Madrid. Turistas…Turistas…Algunos Españoles.

Recuerdo de mis Viajes por España.

A pocos metros de mi hotel en la muy conocida Calle Atocha. Nos separaban apenas cincuenta metros de la Plaza del Ángel y casi besándose con ella la plaza Santa Ana, un icono de la movida nocturna madrileña. Desde muy temprano y sin importar el día de la semana se notaba el movimiento, preparándose para la noche, grupos de todas las edades que con la caída del sol comenzaban con sus festejos, buenas cañas, buenos vinos y la clásica tapeada.

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Madrid y sus Iglesias. Un símbolo constante.

Acostumbraba a sentarme en una mesa y miraba la llegada de grandes grupos de jóvenes y no tantos, que alegremente se dirigían por las distintas calles laterales… no sé a dónde. En un afán innegable de divertirse – era el comienzo – los clásicos tarjeteros desplegaban una gran actividad. Algunas muy lindas del sexo femenino, vestidas muy elegantes, pero muy llamativas. Corrían de un lado a otro invitando al boliche que representaban. Todas las noches intente ser partícipe del festejo, pero mi cuerpo a esa hora se ponía muy rezongón y pedía a gritos descanso, caminar todo el día conociendo lugares, no me dejaba saldo para trasnochar. Me hubiese gustado estar como siempre, esperando a la salida, la retirada de los parranderos, hubiese rescatado fotos, de pintorescos momentos, pero otra vez será.

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Madrid. Plaza Santa Ana. Kilómetro cero de la Nocturnidad.

El mercado “San Miguel”:

 

Un lugar muy atractivo, cada vez que pasaba por allí parecía que me extendía una invitación especial, solamente le había dado una recorrida rápida. Suficiente como para entusiasmarme a hacerle una visita pormenorizada. A este lugar se debe venir preparado. Buenos Euros y mucho apetito. Así estaba en aquel momento, eran un poco más de las 16 hs, y solo cargaba el desayuno. Por lo tanto ingrese en él amplio espacio, un hermoso tinglado, que cobija en su suelo y en toda su dimensión, la historia necesaria para convertirse en un monumento.

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Madrid. Mercado “San Miguel”. paraíso de los golosos.

Hoy… Un gran mercado gastronómico, moderno, rápido, uno se puede deleitar con los mejores manjares de la “Tapería española”. Cerezas grandes como las bolas de billar. Jamones… Mi stand preferido, jabugo, pata blanca, pata negra, son todos ricos, con ese pan crocante, casi son irremplazables. El aceitunero, únicamente aceitunas, las maravillosas olivas, en brochette, en sándwich formadas por dos mitades de una gigantesca aceituna, en el medio, morrón, sardinas, anchoas, jamón etc. Etc.,

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Madrid. El jamón Ibérico. El máximo exponente.

Delicias… y más delicias. Ostras, pescados y mariscos. Tortillas, allí aprendí que la tortilla española, la clásica es patata y huevo- Para mí sin cebolla – En mi país le ponen de todo y a esa la llaman tortilla española. Paellas. Postres. Vinos etc. etc. En este párrafo me quedaría a vivir y en el Mercado San Miguel También.

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Madrid. Mercado San Miguel. Olivas…Olivas… Olivas…

Me fui tres días a Barco de Ávila y Gil García, el pequeño y adorable pueblito de mi padre. A la vuelta y por falta de espacio debí cambiar de Hotel. Este estaba del otro lado de la Puerta del Sol, a cincuenta metros de la Gran Vía. Nuevamente estaba en el ruido de Madrid. Mis caminatas, empezaban al revés y ahora terminaban en la Plaza Santa Ana.

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Madrid. Chocolate con Churros. No podes dejar de Probarlo.

Con documento y nacionalidad española, me comprometí en tomar hábitos de los españoles, por lo tanto a las once de la mañana estaba sentado, en algún bar a la sombra y con la grata compañía de una cañita y alguna tapa mañanera, miraba pasar frente a mí al pueblo madrileño, muchos me acompañaban en esta maravillosa costumbre.

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Madrid. Tapas para todos los gustos.

A lo que me tuve que acostumbrar y con gran esfuerzo – “al castañeteo” – un ruido que flotaba en el ambiente en todos lados, algo similar a las clásicas castañuelas. Eran la rueditas de las Valijas, es un sonido ambiente que le ponía música funcional a mi estadía. Te acompañaba las 24 horas del día, en el momento que lo hagas y hacia donde mires, va a pasar un valija delante tuyo. Muy sonriente y adelante él – como matrimonio joven – su cara de cansancio y agobio es la figura particular del Turista. Ella detrás se mueve cómoda disfrutando del dulce traqueteo, transportando la ilusión y los deseos de un nuevo Turista, buscando o dejando su lugar a otro, que viene atrás o adelante tuyo. Cada vez que te acercas al mostrador del conserje del hotel, los encontraras, haciendo un chek inn o un check out.

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Madrid. Sus iglesias elevan su campanario al cielo.

Alguien dijo en Torre Molinos con motivo de la Euroal, que más de 50 millones de Turistas visitan anualmente a España, cuando lo escuche no me lo podía imaginar. Todos los habitantes de mi país en un Barco gigantesco, viajando a la Madre Patria. ¡Exagerado! Que mal informado. Es un dato equivocado… Pensaba en voz baja. Mi desconfianza o mi poca información. Menos mal que no lo dije en voz alta. Ahora en este momento me preguntaba si era necesario que vinieran todos juntos a Madrid. “Es que estos españoles son acaparadores de ilusiones”.

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Madrid. Por unas monedas me siento en el Aire…

Tenía un domingo dentro de mi agenda y decidí aprovecharlo para visitar el mercado del “Rastro”, este famoso lugar reúne gran cantidad de gente que lo visita. Su venta está conformada por puestos callejeros y es una de las Ferias más grandes a cielo abierto del mundo. Es muy pintoresca y se vende de todo, desde lo más inesperado.

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Madrid. Los Reyes del Taperio.

Estuve allí muy temprano, todavía se estaban terminando de armar y colocar la mercadería. Confieso que no era mi intención visitar ese tipo de Ferias, no estaba en mis planes comprar regalos, motivo por el cual deben asistir los turistas, para muchos una misión y aprovechar los precios más baratos también. Las Ferias que me gustan, son las de frutos, realmente me parecen muy atractivas, vi una muy interesante en Barcelona en la calle de la Rambla- en pleno centro – me pareció muy importante pero lamentablemente apenas entre, cerró. Alcance a llegar a los primeros puestos porque su portón se estrelló en mi cara. Me encanto, esos dos puestos me deslumbraron, la manera tan particular de colocar la mercadería, frutas frescas uno y el otro de frutos secos, espectacular también. Igualmente la tengo agendada para una próxima vista.

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Madrid. El Rastro. una de las Ferias mas importantes del Mundo.

Camine por el “El Rastro” un rato dando una mirada rápida a todos los puestos. Vi dos o tres diseños muy novedosos, que es mucho decir, encontrar algo nuevo en estos lugares- No es de todos los días – Los comerciantes aprovechan hasta los distintos niveles de la plaza para colocar los puestos, me interesaron como siempre las antigüedades y le di una amplia recorrida, tampoco encontré nada comprable o que no tenga…

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Madrid. Las Peras parecen mas dulces. El arte de vender.

Si compre una pequeña herramienta gastronómica en cuyo puesto había mucha gente. Allí escuche el comentario de que ese domingo había una Corrida de Toros, decidí dejar aquel paseo y averiguar cómo era el tema para concurrir y conocer una tarde “Taurina”. Siempre tuve la curiosidad de ver este espectáculo. Quería conocerlo y valorar mis propias sensaciones. Siempre me llamo la atención, no tanto la actividad que se desarrolla en la arena, sino la pasión que le ponen aquellos que realmente disfrutan de esta ceremonia. Quería ponerle más énfasis a la reacción de la gente. No ponerles todas las fichas al toro y el torero… Otra vez será, pese a mi esfuerzo no conseguí entradas, este es un nuevo motivo para volver.

Madrid: La hidalga ciudad Capital.

Recuerdo de mi Viajes por España.

 

Caminaba por mí ya conocido Aeropuerto de Barajas – en Madrid – como si fuera mi barrio y mi proyecto disfrutarla en más de 6 días. Una propuesta que me entusiasmaba, lentamente avanzaba y planificaba como ocuparlos. Arrastraba mi valija, estaba muy desvencijada y la cuidaba como a un  bebe, tenía miedo de que su destrucción fuera total,  por ello no quise tomar el metro y me tome un taxi. Los 50 euros todavía me siguen doliendo, el impuesto tal y el derecho a no sé qué. Autorizaron la violación legal de mi tesoro, me pareció caro, muy caro. Me afecto de tal manera que iba descontado cuantas cañitas menos debía tomar para amortizar el gasto. En la calle Atocha, allí estaba mi hotel – muy lindo – reciclado sobre un edificio muy viejo.

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Madrid. los Pórticos, las Arcadas, conocidos edificios ¡Esta es la Plaza Mayor!

Deje mi equipaje y rápidamente salí a conocer Madrid. Me lo quería comer, las ansias locas de recorrerlo no me podían contener. Madrid, me repetía. El encuentro de dos grandes. De fanfarrón salí sin preguntar nada, el conserje estaba ocupado… como siempre. No quería  perder tiempo ni calmar mis expectativas…con pavadas.  Salí como una tromba a la calle. ¿Tan difícil no va a ser? ¿Quién se puede perder en Madrid? De última pregunto en la calle. No tuve en cuenta que me cuesta mucho preguntar (¿?) Le hice honor a casi todos los hombres del planeta. Sí. De esos que llevan siempre el titulo orgullosamente en el bolsillo. La verdad, andar preguntando es cosa de mujeres- siempre nos repetimos-  Nos apoyamos entre nosotros…

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Madrid. La Plaza Mayor. Su sol y sus sombras. Excelente lugar para tapear.

Insistía. Tan  difícil no puede ser. Gire algunas veces sobre mi eje y con mayor fuerza retomaba el rumbo. Aquí debo decir a mi favor: la cantidad de turistas que había en la calle no me facilitaron las cosas. Al contrario  jugaron en  mi contra. Mi norte, mi obsesión era: la “Puerta del sol” o” La Plaza Mayor,” de última “La Gran Vía”. Evidentemente no eran solamente mi objetivo, era el de todos los que me rodeaban. Esto es lo primero que hay que conocer en Madrid – me repetía a mí mismo – tratando de convencerme y haciendo de mí, un propio guía de Turismo espiritual.

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Madrid. Plaza Mayor. como telón “La casa de la Panadería”

Continuaba con mi análisis: Son estos los tres íconos del Turismo. Debe ser muy fácil encontrarlos. Inmediatamente, me topé con la” Plaza del Ángel”, ante el primer giro. Seguí caminando. Muy pocos metros – Me dije – Que bestia giré sobre mí mismo y volví a salir a la misma Plaza -eso me desoriento – gire en la primera esquina y otra vez en la misma Plaza. En ese momento me di cuenta que eran dos distintas, esta era la de” Santa Ana”. Casi se tocan con la del “Ángel”. Malgastaron, hubiesen hecho una grande y se ahorraban unos pesos.

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Madrid. Puerta del sol. Calle Preciadas, una de las 10 que desembocan allí.

La primera es el origen de la noche Madrileña, el lugar de encuentro para trasnochar. El kilómetro cero de la noche de Madrid. Ahora entiendo porque el confianzudo del chofer del taxi, cuando le di la dirección  del Hotel,  intento una pequeña sonrisa que casi se convierte en carcajada, cuando le pregunte dónde era la movida nocturna en esa ciudad. Haciendo una pausa, me dijo el muy pícaro. A metros del Hotel tiene una plaza muy interesante, pregúntele al conserje que le va saber indicar. Claro. La famosa “Plaza Santa Ana”.

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Madrid. La puerta del sol. ¿Si te gusta lo dulce? La Mallorquina te espera.

Seguía caminando, el cansancio y los malos resultados de ella me estaban agobiando. Al fin, vencido, humillado. ¡Pregunte!… Sí… Que tiene de malo preguntar. Sencillo… Siga derecho. Esta ahí nomás. Era cierto y muy fácil. Viste, viste, para que preguntaste, me reprochaba sin cesar. Te humillaste, innecesariamente (¿?)

Estaba ingresando a la Plaza Mayor – un lugar que guarda tantas historias- sus grandes arcadas, los pasillos atestados de negocios y lugares para comer, de pronto te invaden los olores característicos de la cocina española. Infinidad de turistas, la recorrí rápidamente, como para dar una primer mirada general. Parecía que quería recorrerme todo Madrid en una sola tarde. Sin darme cuenta cada vez iba más ligero, pero encontraba tantas cosas interesantes en el camino, que cada vez demoraba más.

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Madrid. ¡Que lindo encontrarse con Compatriotas!

Caminaba tan distraído y tan absorto en mis pensamientos que cuando pase al lado de una mesa con tres vagos- en el buen sentido de la palabra- los señores ocultaban sus caras con máscaras muy risueñas, sus cabezas sobresalían sobre una mesa y el cuadrado estaba bien cubierto por una tela. Ellos ocultos por ella. Sobre esta y apoyadas al descuido las tres mascaras… Inocentes. Nadie puede sospechar. Estaba sola como abandonada, nadie la cuidaba, en la inmensidad de La Plaza Mayor. Insisto… yo… muy distraído pase a su lado. En ese instante los tres a la vez ¡Me gritaron! Se levantaron al unísono, aquella que parecía una inofensiva mesa, quedo colgada de sus hombros, las tres mascaras se agitaban y hacían flamear al género protector.

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Madrid. Plaza mayor. Los tres e inocentes vagos…Muy divertidos.

Se imaginan… esto. Se convirtió en la mejor arma letal de mi ataque de Pánico. Ellos a su vez se divertían. No solamente ellos ¡Todos! La carcajada fue general. La Plaza mayor en su totalidad se reía y la risa no solo retumbaba en mis oídos, sino que en todos los edificios que la circundan, produciendo un particular eco. El color rojo invadió mis mejillas, salí espantado del susto y de vergüenza, creo que todavía estoy corriendo.

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Madrid. Puerta del Sol. Real Casa de Correos.

Caminaba y seguía riéndome de mí mismo y celebrando tan linda idea, a pesar de que siempre tiene que existir un tonto distraído, para que los demás se rían. Admito que alguna tarde me senté en un barcito y me divertía con los distraídos. Confieso, esa tarde. Ese tonto…fui yo.

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Madrid. puerta del Sol. Real Casa de Correos. La noche le cambia su aspecto.

Me encontré caminado por la Calle Mayor y me dije, esta me lleva a un lugar importante, fui en el sentido que iba una gran masa de Turistas. Ya había caminado 500 o 600 metros y todavía sonreía del susto que me había pegado. Trataba de imaginarme la espantada y mi cara, me volvía a reír. Mi paso iba reducido porque parecía que íbamos en una manifestación. Todos para el mismo lado y todos con el paso apretado buscando el rumbo elegido. Intentaba esquivar turistas pero se hacía imposible – mi destino “La Puerta del sol” – tal es así que me dije: Voy bien, quizás muy lento. Aprendamos a disfrutar, muchas veces en las pausas encontramos la Felicidad y caminaba tranqui… tranqui. De pronto su olor tan rico por poco me marea, “El museo del jamón”, hubiese querido hacer un alto allí, simplemente fue una breve recorrida y ya estaba nuevamente en la calle.

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Madrid. ¿Los conoces? Tapas en el Museo del Jamón.

Mi primera impresión fue el cielo abierto sin edificios y un importante predio, la muy buscada “Puerta del sol”, estaba allí y allí estaban todos, asistencia perfecta -un gentío – era la parada obligada de los Turistas del Mundo, para tomar aire, respirar y volver a arrancar. La fuente central con sus juegos de agua y una gran cantidad de turistas sentados  en el suelo, dándole descanso a sus piernas. Me paré muy cerca de ellos, no dejaba de admirar a los edificios que la rodean y los grupos étnicos, no faltó nadie. Turistas de los cinco continentes, diversidad de colores y de lenguajes.

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Madrid. ¿Están en el aire?

Un grupo de “Mariachis” hacia el deleite de muchos, incluido el baile. Hindúes o quien sabe quién, hacían malabarismos con sus cuerpos, ingeniosamente demostraban que estaban suspendidos en el aire. ¿Realmente estarían en el aire? ¿Levitando? Todos nos mirábamos como preguntándonos como lo hacen. A su vez yo me preguntaba ¿Quién falta venir? ¿A quién esperamos? Cierren la Puerta. ¿Estamos completos? ¿Quizás será el Crepúsculo? Todo puede ser, cada uno viene a estos lugares a buscar cosas distintas. Ese deambular como perdidos mirando y sin mirar nada, quizás tenga una explicación. Es la de estar en un lugar largamente soñado y estábamos ahí, dispuestos a disfrutarlo.

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Madrid. Puerta del Sol. Su mágica Fuente.

Por esa manía que tiene el Turista  de fotografiar. En cuantas fotos seré el protagonista y estaré en el primer  plano, cuantos familiares y amigos dirán: ¿Y este Pelado? ¿Quién es? seguramente estaré recorriendo el mundo y sin enterarme, donde miraba había un lente apuntándome. Sin ser ningún famoso o lindo,  simplemente por estar y ser parte de la decoración del lugar.