“¿Para qué sirve hacer tantas guerras si no somos capaces de dar la guerra contra el mal?” sintetizó Francisco durante la celebración del Ángelus del pasado domingo 8, inmediatamente después de la jornada mundial de ayuno y oración impulsada por él mismo.
Y se extendió por si quedaban dudas: “guerra contra el mal significa no a la violencia y no al comercio de armas“.
Él es capaz de esa síntesis porque simplifica los términos del conflicto. Los analiza desde la coherencia del que ve la realidad desde un plano de valores humanos. Valores cuya ausencia, precisamente, hacen posible la Mentira. Francisco tiene, profesa y predica una doctrina. Y ese sustrato moral le permite pararse y gritar a la cara del mundo cuál es el problema.
Francisco hace de sí mismo un pararrayos. Llama la atención y denuncia la Verdad: la guerra es una excusa.