Brasil. Porto Belo. Viaje en el barco Pirata.

 

Recuerdos de mis Viajes por Brasil.

 

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Brasil. Porto Belo. Las playas son una delicia.

Bajamos desde la elevación donde estába instalado nuestro “Hotel Morro do Sol” y en pocos minutos estuvimos en el Porto do Piratas. Apenas si nos dieron tiempo de conocer y fotografiar las hermosas playas de Porto Belo. Sin aviso fuimos atacados por los Bucaneros. Que con estruendosos cañonazos se acercaban al muelle. No nos hicimos esperar y nos fuimos embarcando en él. La navegación fue más que placentera.

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Brasil. Porto Belo. El barco Pirata listo para partir.

Nos encontramos con un Atlántico desconocido si lo comparamos con el nuestro. Hacer esa navegación en Mar del Plata no es nada placentera. A pesar de que también tiene su encanto. Aquí el color verde le da una belleza muy particular. Todo el pasaje se movía como si estuvieran en tierra firme. Un lujo. Empezó la música y esto marco el comienzo de los festejos. La idea era recorrer la Costa Esmeralda. Una sucesión de balnearios que conforman este recorrido. Todas ellas muy conocidas: Itapema, Porto Belo y Bombinhas.

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Brasil. Porto Belo. Pintorescas embarcaciones sobre la Playa.

Con el barco en movimiento comenzó la alegría, para ello nada mejor que la buena música a todo volumen y la aparición del cásico personaje. “El Pirata” con un muy buen estilo deportivo, anchas espaldas, muy buena altura y para colmo “Negro”. Llenaba las expectativas de todas las mujeres sin límites de edad. Haciendo abuso de su físico y su autoridad, en el barco se trepaba por distintos lugares provocando los suspiros de la hinchada femenina. Ellas se adueñaron de todo. Sus fantasías más extremas dieron rienda suelta a sus bailes que una vez desinhibidas lo hacían en forma provocativa.

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Brasil. Porto Belo. Empezó la música y la diversión.

Micrófono en mano nos fue dando explicaciones y datos de los lugares que íbamos visitando. Rápidamente convoco a su público y les hizo hacer movimientos sensuales, típicos ejercicios de gimnasios con muy buena música. Mientras tanto los del sexo masculino totalmente celosos ¿? Al borde del suicidio nos refugiamos en la Caipiriña que el capitán del barco, nos hacía en un bar habilitado para estos casos extremos. Poderoso el trago a tal punto que al segundo muchos le ofrecían dinero al señor Pirata para que se lleve a sus mujeres. Pero la negativa rotunda de este evidenciaba que ya estaba escarmentado. Seguramente lo había hecho y les resultaron inmanejables.

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Brasil. Porto Belo. El entretenimiento en el agua a pleno.

En el medio de la mar la embarcación se detuvo y les dio las posibilidades a los navegantes que se dieran un chapuzón, muy bien pertrechados con salvavidas y un flotador cilíndrico, hecho con espuma de poliuretano con celdillas cerradas. Con un telón de mar de color verde se pobló rápidamente de estridentes colores, gritos, risas que siempre traen acompañados el divertimento en el agua. En algunos casos era acompañado por algún alarido, que emitían los que elegían la vía rápida de acceso al agua por medio del tobogán. Ya entusiasmados con el baño remoloneaban para subir ante el llamado del capitán.

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Brasil. Porto Belo. Las playas tienen un encanto muy particular.

Seguimos con nuestro viaje hasta dónde luego retornaríamos y les permitió una nueva oportunidad de zambullirse en las tibias aguas, muy transparentes. Nuevamente se sucedieron los juegos y la diversión de los turistas. Mientras tanto la tripulación nos iba agasajando con las frutas tropicales muy heladas, que venían como un bálsamo ante la temperatura que ya se hacía notar. Laranjeiras, melancia y abacaxi desparecían como por arte de magia.

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Brasil. Porto Belo. La parranda a bordo continuaba.

Viajábamos por el mar de Porto Belo con una importante temperatura, apaciblemente, los pasajeros muy relajados. Los ánimos con el chapuzón se habían aquietado. Cada uno buscaba un lugar para descansar y si era posible a la sombra. Hasta que el bendito Pirata bien Pirata por lo malo. Subió corriendo al puesto de mando y con una voz entrecortada y en portuñol. Vociferaba. ¡Atenzao! ¡Atenzao! Está aconteciendo algo muy especial y la razón debe ser porque Uds. son Periodistas. Nuestro capitán a pesar de los años que tiene en el mar nunca le paso nada igual. Nuestras expectativas eran muy grandes y no podíamos esperar tanto suspenso…

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Brasil. Porto Belo. ¡Atenzao! ¡Atenzao!. Una Ballena.

Por si acaso todos sigilosamente preparábamos las cámaras fotográficas. Don Pirata insistía con la intriga provocando una tensión intensa. Por favor miren algo que nunca ocurrió. Allí a la derecha apuntando con su dedo índice y oteando el horizonte. ¡Una Ballena! Exclamo con su voz compungida por la emoción y volvió a repetir ¡Hay una Ballena! Se imaginan una multitud de periodistas de distintas partes del mundo. Todos. Todos. Querían tener la mejor foto.

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Brasil. Porto Belo. Los chapuzones en el agua deleitaban a los pasajeros.

Fuimos en manifestación hacia la derecha. Nuestros ojos clavados en el agua. Peleando cuerpo a cuerpo un lugarcito sobre la baranda. Casi provocamos una vuelta de Campana, con todo el peso sobre una borda. Las cámaras fotográficas se prendían fuego. El disparador se recalentaba. Fueron unos segundos. El motor de la embarcación no había bajado su marcha. Me pareció extraño pero no sacaba mis ojos del objetivo, De pronto un “mala onda” grito: ¡Bromista! No se equivoquen… es una piedra.

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Brasil. Porto Belo. Otra embarcación Pirata buscando pleitos.

Todos lo miramos de reojo, muy lentamente y con mucha calma abrimos el que teníamos cerrado, sin sacar el otro del visor de la cámara. Malhumorados, eso sí. Y de la otra punta otro mala onda gritó. ¡Tiene razón es una Piedra no ven que no se mueve! Poco a poco fuimos sacando el ojo del lente y muy desconfiados abrimos definitivamente el que manteníamos cerrado. Y tuvimos que aceptar que todo era una simple broma. Muy buena broma y nos divirtió por un buen rato.

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Brasil. Porto Belo. La isla guarda un encanto muy particular.

La hora del mediodía nos ponía un poco inquietos pero por suerte ya avistábamos la Isla de Porto Belo. Una belleza natural. Allí nos esperaban muy cerca de la playa para almorzar. La aproximación al muelle se hizo con una maniobra perfecta del Capitán “Pirata”. Nos recibían aguas transparentes, arenas muy rubias y suaves. El plan era un almuerzo en mesas servidas prácticamente en la Playa con buena sombra. El calor ya apretaba nuestras dilatadas gargantas.

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Brasil. Porto Belo. La isla permite un tiempo para la coquetería femenina.

Por suerte que con gran criterio y para matar la ansiedad empezaron a circular las ¡Caipiras! Heladas y muy gustosas. Nos encontró desprevenidos y sedientos. Enseguida agotamos las existencias. Al fin llegó la orden y rápidamente nos fuimos sirviendo las delicias que el Chef nos había preparado. Por supuesto que las rubias y espumosas brasileras decidieron acompañarnos. Cada uno eligió como hacer la digestión. Debíamos volver para descansar y preparanos para la conferencia prevista para esa noche.

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Brasil. Porto Belo. ¡A comer! La mesa esta servida.

Foro Internacional de Turismo.

 En la sala de conferencias del Hotel morro do sol se daba inició al “Segundo Encuentro Internacional de Jornalistas de Turismo” – Porto Belo- Santa Catarina- Brasil. La sala estaba colmada cuando el presentador inicio el foro. Fuimos abriendo el fuego ante el silencio de más de 200 asistentes. Empresarios, ciudadanos interesados en el tema y una importante cantidad de jóvenes, muchos de ellos estudiantes. Fui elegido entre mis colegas para disertar, lo que hice con mucho éxito. Y abordé temas referidos al Turismo. Para los infaltables brindis lo hicimos por el compromiso de no faltar el año que viene.

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Brasil. Porto Belo. Segundo encuentro Internacional de Jornalistas de Turismo. Fotos Marta ^Paoli.

 

Próximo estreno:  sábado 27 de setiembre 12 horas.

” Brasil. Y explotó Porto Belo”.

Uruguay. Punta del Este. Toda seducción.

 

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

 

Mi pie derecho apretaba el piso del auto y el que más sufría era mi acelerador. Estábamos muy ansiosos por llegar en nuestro breve viaje de la Paloma a Punta del Este, allí donde el sol monto su templo en la República oriental del Uruguay, suerte que tan solo nos separaban 130 kilómetros.

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Punta del Este. Sus playas son atracción de Turistas que llegan en grandes cruceros.

Teníamos noticias de que varios periodistas de distintos países se encontraban alojados en el “Hotel Jamaica”. La única referencia que teníamos es que estaba detrás del Hotel “Conrad”. Sentadito en la punta del asiento trasero viajaba mi colega de Ecuador Guido Calderón, el hacía de Copiloto de rally. Entre sus manos lo protegía como si fuera un polluelo, lo exprimía y movía nervioso, mientras sus dedos aprovechaban y le llenaban la cara al GPS. A su vez a viva voz me iba dando indicaciones. Era la auténtica búsqueda del tesoro.

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Punta del Este. La mirada perdida en el horizonte en Casa Pueblo.

Por fin se escuchó: ¡Allí esta! El griterío en el habitáculo del auto era ensordecedor. Rápidamente salieron a saludarnos nuestros colegas de distintos países y así dimos por iniciada la nueva reunión de “Visión” – Asociación de Periodistas Internacionales de Turismo- Una ajustada agenda nos mantendría ocupados por más de 10 días. En pocos minutos más nos pasarían a buscar para dar una recorrida por esta magnífica ciudad balnearia, la codiciada, la única… Punta del Este.

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Punta del este. El “Hotel Jamaica” y su coqueto entorno.

Hicimos el chek inn en el Hotel y nos distribuyeron las habitaciones. La clásica revolcada de las valijas. Debíamos asegurarnos de llevar la máquina de fotos y verificar la carga de las pilas, es la nueva tecnología que nos debemos asegurar en todos los viajes. Sin quererlo ya estábamos arriba del ómnibus y nuestros guias nos iban repitiendo cifras y nombres sin cesar.

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Punta del Este. La belleza de sus codiciadas playas.

Recorrimos el pintoresco Puerto deportivo de la “Virgen de la Candelaria”, descubierto por uno de mis más famosos tíos “Don Juan Díaz de Solís”. Atestado de costosísimas embarcaciones, este fue uno de los primeros puntos que recibieron todos los disparos de nuestras máquinas fotográficas. Descargamos en él toda la adrenalina del viaje. A mi particularmente me hizo poner nostálgico y recordar a “Puerto Banus” en España. Seguimos en nuestro recorrido y llegando a la punta de la península. Vimos como las aguas se unían en un abrazo eterno de colores y sabores en interminables besos de espumas. Allí se juntan las aguas dulces del Río de la Plata y las saladas del océano Atlántico.

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Punta del Este. Grandes cruceros llegan a sus costas.

Rápidamente estábamos fotografiando los famosos “Dedos” muy cercanos a la parada 2 de la playa Brava, uno de los lugares más atractivo para la “Foto” de Punta del Este. Siempre está rodeado de turistas que cámara en mano quieren inmortalizar su silueta. Esta magnífica obra del artista Chileno Mario Irazábal Covarrubias es hoy uno de los iconos más representativo de los esteños. Sus imágenes con ciento de caras de turistas de distintos países recorren el mundo identificándolos. Personalmente cuando los veo me imagino detrás de ellos a la ciudad de Punta el Este. Siempre que puedo paso por allí. Pese a que originalmente el autor quiso prevenir a los bañistas de un posible accidente en el mar. Para mí es un canto a la vida esa mano buscando el inmortal cielo.

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Punta del Este. “Los dedos” Un icono del turismo Uruguayo.

Hoy a estas magnificas playas llegan grandes cruceros que vienen recorriendo distintos puertos. Es este uno de los principales atractivos de la ruta prevista dándole un movimiento importante de turistas extranjeros. Poco a poco recorrimos toda la costa Brava, en su orilla habitan una importante hotelería, edificios y construcciones de muchísimo valor rodeada de puntillosos jardines, ordenados, regados y florecientes, adornados de multicolores flores que le dan un marco especial a toda esta magnífica red edilicia.

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Punta del Este. La Barra de Maldonado y su puente ondulante.

Fuimos en forma directa a la famosa Barra de Maldonado unos de los puntos de reunión del glamour de todos los veranos. Allí se practican todo tipo de deportes náuticos y las siluetas femeninas con muy poca tela sobre su cuerpo adoran al sol. El puente ondulado que une a las dos orillas- así se lo conoce por su forma- Es una obra arquitectónica de una osadía total y hacen del lugar algo muy pintoresco. Atravesarlo nos da una sensación muy extraña en nuestros estómagos, que se traducen en sonrisas y griterío, tal como ocurrió en nuestra combi, provocando un momento muy divertido.

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Punta del Este. Punta Ballena es una obligación visitarla.

Ante el reclamo de todos fuimos hacia Punta Ballena, recorrimos los pocos kilómetros que nos separaban de ella no más de quince, ansiosos por conocer este maravilloso lugar y dispuestos a regalarnos un magnifico atardecer. Conocedores de que esta punta de piedras que arriesgadamente se mete en el mar y tiene el placer de cobijar entre sus rocas a “Casa Pueblo”.

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Punta del Este. “Casa Pueblo” La morada de Paéz Vilaró.

Es este un lugar muy especial que fue creado por un personaje muy mimado por los Uruguayos. “Carlos Paéz Vilaró” recientemente desaparecido. En su mente de artista fabrico este magnífico lugar y lo fue desarrollando a través de los años. En su interior cobija un Hotel de cuatro estrellas, un museo y una galería de arte. Su estructura muy blanca se destaca desde muy lejos entre las rocas. Convierte esta punta saliente de piedras en un paraíso. El lugar tiene un aspecto muy particular cuando el reflejo del sol ocultándose insolentemente lo invade. Convirtiéndolo en el  “Santuario de la Bohemia”.

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Punta del Este. Casa Pueblo y Punta Ballena una simbiosis de Bohemia.

Nuestro transporte regresaba con las primeras sombras que querían invadir el escenario, la ruta costeaba el mar y la blanca espuma sacudía su cabellera sobre las limpias arenas costeras. Viajaba semidormido y meditaba… es que cuando encontramos estos lugares tan bellos los “Turistologos” acostumbramos a usar una frase muy conocida y muy ceremoniosos decimos: “Aquí estuvo la manos de Dios”. En silencio y muy para mis adentros pensaba en el privilegio de los Uruguayos. De haber encontrado a Dios en un día muy descansado, muy creativo y que no uso solamente una mano sino que uso las dos y quizás algún ayudante. Es que le dio tanta belleza a Punta el Este. Su imaginación y su buen gusto son notables. Lo único que se me ocurrió susurrar fue ¡Grande Genio!

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Punta del Este. Las playas y los visitantes de Grandes Cruceros.

Nos dejaron en la puerta del Hotel y nos dieron una hora para bajar bañaditos y perfumados. La cena prometía, nuestro próximo anfitrión seriá el gran “Hotel Conrad Punta del Este. Resort & Casino”. Un cinco estrellas emblemático de Punta, con casi 300 habitaciones, 5 restaurants un completo Spa y un gran Casino. Ubicado en un lugar preferencial frente al mar.

Muy puntuales ingresábamos triunfantes y hambrientos al Restaurant “Las Brisas” del gran complejo. Una pequeña ceremonia con las autoridades del lugar, regalos y llego la esperada orden ¡A comer! Estas son las sugerencias del Chef:

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Punta del Este. Hotel Conrad y el Restaurant “Las Brisas”

Salad Bar

Sopa de pollo y verduras

Wrap de atún y vegetales asados

Principales:

Picaña con papa al plomo

Spaghetti con salsa de hongos y Panceta con hierbas

Pesca del día con salsa de Puerro y azafrán

Buffet de postres

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Punta del Este. El Restaurant Las Brisas en el Hotel Conrad. Buffet de Postres.

En mi caso partí como un enajenado con mi plato y el tenedor armado como para ir a las cruzadas. Mi objetivo la mesa del Salad Bar. Muy abundante y variado. Pese a que quise ser mesurado casi lo hago explotar. Todo regado por un abundante tinto muy rico servido a discreción. Mi plato principal ¡Carne! Picaña. Allí me demostraron la bondad de la cocina, se pidieron dos de ellas, una jugosa la mía y la otra a punto, las dos llegaron al mismo tiempo y con cocción exacta para cada uno y la temperatura. Caliente. Una exquisitez. Los Postres capítulo aparte.

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Punta del Este. Hotel Conrad una apacible recepción.

Un rápido recreo por la sala de Juego, muchos de mis colegas despuntaron el vicio. A mí ya hace tiempo que este bichito me dejo de picar. Lentamente nos fuimos retirando. Mañana muy temprano teníamos un día agotador por las Playas de Piriapolis. Rápidamente las sábanas suaves y la agradable temperatura me envolvieron en un magnifico sueño.