Cuando Kurt Cobain irrumpió en la escena del rock, terminó de devastar comercialmente a la oleada de bandas glamorosas, de pelos batidos, pegadizas baladas, estribillos, riffs gancheros y looks bien parecidos (algunos, no todos, eh). El aluvión de conjuntos que surgieron, en su mayoría, de Los Ángeles, New Jersey y Suecia veía pasar su ocaso y con él, la desazón de todos los fans. Hoy, gracias a la aparición de distintas agrupaciones europeas y californianas, el género renació, se renovó el público y volvieron los viejos seguidores. En medio de este contexto, Exile Party se erige como uno de los tantos lugares porteños dedicados a disfrutar un buen momento al compás del “Girls, girls, girls ♪♫”, mucho cuero, mucho batido y mucho “wouh-yeah ♪♫”: