundancia de información y mensajes, la casi imposibilidad de hacer un filtro para discernir qué es lo importante y qué lo urgente, nos lleva frecuentemente a perder el sentido. Es como una brújula que se volvió loca. Así nos vemos y sentimos muchas veces irremediablemente solos, perdidos entre la multitud de una gran ciudad, o la soledad de un paisaje maravilloso. El entorno no cambia la sensación interna: a veces sólo la agudiza.

“¿Dónde quedó la felicidad?”  es la pregunta más recurrente entre aquellos que se animan a explorarse mediante el coaching y dinámicas de reflexión. ¿Debo postergarme aún más? ¿Qué es lo verdaderamente importante para mí en esta etapa de la vida? ¿Para qué vine al mundo?

Lo cierto es que si lo único permanente es el cambio, podemos estar bastante tranquilos: parece ser que esta célebre cita fue acuñada por Heráclito, un filósofo nacido hacia el 544 antes de Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al norte de Mileto, hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo.  Otros filósofos como Aristóteles y Platón, parece que aseveraron que la frase pertenece a Heráclito, en un sentido amplio: el concepto del cambio permanente.

O sea que la idea del cambio no es algo nuevo, sino que viene de siglos y siglos.

Lo que es muy probable es que la vertiginosidad del momento presente hace que tengamos que tener muchísimas condiciones para adaptarnos muy frecuentemente a los entornos con giros tan bruscos, hasta de 180 grados, en muy poco tiempo. En el mundo del trabajo, todo tipo de organización vive esta tormenta permanentemente. En los negocios, las finanzas y la política, también. Prácticamente no hay actividad que pueda ser definida ni liderada de una manera estanca –como hace apenas 15 años-.

Vemos con sorpresa en las descripciones de búsquedas laborales todo tipo de descripciones que cada vez más, amplían el espectro de personalidad y habilidades que se buscan. Y se menciona, con mucho énfasis, “habilidad para tolerar la frustración y para el trabajo en entornos cambiantes.”

En este contexto, y así las cosas, la clave es movernos dentro de nuestro marco ético, y desarrollar condiciones que nos permitan ir transitando las complejidades del presente sin tanta frustración ni enojo: si desde el vamos sabemos que habrá cambios, entonces, ¡bienvenidos sean! Escribirlo es bastante más sencillo que ponerlo en la práctica; de hecho, uno de los mayores motivos de insatisfacción en relaciones, trabajos, sociedades comerciales, dinámicas grupales de bien público, estudios y cualquier actividad que uno realice, es, precisamente, el cambio intempestivo que llega para prácticamente arrancar de cuajo el método y el proceso que seguíamos, para volver a empezar una y otra vez.

Estas cinco claves parecen tener la llave para movernos más efectivamente ante los cambios, ya sea que estemos en medio de una situación que mutará en cualquier momento, o que nos resistimos a probar algo distinto.

1. Flexibilidad: estar preparados y predispuestos. Es como cuando irrumpen hechos irremediables en la vida; no hay muchas chances, y sólo nos queda ver qué podemos seguir haciendo con lo que tenemos a nuestro alcance. Esto puede adquirir gran significancia para el desarrollo personal, ya que permitirá que fructifique la resiliencia.

2. Comprensión: nutrirme de todas las fuentes posibles para ver cuál puede ser el aporte de valor desde mí para este cambio que se está produciendo.

3. Visión del entorno global: es decir, no mirar sólo mi pequeña quinta. Levantar la mirada, observar alrededor, pedir ayuda y cooperar entre pares, para sobrellevar mejor los nuevos tiempos.

4. Pensamiento lateral: mirar las situaciones desde diferentes perspectivas y establecer alternativas, para llegar a pensar distinto. Esto nos traerá la apertura de una pequeña hendija por dónde iremos dejando entrar lo nuevo. Si no estoy conforme con cómo se van dando las cosas, puedo planificar mis siguientes metas para hallar el espacio donde pueda expresarme y participar mejor.

5. Innovación: muchas veces, los cambios vienen de la mano de procedimientos, negocios y desarrollos inéditos. Por eso si los asumimos con verdadera voluntad creativa, y más aún, innovadora –es decir, un paso más adelante que el puro acto de crear-, adquiriremos pronto nuevas destrezas que serán un plus y que se sumarán a las que traíamos y que debemos ir ajustando paulatinamente para el nuevo panorama.

Siempre se dice que los cambios son buenos y que debemos darle la bienvenida… claro que muchas veces el consejero es alguien que se para en su seguridad o en su visión, y no está en nuestro pellejo. Aun así, de no tener alternativas de corrernos al costado, asumirlos como desafíos para crecer puede ser una excelente alternativa.

“De todos modos tendrás que atravesar esta situación desafiante. Puedes hacerlo llorando o riendo, y eso es exclusivamente tu propia elección”, ha dicho el educador John Roger.

¿Acaso el cambio viene a enseñarnos muchas de estas cosas? ¿Nos vamos convirtiendo en pequeños maestros ilustrados en el arte del cambio y de reinventarnos? Tal vez no sea una mala idea estar abiertos y más flexibles, para fluir con lo que se va presentando, sin tanta elaboración de “corrales mentales” y más acción hacia adelante, pensando que hay algo nuevo que puede sorprendernos, para bien.

 

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5 formas de aprender, a partir de la muerte de un ser querido

5 lecciones que podemos aprender

Este mes he tenido la oportunidad de acompañar a varias personas en procesos de despedir físicamente de este mundo a algunos de sus seres más queridos. El dolor se presenta a veces como una irrupción feroz, que puede desarmar hasta al más equilibrado. Están trasmutando de este mundo tantas personas jóvenes y mayores con afecciones severas de salud; accidentes con consecuencias irremediables; pérdidas por pequeños acontecimientos cotidianos, que la presencia de la muerte se hace visible y contundente.

No hay un manual para aprender a morir; sin embargo, hace unos 20 años que vengo acompañando desde las herramientas de autoconocimiento, lo que puede definirse como el “buen morir”: una despedida tranquila, pausada y en paz, con tranquilidad de conciencia y Alma, para que el paso a otro plano –para los que creen en ello- sea sereno y armonioso.

Aquí, algunos testimonios en primera persona, donde, a través de ellos, podemos incorporar aprendizajes que quizás sean de valor para asumir, aceptar, procesar y despedir en paz a las personas que amamos:

1. Liliana: energética y vital, nos conocimos compartiendo una profunda experiencia vivencial y nos hicimos amigos. Diagnosticada con un cáncer, su salud se fue deteriorando, y, ante eso, además de los caminos de la medicina convencional se permitió abrirse al conocimiento de medicinas alternativas avisándole a su médico tratante. Durante más de 4 años estuvo dedicándose a hacer las cosas que jamás había hecho. Viajó, se divirtió, ante la evidente caída del pelo por los tratamientos médicos, primero se consiguió una peluca con el corte de pelo de sus figuras favoritas de Hollywood;  y luego, las revoleó por los aires, y se dedicó a coleccionar hermosos pañuelos que ella misma intervenía con su arte. La clave de Liliana es: completar lo inconcluso y darse permiso para disfrutar de todo lo que tengamos ganas, aunque sea apremiados por un tiempo o un diagnóstico .

2. Javier: cuarentón, muy buen papá, amigo de sus amigos y excelente asador, su leucemia se presentó en forma de un agotamiento que no le daba tregua. Debió pedir licencia en la empresa donde trabajaba, hasta que en un largo peregrinar fue diagnosticado. Allí empezó lo mejor: dejó de ser el financiero que siempre había querido y que los mandatos familiares impusieron, y se dedicó a la jardinería. Puso un pequeño negocio que llevó adelante con uno de los hijos. Desarrollaba las tareas a su alcance, y se dedicaba los sábados a estar en el local. Hizo todo lo que estuvo a su medida, mientras hacía su tratamiento. Motivado por la energía de las plantas, indagó y dio con corrientes de pensamiento que hasta ahora jamás había considerado: nuevos puntos de vista sobre temas cotidianos; alimentación natural y en algunos casos, cruda; algunos viajes cortos como nuevas lunas de miel junto a su esposa; y hasta logró acordar con su empleador trabajar a distancia medio día para seguir conectado con su actividad de tantos años. La clave de Javier es: reinventarse con lo que va quedando de energía, mientras se nutre de nueva energía dejando de lado los paradigmas del pasado.

3. Susana: la amputación de una de sus mamas la llevó a encabezar una organización que aún existe, sin fines de lucro, para impulsar el apoyo emocional, y cosas más concretas como el diseño de ropa, estilo y lucir bien para mujeres que pasan por el cáncer. Su entusiasmo la llevó a retratar su proceso paso a paso en fotografías y un video personal. La clave de Susana: dejar un legado basado en los aprendizajes de esa etapa de su vida.

4. Martín: cuando en 1990 le diagnosticaron VIH/Sida, ya se habían hecho evidentes los primeros signos de las enfermedades marcadoras, como le llaman en la jerga médica. Con un pronóstico por aquel entonces muy difícil de prolongar más allá de los 3 a 6 meses y casi sin tratamientos, o con remedios peores que la enfermedad, descubrió su vocación al explorar sus habilidades: tenía un buen poder de convocatoria desde siempre.       Así que comenzó unos grupos de auto ayuda para personas diagnosticadas con HIV, y para sus familiares, amigos y parejas, incluyendo personas del mismo y distinto sexo en una experiencia que, por entonces, fue revolucionaria. También llevó esta experiencia hacia las cárceles, y logró ubicarse por décadas como uno de los mayores aportes para el equilibrio y apoyo emocional de personas con una enfermedad que entonces desafiaba la vida. La lección de Martín: descubrir tu fortaleza y expandirla al máximo. Luego, y ponerla al servicio de los demás.

5. Carlos: perdió a su esposa y dos hijos en un accidente automovilístico. Como es de esperar, su vida se derrumbó muy rápidamente. Sin embargo, basado en su poder interno y la fuerza de la hija con la que tuvo que reformular por completo su vida, encabezó acaso su empresa más ambiciosa: darle sentido a tanto dolor. Desde la Pyme que tenía convocó a personas con familiares fallecidos en accidentes, y empezó a promover en su país las normativas y legislaciones oficiales que permitan no sólo sancionar a los infractores de tránsito, sino impulsar las mejoras de infraestructura necesarias. Logró la sanción de muchas medidas en su región que, luego, escalaron a su país; y desde allí, a más de 20 años de aquel accidente, siente que está haciendo lo que debía hacer: seguir adelante ayudando a que otros no pasen por algo tan cruento por lo que debió vivir. Carlos sigue viviendo, aunque por mucho tiempo pensó que era un murto en vida. La clave de Carlos: moverse y reinventarse; hacer más sólida su pequeña familia, y expandir lo que aprendió a partir del dolor, en ayudas concretas en su provincia y su país, sensibilizando con el poder del corazón a los que tienen el poder.

Como vemos, hay múltiples formas de darle sentido a nuestra propia vida: y aún más dejando un legado y un sembrado para los que nos siguen. No hay un solo camino: la acción y el movimiento es la vía para ir creando el mundo mejor que anhelamos.

A veces, hacen falta los fuertes cimbronazos de la muerte, la enfermedad o un accidente, para cambiar, o para descubrir el camino de acción que puede transformarnos en seres más sensibles, conectados y fuertes. Y allí es que vamos dándole sentido a la pérdida que tanto sufrimos en algún momento.

 

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#AUTOCOACHING – Ver, mirar y el valor de observar para conocernos mejor

Ver, mirar, observar: las claves del autoconocimiento

Ver, mirar, observar: las claves del autoconocimiento

Durante muchos años, hemos sido entrenados para vivir el mundo de manera rápida, a la velocidad del control remoto; todo debe ser excitante, increíblemente seductor y potente. Incluso las experiencias que devienen de nuestro avance en el proceso de conocimiento acerca de nosotros mismos, muchas veces, buscamos que se manifiesten a la velocidad del rayo.

Es como si estuviésemos esperando que los milagros cobren la forma de un rayo cósmico, y, de la nada, “algo” transforme nuestra vida o las situaciones desafiantes por las que atravesamos. Entonces, sí podríamos decir: “¡Wow! ¡Qué experiencia espiritual que estoy teniendo!”.

Por lo general, las cosas no suceden así. El cambio es sutil, paulatino, casi imperceptible. La fe, la esperanza y el entusiasmo contribuyen a sostenernos, junto con el amor, hacia nosotros mismos y a los demás; a las situaciones que inevitablemente atravesamos y nos fortalecen, y aquellas que parecen derrumbarnos y que, a la larga, encuentran sentido en el escalón de crecimiento personal.

Una forma de ejercitarnos que puede ser interesante para experimentar es la de observar. Se trata de mucho más que ver y que mirar. Al observar, somos partícipes co-creadores de lo que va sucediendo en nuestras vidas; podemos reconocer nuestro toque personal en ello, y, desde allí, si así lo deseamos, comenzar a operar los cambios.

Ver, como sabemos, es sólo una forma de afrontar las cosas. Mirar, es fijar más nuestra atención en algo; y observar, es la experiencia completa como síntesis de los dos procesos anteriores, transformados en algo superador, algo mayor.

Todo lo contrario: el observar es un proceso activo. Si bien no se manifiesta tan obviamente hacia fuera, el ir hacia dentro, como si tuviésemos un escáner interno que me permite tomar cada fragmento de mi interior para amplificarlo en un gran microscopio, puede darnos valiosa información acerca de nosotros y lo que estamos atravesando.

Por el contrario, el ver y el mirar están sujetos al estímulo externo. Es tanta la velocidad con que cambian los estímulos alrededor, que no es raro sentirnos perdidos y, hasta a veces, aturdidos por semejante maraña de sensaciones, emociones y decodificaciones que hacemos a gran velocidad. Por eso es que, cuando tenemos una visión o mirada superficial de las cosas, quizás nos damos cuenta que tomamos decisiones apresuradas y basadas en un impacto que buscamos que sea lo más rápido posible. Es verdad: ese impacto puede, en apariencia, ser transformador de las cosas; aunque la pregunta que podemos hacernos sería: ¿es verdaderamente profundo el cambio? ¿O parece simple maquillaje para salir del paso?

Por eso el observar es un proceso activo, que viene de la calma, la tranquilidad y la paz en conexión directa con nuestra fuente suprema. Es tomar las situaciones tal cual vienen; plantarnos frente a ellas con ojos compasivos y amorosos; sensibles y abiertos a recibir del proceso lo que es mejor para ese momento, dejando fluir y aparecer lo apropiado, al ritmo propio del universo.

Tal como suele sucederme a menudo, ¿te pasó alguna vez de querer forzar las cosas y torcer su curso? ¿Has querido cambiar a alguna persona cercana para que modifique algún aspecto que, según tu parecer, no te gustaba? ¿Funciona?  No; no funciona. ¿Por qué? Porque cada uno tiene su propia naturaleza creadora, con dones y habilidades diferentes a los nuestros, y, a la vez, complementarios.

Finalmente, el proceso de observar nos permite elegir la actitud con la que afrontaré los desafíos y tomaré mis decisiones. La forma, el enfoque y el encuadre que dé a cada situación, determinará en gran medida el curso de las cosas. Y solamente de mi depende si estaré más cerca, o más lejos, de ese intangible interno, variable y personal, llamado felicidad.

 

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5 formas concretas de saber si estás cumpliendo tu Misión de vida

¿Qué harías con tu vida si no tuvieras miedo?

¿Qué harías con tu vida si no tuvieras miedo?

En tiempos donde por lo general la mayoría de las personas viven corriendo tras metas y objetivos, a veces es bueno preguntarse si estamos alineados con nuestra misión de vida. La misión, un concepto que muchas corrientes del pensamiento y autoconocimiento han tendido a definir de formas diversas y hasta abstractas, también adquiere en lo práctico una forma de atravesar nuestra existencia, dotándola de sentido.

Es así que, al menos en lo que se refiere a estas líneas (y, una vez más, puede haber múltiples interpretaciones), un enfoque es entender la misión como la herencia espiritual  -no en el sentido religioso, sino del Ser-, y el legado que dejaremos cuando debamos partir físicamente. Es decir, aquello que nos trascenderá.

Por eso la misión personal puede ser entendida en este contexto, como aquellos dones y habilidades que nos fueron conferidos al momento de nacer en este tiempo, para ejercitarlos y ponerlos en movimiento. En un sentido superador y más elevado, vienen a darnos un sentido a la existencia, que, por lo general, está ligado con el dar y servir a otros, para cosechar lo que nos queda de experiencia y  “re-capitalizarnos” como en un generador de energía que no tiene fin.

Como en muchas empresas y organizaciones hay vistosas frases de “Misión y Visión” como si fuesen una brújula que marca su horizonte, los seres humanos también tenemos nuestra propia construcción de este destino personal, que vamos haciendo día a día. Aunque no lo tengamos presente ni consciente, el propósito de vida se manifiesta en formas sutiles desde las capas más profundas del Ser, hasta adquirir, en muchos casos, dimensiones extraordinarias que atraviesan generaciones y producen grandes impactos. Y eso sólo lo generó muchas veces, este legado puesto en acción por una sola persona. Te invito a observarte en estos cinco aspectos:

1. Sentido: cuando estamos conectados con la esencia, lo más profundo y sagrado dentro nuestro, la vida parece tener un propósito que, aunque no necesariamente se manifieste en los resultados exactos que deseamos obtener, nos van llevando, como en un viaje un tanto errático, hacia lo que está destinado a nosotros. Por eso los pequeños momentos como el nacimiento de un hijo; la concepción de una guagua muy deseada y esperada; una oportunidad profesional significativa; un cambio rotundo en nuestras creencias y paradigmas; un click de conocimiento y despertar dentro nuestro, son formas en que se hace tangible este principio de sentido.

2.      Hacer lo que nos gusta:  que no es lo mismo que hacer lo que mejor nos sale, aunque pueden ir de la mano. Frecuentemente en coaching encuentro casos de personas que anhelan un cambio profundo y superador. Sin embargo, paralizados por el miedo y la incertidumbre, eligen quedarse aferrados a lo conocido –y hasta cómodo, la famosa zona de confort- y seguir así hasta agotarse. Poner en acción los dones que nos fueron entregados es parte esencial de la misión, porque es dinámica, activa, aventurera y entretenida. Un amigo workaholic  (moderna significancia de ‘adicto al trabajo’) me decía que su trabajo actual es muy desafiante, que presenta muchas dificultades… pero que es tremendamente entretenido, y que allí encuentra la satisfacción a extensas jornadas y recarga así su energía. Es asi que te invito a hacer lo que te gusta, desde el nivel y lugar donde estés hoy mismo. Siempre puedes introducir pequeños toques personales, ajustes microscópicos, para transformar cada situación en otra, más alineada con el sentido de tu vida. La sorpresa se manifestará muy pronto, porque es altamente probable que vivencies cosas que nunca antes, y que las cosas más disfuncionales de las tareas se vayan acomodando a favor. Es un paso a paso, progresivo y sin pausa. La clave es persistir y completar; y una vez cerrado cada ‘círculo de progreso’, una vez más: persistir y completar.

 3.      Sincronicidad: ¿has observado que por momentos la vida entra a jugar todas sus piezas y se acomoda casi mágicamente? Esto sucede en los momentos donde estamos alineados y sintonizados con el todo, que es ni más ni menos que una mirada más abarcativa de quienes somos, qué queremos, dónde estamos y dónde queremos llegar. A la inversa de lo que sucede en ocasiones cuando todo se desmorona en segundos, esos instantes que solemos identificar como de felicidad y plenitud, también nos abren la oportunidad de entenderlos como un signo certero de nuestra misión de vida. La sugerencia es que puedas entrenarte en fluir, vivir más tiempo en el exacto presente, y sin tantas proyecciones hacia el pasado o futuro, “…Porque este momento de vida es un regalo; y por eso se llama presente”, dice un conocido texto motivacional.

 4.      Permanece atento: las oportunidades y señales se van cruzando en la vida. Conocemos millones de anécdotas acerca de cómo un hecho aparentemente fortuito ha cambiado para siempre el curso de una vida, y pensamos que esos instantes suceden a otros. En tanto permanezcas en ese estado de conciencia (de vivencia), es posible que te pierdas de muchas ocasiones que están a la mano para transformar tu realidad inmediata. La clave es observar, no confrontar; afrontar las situaciones pensando en el objetivo para el bien mayor de esa situación y las personas involucradas; y tener la paciencia –entendida como la ciencia de la paz- para evolucionar paso a paso.

5.      Impulso: tal vez hayas percibido que las personas con su misión de vida clara y con propósito, sienten un cosquilleo interior permanente, que los mueve hacia nuevas experiencias. Así, la mayoría de las veces sin proponérselo, encararan cada día agradeciendo por todo lo que está dispuesto para vivir,  y lo capitalizan como experiencias de valor. Buscan trascender las etiquetas de negativo o positivo de cada situación, y las dejan de lado, para identificarlas sólo como vivencias en esta escuela. No son amigos de los chismes y saben filtrar bastante bien lo que no es conveniente para el bien mayor. El fin último del impulso es transformar todo en una experiencia inagotable de vivencias que se convierten en una enorme caja de herramientas que te prepara mejor para cualquier momento: los buenos, las tempestades, los amores, los desamores, los cambios; y siempre con una buena dosis de autoconfianza en acción. Por eso quizás percibas en estos seres humanos –tan extraordinarios como tú-  mucha claridad al expresarse, entusiasmo al participar, vitalidad en la mirada y las acciones que emprenden, y visiones por lo general que salen bastante de lo común.

Llegar a descubrir tu Misión y propósito y vivirlo, depende exclusivamente de ti. No ha nacido nadie que pueda arrebatártelo por difíciles que se presenten las circunstancias; por eso hay miles de personas que convierten los problemas en grandes obras de arte: sus propias vidas… y si tan sólo un ser humano lo hizo, nosotros también podemos.

Finalmente, te invito a dejar de lado los ejemplos de la historia y del presente donde grandes personajes transforman de raíz realidades del mundo. Empieza por tu casa, por ti,  y luego, como un círculo virtuoso que se va expandiendo por sí mismo, muy pronto verás como el resultado se multiplica.

 

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¿Cómo saber cuál es mi Misión en la vida?

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Con mucha frecuencia un alto porcentaje de los seres humanos nos planteamos cuál es nuestra misión en  la vida. Entendemos la Misión como aquello que venimos a cumplir en este plano físico de la existencia, mientras hacemos lo de todos los días, y vamos observando –y participando- en este juego que llamamos vivir.

En numerosos seminarios y consultas personalizadas, muchas personas declaran no saber cuál es su misión en la vida. También postulan que se sienten perdidos, desorientados y muy desconformes con la forma en que llevan adelante sus asuntos.

Y allí aparecen los primeros signos que nos pueden llevar a la respuesta:  en la confusión entra a jugar un papel muy importante el pensamiento analítico, el sentir y el Ser. Es decir, todo aquello que, más allá de lo que presuponemos y que en muchos casos, nos “pre-ocupa” (es decir, lo que nos mantiene ocupados antes de que las cosas sucedan).

Si bien hay que convenir en que no existe una regla exacta que determine cuál es nuestra Misión, puesto que es algo que se siente muy profundamente, hay intuiciones que aparecen de vez en cuando y que nos marcan, como señaladores o banderas, si vamos en el camino acertado.

En otros momentos, el camino se desvía tanto por la fuerza de los acontecimientos, que nos sentimos en medio de una tormenta que, por más que sepamos que es pasajera, en ese instante la pensamos eterna.

Una de las primeras claves para saber cuál es nuestra Misión es la de observar. Si nos detenemos el tiempo suficiente, en calma y tranquilidad dentro del ajetreo diario, y miramos con atención todos los pasos que fuimos dando desde que tenemos conciencia –siendo muy pequeños- hasta el presente, hay un rumbo, un sendero que, instintivamente, fuimos trazando.

Tal vez no aparezca con la claridad que quisiéramos, aunque por lo que he podido trabajar con miles de personas, y conmigo, las señales siempre estuvieron, sólo que no supe verlas o darles sentido a tiempo.

¿Por qué aparece aquí lo de “darle sentido”? Esa es la forma en que se produce la toma de conciencia, el aprendizaje y la certeza interior de que estamos en la senda apropiada. El sentido es lo que ratifica, le pone el sello de validez a ese tramo de experiencia que nos llevará a otras nuevas, siempre tras eso que denominamos Misión.

Otra clave relevante es registrar. Como si fuésemos científicos de nuestra propia vida, necesitamos estar en el presente, y registrar en nuestra memoria interna todos aquellos signos, acontecimientos, personas que se cruzan en nuestra vida y que nos apoyan, y las oportunidades que se abren y se cierran, para conducirnos por nuevos caminos.

Por lo general el cambio no tiene muy buena prensa. Se dice, casi condescendientemente, que todos los cambios son buenos. Lo que por lo general no se nos explica es cómo transitarlos sin ansiedad y sin cierta cuota de incertidumbre, inherente a ese proceso. Sin embargo, los cambios –planificados, repentinos o los que parecen un retroceso en cierto momento- son los grandes impulsores hacia la Misión de vida.

¿Cuánto tiempo hemos de permanecer en nuestra zona de confort, ese espacio conocido y muchas veces, doloroso y sin sentido? Sólo expandiéndola, podemos conocer lo que hay más allá, y, si nos animamos, encarar lo nuevo con un espíritu renovado.

¿Cuándo haremos el cambio en nuestra vida? “Cuando estemos cansados y enfermos de estar cansados y enfermos…”, dice el maestro espiritual John Roger. Es decir, cuanto verdaderamente estamos hartos de una situación, es que tomamos fuerza y, como podemos, nos zabullimos en las aguas tormentosas del cambio; conteniendo el aliento hasta salir de nuevo a la superficie.

Por último, la Misión se manifiesta con un propósito de vida, no menos importante que la misión misma. ¿Estoy haciendo lo que quiero? ¿Hay algo que me gustaría encarar y lo vengo postergando hace años? ¿Hay decisiones que no me animo a tomar? ¿Es mi vida tal y como la quiero vivir? ¿Estoy rodeado de las personas adecuadas que apoyan mi Misión? ¿Siento que lo que hago suena fuerte dentro mío?  Si hoy mismo dejara de hacer las cosas que hago, ¿sentiría que pierdo una parte importante de mi Ser?

Estas son preguntas claves que, respondidas con precisión y sin dudar, te darán la certeza de que estás en el sendero de tu Misión de vida en este mundo. De lo contrario, quizás haya algunos ajustes que quieras empezar a hacer aquí y ahora, y desde hoy en adelante.

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