El 18 de julio de 1936, Jorge Luis Borges abandonó pasadas las 14 horas aquella mesa que ocupaba siempre en el Bar Iberia: Avenida de Mayo y calle Salta, justo en la esquina. Caminó tranquilo hasta Plaza de Mayo. Miraba detenidamente cada una de las ventanas, de cada conventillo en la zona. Tomó nota de dos o tres ideas mientras andaba. El flujo migratorio se consolidaba, por esos días, como el sustento dela Argentina que hoy se conoce. Cuando el almanaque reposaba sobre los años en blanco y negro, las noticias aún no corrían. Más bien, gateaban. A los pocos días de ese día, llegó la noticia: un golpe de estado había fracasado en España y se abrían las puertas de la Guerra Civil, un conflicto político, social y militar que enfrentó a fascistas y republicanos. El proceso se cerró recién en 1975, con la muerte del General Francisco Franco. Continuar leyendo