Recuerdos de mis viajes por Ecuador.
Este trabajo es:
Primer Premio “Perla del Pacifico” Ecuador 2010
Segunda Parte
A la Hora Señalada:
Tic, Tac, Tic Tac. Quince minutos antes de lo convenido estaba paradito frente a” Pesca Tours”. En Ecuador, las playas de Salinas. Se iba cumplir un sueño de muchos años ¡Pescar un Marlín! Casi las cinco de la mañana. Con suculentos sanguches, frutas y gaseosas. Me sentía raro, mitad nervioso, mitad ansioso y totalmente alterado. Los minutos no pasaban. La Playa, el pequeño puerto deportivo, la calle, todo en silencio y ningún movimiento, ya empezaba con las clásicas preguntas negativas. ¿Se durmió el Capitán? ¿No arranco el motor? ¿Se arrepintieron de no cobrarme? Sacudía mi cabeza para echar a los malos espíritus. Tic tac, tic tac, mi corazón estaba por estallar. Repasaba mi equipo: sanguches, frutas y gaseosas todo OK cuando en la oscuridad una luz se prendía y se apagaba, la señal esperada. Cinco en punto. Corrí enceguecido a la luz como los bichos…
El “Mac Arthur” con sus 35 pies bien calzados comenzó a esquivar embarcaciones. Una pequeña brisa nos acariciaba. Los dos motores Ford Leman diesel internos rugían parejito. Clavo su acelerador al mango y viajábamos a lo que da, en un mar calmo. Es como navegar en una gran laguna un poco movidita, una maravilla. Debíamos recorrer 25 millas, casi una hora de viaje, Mi tarea. Extrañar al cigarrillo, gran compañero de estas aventuras. Miraba los equipos y revisaba la cámara de fotos. Tic tac. Cada vez falta menos, me salía de la vaina. No me arrepentía de nada. Que Galápagos ni qué Galápagos. Estaba en mi propia aventura. Mi capitán don Sergio Tigrero le pedía más y más a los motores, comprendía mi ansiedad.
El día sacudía su modorra, 6 hs. marcaban los relojes y los dos marineros empezaron a preparar todo para tirar dos cañas al agua. La armaron con Fiocos y anzuelos no muy importantes. Un tándem de dos de ellos unidos por un leader y el artificial de colores que venían saltando de ola en ola, la velocidad de curricaneo era de 16 millas la hora. Desde su partida y hasta el regreso la embarcación no se detiene, su velocidad varia solamente por la cantidad de cañas que se tiren al agua. Tic Tac, Tic tac. La emoción, la adrenalina todo el bagaje de suspiros y sueños amalgamados en ese momento tan sublime. El de mandar los señuelos al agua, revisar todo con la mirada del experto y ya. Comenzó la cuenta regresiva. Cuanto tardaré en tener el primero arriba. Pensé…Agrandado. Me venia saliendo todo 10 puntos… No podía fracasar.
Desde mi sitio, expectante. Controlaba las dos cañas, atento, tratando de ver el momento preciso en que el pez ataque. Me imaginaba la clavada y el bendito animal saltando por el aire, ya me sonreía y no se de que. Seguramente de la cara que pondrían mis amigos cuando se enteraran de mi nueva aventura, sobre todo que el muy ladino no le contó nada a nadie y se fue en secreto. Ese soy yo. El ganador. Pero bueno la pesca también tiene esto y a mi me encanta darle envidia a los amigos…
Con la fresca mañana me estaba quedando duro de no cambiar de posición. Expectante. Firme. Cuando ví, a los dos marineros que empezaron a recoger y a preparar otro tipo de cebo. Siempre la embarcación en marcha, sin bajar su velocidad. Prepararon más cañas y al tandem de dos anzuelos le agregaron una carnada. El Ballyhoo, conocido vulgarmente como la “Choca”, es similar a un pez de pico pero pequeño.
Lo he visto en Miami volar sobre las cresta de las olas. Su pico mirando al pescador, presentado con los dos anzuelos clavados y como sombrero los flecos del fioco. Que a su vez tiene una cabeza de metal como peso. Una de las cañas arrastraba un dispositivo que pesa 400 grs. que se usa como plomada para el trolling de alta velocidad. Cinco poderosa cañas. Penn y Shimano con pasahilos y mangos Aftco. Con reeles del 6/0 al 9/0 de la misma marca. Nylon del 50 al 80 de diámetro.
Se bajaron los dos tangones -deberíamos haberle preguntado a Gardel por que se llaman así- Outrigger. Dos varas que se bajan en forma perpendicular a lo que seria el mástil de la embarcación, una a cada lado. Su función es sacar la líneas laterales hacia los costado cuando se trolea, son dos alerones que no se bajan totalmente, con un dispositivo dónde se sostiene la misma con una bandita elástica. En caso de pique se corta por la presión del pez y empieza a trabajar en forma directa sobre el reel, que esta apoyado en el cañero y empieza la movida de acercarlo a la embarcación. Todo dirigido y maniobrado por la experiencia del timonel, atento a los movimientos que el Pez realice. El equipo y el pescador son los que menos trabajan pero no por ello su pesca deja de ser interesante. Ingresamos a una zona con una pequeña olita que generalmente marca un fondo rocoso. Esto asegura carnada, pescados chicos y detrás de ellos lo gigantes Por supuesto allí estaba la “papa”. Tic tac comenzó a latir con renovados bríos.
Veníamos navegando en aguas con una profundidad de 70 pies y su lecho generalmente de arena, lo habíamos hecho unas 25 millas y cuando ingresamos al lugar denominado “canchón” de 28 a100 pies de profundidad y un recorrido de 10 millas. Me acomode, clave mí vista en el mar y repasaba como un radar a manivela las cinco líneas que estaban trabajando, buscando y buscando al ansiado Pez. Estas no cesaban de dar pequeños brincos sobre el agua. Ejecutaban como bailarinas el famoso “Trolling” que por supuesto no quiere decir “Gay en funciones” sino algo así como trotando las olas. Trollin y Trollin, con el perdón de la palabra. Repasaba las cañas y los dos tangones abiertos como alas de Gaviota. Me sentía El General Perón en la cañonera Paraguaya en el 55. “San Dios”, me faltaba el whisky en una mano y un importado echando humo en la otra. Marlin sábeme perdonar. Así te soñé.
Don, Don, a los gritos la tripulación. Me sobresalto y buscaba en el agua el pique, quería escuchar el sonido del reel, pero estaba todo tranquilo. Falsa alarma, pensé. Suba a ver las ballenas. Fue la respuesta. No era lo esperado. Allí, arriba estaba don Tigrero, el Capi, dando golpes de timón, con absoluta maestría. Que lindo panorama y que bien se veía el trabajo de las cinco líneas. En el horizonte dos ballenas saltando y jugueteando, festejaban, que yo. El Negro, estaba inmerso en el mar del Caribe, a la espera de la gran captura.
Termina un Sueño, comienzan otros…
Pasaban las horas y el hambre era una tortura, sanguches, gaseosas, manzanas, más sanguches y el Pez sin pescar. Mis huesos ya empezaban a sentirse molestos de tanto trotar. Mi vista cansada. A la cámara de fotos le quedaba poca memoria, fotografié hasta la humedad. Tic tac, no perdía sus esperanzas, mis ojos cansados de mirar y repasar la cinco líneas, el Capi consultaba su GPS, los motores incansables, el Tic tac no paraba y se dio lo que no quería. Por momentos, recordaba las cara de mis amigos, mientras pensaba… igual me van a envidiar, pero todos van a estar contentos. La vida me dio esta gran oportunidad.
San Dios mándame un Pescadito eran mis ruegos y la hacemos completa, fue mi suplica ¿Que te hace? Solamente lo quiero ver saltar y sacarle unas 500 fotos. Sueño cumplido. No hubo pesca, no hubo saltos pero fui feliz igual, mi imaginación se encargo de todo. Es la magia de este deporte. Pensé. Que cuento meto. Invento un pique. Digo la verdad. No saque nada. Miento como siempre. Yo fui feliz. Estoy invitado a salir mañana. “No voy a ir”. La magia Continua. Los marineros silenciosamente y sin mediar palabra, sacaban las líneas del agua. Creo que no se animaron a mirarme. Fin.