El partido inaugural: las sorpresas que se dieron a lo largo de la historia

La primera vez que se produjo un resultado inesperado en la apertura de la Copa del Mundo fue en Italia 1934. El 27 de mayo de ese año, la Argentina inició su periplo por Europa con una derrota frente a Suecia. Todavía con el brillo de la medalla de plata conseguida en Uruguay, los albicelestes cayeron ante el combinado del húngaro Joszef Nagy por 3 a 2. Si bien la jornada en Bologna había comenzado de la mejor manera para los criollos, por el prematuro gol de Ernesto Belis, la reacción nórdica no tardó en llegar a través de Sven Jonasson. En el complemento Alberto Galateo volvió a poner a los sudamericanos en ventaja, pero el jugador del  Allsvenskan volvió a emparejar para los escandinavos, quienes a 11 minutos del final se quedaron con el triunfo gracias a la intervención de Knut Kroon. Fue debut y despedida para el subcampeón del mundo, dado que el formato del torneo comenzaba a partir de los octavos de final.

Sorpresas inaugurales 1934

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¿Qué pasó por la cabeza de Maradona cuando convirtió el mejor gol de la historia?

Garrincha, aquel inculto que jugaba como los poetas escriben, sólo podía ser comprendido por un colega; esto es otro poeta. Por eso fue Vinicius de Moraes quien tradujo mejor que nadie aquellas piernas arqueadas. La obra que estos genios proyectan tiene un fin que las motiva, pero es normal que la comiencen sin conocer los medios. Se meten en medio de tres defensores carnívoros y sólo en ese momento empiezan a averiguar dónde está la salida. Confían en que la habilidad y la fantasía se encargarán de sacarlos de los problemas que acaban de asumir. Saben muy bien que algo impensado puede provocar un cambio brusco de planes, pero confían…

Maradona 86

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Inglaterra 1966: Un campeón con alma pirata

La cita mundialista organizada por los creadores del fútbol se inició en un clima enrarecido. A pocos meses del puntapié inicial, la copa Jules Rimet desapareció de las vidrieras de la tienda londinense Westminster Hall, donde estaba exhibida para promocionar el torneo. El enigmático robo puso en vilo al cuerpo de policía local, que a pesar de asignar a sus mejores hombres, no logró obtener ni una pista de la curiosa sustracción. Con la desesperación por el comienzo del Mundial, la Football Association le pidió al orfebre Alexander Clarke que realice una copia para sustituir el trofeo original. Sin embargo, antes de la finalización de la réplica, un perro llamado Pickle halló la estatuilla en un jardín del suburbio Beulah Hill. La misma se encontraba envuelta en varios periódicos y había sido tomada por un obrero portuario llamado Walter Bletchley. El hecho delictivo fue una premonición de lo que pasaría adentro de los campos de juego durante el campeonato.

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