Hay que pasar el invierno

Amo el invierno. Bah, lo amaba. Hasta que fui mamá. Es que, cuando empezaba a disfrutar del primer frío,  llegaron los mocos y la tos, el catarro y la fiebre. Y arrancó una catarata de virus y bacterias imposible de parar.

Continuar leyendo

¿Sala de uno?

Me agarró la loca y desde hace unos días no puedo dejar de pensar qué será de mi vida el año que viene. Los chicos se largaron a caminar y convivir demasiado tiempo en el departamento se está volviendo cada vez más difícil.

Como se duermen al alba, se levantan bien temprano y apenas aguantan una o dos horas encerrados entre cuatro paredes. Juro que intento entretenerlos jugando con autitos, pelotas y encastrando piezas pero la única manera de mantenerlos tranquilos es hipnotizándolos con dibujitos animados, cosa que no es lo ideal (y si la pediatra lee esto, me mata). Continuar leyendo