Ecuador. Guayaquil. El malecón 2000.

Recuerdos de mis viajes por Ecuador.

 

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Ecuador. Guayaquil. Una importante ciudad Turística. Fotos: Raúl Solis

El calor apretaba. La Hora. Casi medio día. Guayaquil se debatía en darles un poco de aire fresco a sus visitantes. Pero no era tan fácil. Mis cartas estaban echadas y quería terminar de recorrer el Malecón 2000. Mis dudas se la transmití al portero del “Gran Hotel Guayaquil”. En tono muy amable y convincente me dijo: Vaya tranquilo. El calorcito esta fuerte pero al lado del río Guayas seguramente alguna brisita fresca va a disfrutar. Tenga en cuenta- me aclaro- el malecón es el pulmón de la ciudad. Totalmente arbolado y su césped y flores siempre están  bien regados. Seguramente se va a encontrar con un microclima de muy buena temperatura.

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Ecuador. Guayaquil. La pileta del “Gran Hotel Guayaquil” Un verdadero Oasis. Fotos: Raúl Solis.

Enfile muy decidido hacia el río. Apenas unos 300 o 400 metros. La luz del día me cambió la óptica de lo que veía. Me parecía todo distinto, Estaba en pleno centro y en hora pico. El desfile de vehículos era incesante y los bocinazos le ponían una melodiosa salsa caribeña a un caluroso mediodía. La distancia era muy corta así que rápidamente estuve en el lugar. La arboleda, la brisa fresca del rio y el olor a las flores me hicieron un gran recibimiento. Retomaba en el mismo lugar en el que había dejado mi visita nocturna. Fue muy buena la elección dónde comenzaba mi recorrido con la luz del día.

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Guayaquil. El malecón 2000. Pequeños cursos de agua. Fotos: Raúl Solis.

Los jardines del malecón están adornados con más de 350 especies de árboles y plantas. Sus canteros y senderos perfectamente arreglados. Nada más hermoso que ese olor a humedad que desprenden las plantas. Lo que hacía muy agradable caminarlo, la temperatura había bajado notablemente en su sombra. Es un placer pasear por sus veredas cerca del agua y deleitarse con los peces de variados colores, que los más pequeños se ocupan de alimentar. Los restaurants estaban a pleno con los clásicos aperitivos con picadas esperando la hora del almuerzo.

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Guayaquil. El malecón 2000. Los peces son alimentados por los más pequeños. Fotos: Raúl Solis.

El río Guayas cumplía con su mandato divino. Preocupado en su incansable acarreo de agua desde el interior del continente. En su incesante búsqueda del desahogo de descargarse en el mar. Sus aguas se escurren silenciosamente y con muy buena velocidad, en su superficie alguna rama o camalote quiere participar del recorrido. Las embarcaciones recorren raudamente sus aguas cargados de turistas que contemplan con admiración esta gran obra que es el malecón 2000.

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Guayaquil. El Malecón 2000. El río Guayas en todo su esplendor. Fotos: Raúl Solis.

Si algo me llamo poderosamente la atención y con buen grado es el sector de los donantes. Treinta y dos pabellones de vidrio templado, con 16.000 nombres cada uno, se abren paso en el sector de Los Jardines. Es el homenaje a aquellos ciudadanos que hicieron donaciones para su construcción. Todas ellas poseen un sistema de iluminación que provoca un efecto que se puede apreciar por las noches. De esa manera los que aportaron para tan magnífica obra ven orgulloso reflejados sus nombres.

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Guayaquil. El Malecón 2000. El pabellón de los donantes. Fotos: Raúl Solis.

Muy cerca de allí te encontrás con el gran cine Imax Malecón el primero en instalarse en Sudamérica. Un cine con alta tecnología en proyección de películas. Con un gran formato que hace la delicia de sus aficionados. En sus 185 confortables butacas se deleitan con su sistema de audio y video de alta definición. Detrás y como telón de una gran obra de teatro se eleva el Cerro “Santa Ana” Un verdadero icono del Turismo de Guayaquil. Sobre sus laderas se alinea el caserío, modesto pero muy expresivo que le dan al cerro un colorido muy llamativo. Desde todo Guayaquil se divisa esta elevación. Con sus pintorescos colores ya está insertado en el paisaje.

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Guayaquil. El malecón 2000. El cine y detrás el cerro “Santa Ana” Fotos: Raúl Solis.

Subir a este es un verdadero desafío, para poder llegar al Faro que avisa a los navegantes de su presencia y visitar la capilla se deben desandar 456 escalones. Solamente se necesita voluntad, tiempo y buenos pulmones. Eso sí apenas se empieza a ascender al mismo uno va ir disfrutando de las vistas de esta hermosa ciudad. El objetivo final es llegar a la cima para tener a sus pies a Guayaquil. Desde allí el río Guayas y su nacimiento.

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Guayaquil. El malecón 2000. El cerro “Santa Ana” vigila la ciudad. Fotos: Raúl Solis.

A su paso se van encontrando restaurantes, cafés, galerías de arte y tiendas de artesanías. También plazoletas y áreas verdes para la recreación, el descanso y su más importante atractivo es la vista de la majestuosa Guayaquil. Ascendiendo o descendiendo uno va pisando en esos escalones un pedazo de historia de este cerro que originalmente se llamó “Cerro Verde”. Aquí protegida por la altura nació esta ciudad. Cada paso lo coloca en un ambiente seguro y limpio. Allí el turista se puede juntar con la magia del Ecuador.

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Guayaquil. El malecón 2000. Una atractiva decoración. Fotos: Raúl Solis.

Mi caminata estaba llegando a su fin. Dejando atrás el cine se abre una amplia explanada para realizar eventos. Y al final un completo patio de comidas que hacían el deleite de los caminantes del malecón. De todo un poco lo ofrecido. En general comidas rápidas. Algunas de ellas las típicas de la comida ecuatoriana y otras más modernas las clásicas que se pueden encontrar en todo patio de comidas de cualquier lugar del mundo. Los turistas con sus bandejas cargadas se acomodaban en las mesas a fin de saciar la hambruna.

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Guayaquil. Comer en Ecuador. Un suculento sanguche. Fotos: Raúl Solis.

El reloj marcaba las trece horas un horario adecuado para almorzar. En mi caso estaba preocupado. Me esperaban en “El Mesón de don Suco”. Allí mi amigo y colega el Periodista Raúl Suconota. Nos invitó a los Periodistas para una comida muy típica de Ecuador. Él nos iba a presentar un plato muy representativo de su país y que le trajera reconocimientos de la ciudad de Guayaquil. Así se hizo acreedor de la Estrella Culinaria. Él le pone toda su personalidad y como valor agregado toda su capacidad creativa. Demostrando ser conocedor nato de los gustos de los más exigentes paladares ecuatorianos y del mundo. Nos dijo…Señores aquí…“El seco de Pato”.

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Ecuador. Guayaquil. “El Mesón de don Suco”. Fotos: Raúl Solis.

El chef que aprendió mezclando sabores entre ollas y sartenes combino una importante variedad de finas hierbas: Romero, albahaca, hierbabuena, menta, culantro de campo, tomillo, toronjilla, cedrón, azafrán, canela y clavo de olor. Combinación que con otros secretos del chef, le dieron ese mágico sabor a las difícil carne del pato. Según su recomendación con una rebosante copa de vino tinto. La misma fue fiel compañera nuestra y que no se separó de nuestras manos. Fue infaltable a la hora de los brindis para nuestra despedida de este maravilloso Guayaquil que siempre sabe atendernos tan bien.

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Ecuador. “El Mesón de Don Suco. Todo en clásico en Guayquil. Fotos: Raúl Solis.

Mi próxima Nota sobre Ecuador.

El sábado 7 de marzo de 2015. 12 horas.

 

 

 

 

 

 

Ecuador. Guayaquil. El río Guayas.

 

Recuerdos de mis viajes por Ecuador.

 

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Ecuador. La emblemática Iguana sobre la pileta del “Gran Hotel Guayaqui”. Fotos: Raúl Solis.

Paseo nocturno por el Malecón 2000.

La noche era ideal. Una de esas como para salir a caminar sin un punto fijo. Solamente tener como objetivo quitarse las angustias y el stress de todo el día. Elegir una buena vestimenta para la ocasión. Es decir un buen calzado, ropa cómoda y sobre todo buena onda. Esa buena onda que solo lo transmite el tiempo que se le dedica al ocio y ese sabor que solo se logra en las vacaciones. El no tener nada en el cerebro. Vacío… ¡Que buena sensación! Una única intención…disfrutar. El plan era perfecto y con ese plan enfile hacia la costa. Las recomendaciones fueron: Primero disfrute, camine unos trecientos metros y vuelva a disfrutar. Se va encontrar con el malecón 2000. Mi destino era él y su costanera. Así con estas indicaciones partí del “Gran Hotel Guayaquil”. Rápidamente recorrí ese pequeño trayecto y estaba ingresando por una de sus puertas al Malecón.

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Ecuador. Guayaquil- El río Guayas y un hermoso atardecer. Fotos: Raúl Solis.

Era el momento justo. Arriba con un cielo maravilloso poblado de estrellas y abajo con un respetable calorcito, pero que era apaciguado por una brisa agradable. Con el olor a fresco del agua, plantas y flores que adornaban el lugar. Era realmente un gusto caminar sobre esta magnífica obra que recorre al río Guayas por dos kilómetros y medio. En pleno centro de la ciudad totalmente parquizado. Con excelentes atractivos. Como si fuera una plaza gigante, con todos los encantos turísticos necesarios como para atraer una gran cantidad de público.

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Ecuador. Guayaquil. La torre iluminada marca las horas. Fotos. Raúl Sois.

Es muy concurrido y en épocas en las que no se festeja ninguna fiesta patronal desgastan sus pisos mensualmente un millón seiscientos mil visitantes. No hay que agregar mucho más para darse cuenta de lo importante que es para el turismo sus instalaciones. A pesar de que estaba muy avanzada la noche el predio estaba lleno. En mi caso caminaba disfrutando el paseo, muy bien iluminado y a mí alrededor tenía mucha gente que disfrutaba de lo mismo. Familias muchas familias y grupos de jóvenes. Enamorados que aprovechaban las muy pocas sombras para hacerse algún arrumaco. Se acercaban adonde pudieran ver el río y bajo el hermoso cielo Ecuatoriano tomados de las manos se prometían amor eterno.

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Ecuador. Guayaquil. El cerro Santa Ana un autentico emblema de la ciudad de Guayaquil. Fotos: Raúl Solis.

En distintos desniveles se van recorriendo los diferentes lugares. En una dársena estaba amarrada la Fragata Guayas. Sin lugar a dudas un maravilloso atractivo. Sus palos muy altivos con su velamen recogido, pero totalmente iluminada. En sus cubiertas una importante cantidad de gente disfrutando de una pomposa fiesta. Un poco más allá un grupo de rock hacia las delicias de un nutrido núcleo jóvenes. Muy atentos al sonido vibrante que los músicos arrancaban de sus instrumentos. Cada uno montaba su propio show, pero sin molestarse entre sí.

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Ecuador. Guayaquil. El patio de juegos Infantiles un verdadero atractivo. Fotos: Raúl Solis.

Despaciosamente iba caminado y sacando fotos. Pero algo que me lleno de emoción fue ver a los más pequeños como disfrutaban del paseo con absoluta libertad. Corrían y gritaban, su alegría hacían resonancia en todos los huecos. Sus carcajadas llenaban el pequeño bosque encantado. Detrás de cada arbusto un enano, un gnomo, una princesa aportaban su complicidad, haciéndose parte de los juegos. Con una amplia sonrisa acompañaban a los más pequeños en tan sublime momento lleno de fantasías. Lo más lindo era ver al padre, la madre y algunos abuelos, acompañando y fotografiando tan emblemático momento familiar.

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Ecuador. Guayaquil. Los antiguos vagones cobijan los juegos de los mas pequeños. Fotos: Raúl Solis.

El sector de los entretenimientos infantiles estaba totalmente poblado y los pequeños hacían del lugar el más divertido del malecón. Un importante grupo de juegos hacían el deleite de los más chicos, Los más grandes no cabían dentro de sus ropas llenos de orgullo de ver y compartir con ellos. Estos a su vez con sus juegos y su alegría hacían la delicia de los mayores que les pedían más y más poses para dejar perpetuado el momento en sus cámaras fotográficas. Mientras… seguía caminando y encontraba a mi paso dispensers de alimentos y cajeros automáticos todos en perfecto estado de funcionamiento.

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Ecuador. Guayaquil. El monumento que recuerda el encuentro entre San Martín y Bolívar. Fotos: Raúl Sois.

 Cuando llegue a los Jardines del malecón. Un lugar típico de plantas y flores que en más de trecientas variedades adornan el lugar. Decidí darle fin a mi recorrido nocturno. Solamente había visitado la mitad y planeaba el resto hacerlo con luz diurna. Debía llegar al Barco Pirata. Allí teníamos programado un viaje. Este me permitiría fotografiar el malecón desde el agua y desde allí seguramente podría tener una visual inusitada de este y de la ciudad toda. Disfrutando mi paseo de regreso me fui acercando al muelle donde estaba anclado el barco Pirata.

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Ecuador. Guayaquil. La sofisticada iluminación del Malecón 2000. Fotos: Raúl Solis.

Ya estaba ascendiendo por la planchada de acceso al mismo y empecé a divisar las caras de mis colegas que muy sonrientes estaban preparados con una copa en la mano. Listos para iniciar el viaje.          De esa manera convertirían esta aventura nocturna en un momento agradable. La tripulación luego de darnos la bienvenida. Comenzó los movimientos y preparativos para zarpar. Una acelerada en los motores y empezó el desplazamiento alejándonos del muelle. Rápidamente tomaba dimensión de la costa y de la ciudad, las dos muy iluminadas. El malecón se diferenciaba notablemente y lucia en todo su esplendor. Pasamos muy cerca de la Fragata Guayas haciendo la delicia para nuestros ojos.

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Ecuador. Guayaquil. El reloj del Malecón no permite detener al tiempo. Fotos: Raúl Solis.

 La embarcación decididamente puso sus motores a pleno enfrentando el pequeño oleaje del río Guayas que indiferente seguía su camino dándole a la nave un pequeño movimiento en proa que se transmitía a toda su estructura. El personal de a bordo se movía diligentemente con bebidas y ataviados como piratas. Nosotros los pasajeros disfrutando de la brisa marina. Que nos envolvía con ese olor a fresco y tan característico del agua. La música se nos metía por los poros acompañando a nuestras ganas de pasarla bien. Movían nuestras neuronas y volvían a salir convertidas en alegría.

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Ecuador. Guayaquil. La fuente iluminada en el malecón. Fotos: Raúl Solis.

 El show dio su comienzo y los piratas muy musculosos ataviados como tal, comenzaron con sus piruetas. Se subían pese al movimiento normal del barco a su Palo mayor. Su timonel impartía desde su cabina de mando órdenes a todos los tripulantes. ¡Cuidado con el Botalón de Foque! ¡Aseguren la Cangreja de Popa! Los dos protagonistas ascendían hacia el Palo trinquete. Mientras a los gritos desarrollaban su rutina. La tripulación visitante viajaba sin miedos porque la embarcación estaba muy bien artillada con varios cañones. Por si acaso se aferraban a su copa cargada con su bebida preferida y no las entregarían al enemigo por nada.

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Ecuador. Guayaquil. El puente de mando el Barco Pirata. Fotos: Raúl Solis.

Como en todos los mares luego de la gran Tempestad llego el momento de los tragos, el baile y la tripulación visitante cargados con las sonrisas que les dejo el Show pirata. Afuera el viento quería hacer de las suyas y movía la embarcación dándole el toque justo a los vaivenes del oleaje. La mejor manera de hacer que este viaje Pirata fuera inolvidable. La embarcación se deslizaba suavemente hacia el puerto. Sin duda todo muy lindo pero nada mejor que la tierra firme. Allí vamos Ecuador.

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Ecuador. Guayaquil. La Fragata Guayas en todo su esplendor. Fotos: Raúl Solis.

Mi próxima nota sobre Ecuador:

El sábado 21 de febrero de 2015.-