España.Puerto Banús: No solamente Glamour

Recuerdos de mis Viajes por España

 

Habían pasado unos días desde mi llegada a  Puerto Banús y ya me sentía como si hubiese nacido allí. Lo disfrutaba a pleno. Me gustaba caminar entre sus callecitas y todas las horas me parecían buenas. Cuando salía temprano y respiraba profundamente el aire de mar, mis pulmones se hinchaban y agradecían esa bendición. Como había poca gente, aprovechaba y hacia la caminata bien rápida – la intención era mover todas mis neuronas -

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No dejaba de sorprenderme que a poco de caminar me encontrara con 10 señoritas, muy hermosas, muy perfumadas, con transparencias, carteras y zapatos aguja de primeras marcas, que muy divertidas vivían  su mundo y me ignoraban.  Me refugiaba contra una pared para que no me atropellaran, a su paso dejaban un tornado de aromas,  mientras trataba de guardar esa imagen, intentaba elegir a la más hermosa, tarea imposible,  todas lindas,  altas elegantes ¡Diosas!

A medida que se alejaban me preguntaba: ¿Tan temprano? ¿Estarán por filmar un comercial? Esa idea me atrapo y la di por válida. Seguramente quieren aprovechar la luz del sol que en ese horario no es tan fuerte. Muy paciente todavía apoyado en la pared, esperaba que apareciera un  grupo de técnicos, para hacer la filmación. La espera… en vano. Las muy divertidas iban así vestidas y perfumadas a la Playa. Esto sí es Glamur. Vamos Banús Todavía.

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Al mediodía, cambiaba el rumbo de mi recorrido, lo hacía cerca de la Entrada al Puerto Deportivo, mientras me refugiaba en las sombras para no ser atacado por el poderoso sol, me acurrucaba en un rincón. Expectante y vigilante como la cámara de seguridad de un Banco. No me permitía perder ningún detalle. El lugar elegido era privilegiado. Desde allí observaba la entrada y salida de vehículos. Una ostentosa visión de los poderosos coches y motos de las mejores marcas del mundo, más tarde los encontraría estacionados al lado de su barco o en los mejores Restaurants.

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No dejaba de asombrarme tanta maravilla tecnológica y de buen gusto. El sol los castigaba y los hacía brillar desafiantes. En mi imaginación me veía sentado en uno de ellos. El lujo en su máxima expresión. Me llamaba mucho la atención  tantos  autos pequeños, casi no se despegaban del suelo – Petisitos-  Mi pregunta era: ¿Si son así tan hermosos de chiquitos que será de estos cuando crezcan. ¿Te imaginas cuando sean grandes?…

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Reflexionaba… Pensaba… Quien sabe en qué. Desde ese mi… Puesto de mando. Retenía infinidad de imágenes y sonidos y uno de esos sonidos me impactó. Escuche una frase… Ni buena ni mala. Simplemente una Frase. A mí me puso como una brújula, en tiempo y lugar, me marcaba dónde estaba mi Norte. Me puso ante tanta opulencia económica, nuevamente en caja ¿Quién lo dijo? Un Sr. Común por definirlo de alguna manera.  La misma fue: ¡Me voy al Banco, quiero ver como esta todo! Y la remato con algo que me dio gusto escucharlo ¡A sufrir un poco! Esto tan simple.  Me bendijo, me sentí mortal. Aquí pasa lo mismo que en mi país. Pensé -Pese a todo son como nosotros-  Repensé… ¡Son Humanos!

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Estaba en mis planes una recorrida por Marbella, los tiempos eran escasos, por eso opte hacerlo por mar y contemplarla desde el agua. A su vez me permitiría navegar el interior del puerto y poder ver, filmar y fotografiar tantos hermosos yates amarrados en él. Me pareció una distinta y excelente opción. El viaje es muy confortable, el Mediterráneo te ayuda,  prácticamente no se mueve y la moderna embarcación se desliza muy suave  por el agua, a su vez es una alternativa económica, se puede llegar temprano a Marbella recorrerla y luego volver en el último viaje. Su costo es mucho menor que si se hacen esos pocos kilómetros en un taxi. Hermosa ciudad se alza a orillas del mar y detrás un telón de montañas y barrios de construcciones similares entre sí,  la hacen muy particular, buena música  y una “Caipirá” entre mis manos. El capitán hacia señales sonoras indicando su vuelta al Puerto.

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El crepúsculo se hacía notar, el sol  muy remolón teñía  de un tono rojizo todo lo que iluminaba, los corazones bajan sus decibeles y están más propensos a ser invadidos por los sentimientos, los recuerdos, las añoranzas y el amor, es el horario que eligen para reinar. Embargado por esa sensibilidad a flor de piel salí a caminar. El Puerto deportivo estaba en su esplendor.

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De pronto mi cuerpo y todo mi ser fue invadido por una vanidad dulce ¡quería comerme un helado! uno de los bocados que tanto me fascinan. Quería dejarme poseer por la sublime sensación de  recorrer con la lengua los vericuetos más fríos  de un cucurucho -Es un manjar que no fue inventado por un terrestre- es un placer que a toda hora me inspira deseos. Absorto y dominado por mi gula, me pare frente a la vendedora, billetera en mano, busque los precios para elegir el tamaño, siempre se me ocurre el más grande. Así lo hice como si estuviera en mi barrio, sin pensar que estaba en Europa, Despreocupado – Canchero – Dirigí mi vista a la lista de precios… Trague saliva y  lentamente fui guardando el dinero, el que había preparado para saciar mis más bajos instintos. Mi cara era una máscara…se me iba dibujando una sonrisa. La joven vendedora con cara de angustiada,  en vez de decirme ¿De qué tamaño? Me pregunto: ¿De qué se ríe? A lo que le tuve que decir. No lo tomes a mal, pero con lo que sale un cucuruchito aquí en mi país me compro la heladería.

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Salí de allí con furia, no podía saborear mi capricho dulce y trataba de justificar lo poco que vale mi dinero. Me repetía (Bueno loco) Estás en Europa en Puerto Banús. Caminaba y pateaba mi rabia. La cual se esfumo rápidamente, salía de la Playa una “Bestia Pop” enfundada en su diminuta Biquini – Pensé – No todo está perdido. Seguí caminando alegremente, recorriendo las playas. Un detalle me gustó mucho, los caminos de entrada y  salida a las Playas, estaban cubiertas de alfombra. Me pareció una excelente solución. Para evitar el calor de la arena y que esta se pegue a los pies -Maravillosa coquetería-

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Ya de regreso y cubierto de sombras, la noche… ya se anunciaba y el sol peleaba con sus últimas luces. Descubrí un bar que imitaba un barco antiguo, se servían unos tragos que en su aspecto eran alucinantes. Me dije…Esto no me lo puedo perder. Encare, estaba lleno, solo una mesa muy grande vacía. Se me acerco una hermosa muchacha, que en español me dijo. Siéntese allí. ¿No es  muy grande para mí? ¿Quizás la quieras usar para un grupo más numeroso? Le dije haciéndome el amable.  Siéntese, ya veremos. Su respuesta fue acompañada con una sonrisa más que agradable. Me gusto. Me sentí bien atendido. Me acomodé en una mesa rustica muy alta y unos banquetones también muy altos con ruedas y excelente diseño. Me gusto el ambiente, sumamente agradable ¿Qué trago tenés con helado? Frunciendo su cara me contesto: Me parece que ninguno. Espere… espere. Tomando la carta me señalo uno… ¿Es bueno? Pregunté. Más que bueno, es mi preferido. No hablemos más, tráelo. Soberbio. Una decoración impecable sobre un copón muy grande, gajos de limón, alcohol, y helado de limón, una combinación muy buena, combinación que disfrute hasta que las sombras se recibieron en noche.

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Aquí va la receta:

  • “Lemon Cooler”
  • Vodka Absolut citron
  • Crema sorbete de limón
  • Zumo de limón, lima
  • Sprite, Granadina

 

De regreso, me hice una cena suculenta, como para soportar los embates del alcohol, era mi noche de despedida, las sombras son traicioneras nunca se sabe detrás de que mal hábito se ocultan. Recorrí los mismos lugares que de día, el paisaje había cambiado, las embarcaciones iluminadas y el mar copiaba sus imágenes como un espejo gigante. Voces,gritos y risas – muy ruidosa la noche – no por la música sino por sus habitantes, cuyas costumbre es de hablar estrepitosamente. Grupos importantes de 8 o 10 jóvenes, quizás más, lo hacen hombres y mujeres por separado, iban…iban nunca supe hacia dónde. Boliches de grande nombres pero de pequeña dimensiones, albergaban en sus veredas a sus clientes, que conversaban y tomaban alocadamente. A su lado el mar  como único testigo.

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Ya un poco cansado de caminar  decidí, buscar posición de avistaje en un boliche que está en una esquina, allí se juntan dos avenidas y una nube de promotoras revoloteaba y atacaban a los grupos ofreciéndoles el oro y el moro para que concurrieran a su boliche. Logré una mesa en la primera fila. Infinidad de mujeres, todas lindas, muy elegantes, una mejor que otra, vestidos muy cortos, escotes muy grandes, tacos muy altos, todos ingredientes capaces de hacer detonar dinamita a distancia.

¿Qué? ¿Había una máquina de hacer mujeres lindas? ¿Coches? Los mejores del mundo. Apuraba mi segundo Whisky y el paso era incesante. Todos contentos, riéndose, encuentros con amigos, amigas, la diversión reinaba. Como en el autobús. Todos para el fondo. Era tal mi inquietud por saber a dónde iba tanta gente que yo también encare hacia el fondo. Estaba en eso cuando un grupo muy divertido, se fue por un pequeño pasillo muy angostito y allí estaba…La verdadera noche. “La calle del Infierno” así me dijeron su nombre cuando pregunte. Llena. Reinaba la alegría y el alcohol hacía de las suyas y  acompañaba la diversión, la recorrí de punta a punta, no vi agresión y solamente cordialidad y ganas de parrandear.

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Regresaba lentamente, como defendiéndome, parecía que me llevaban de rehén, no tenía ganas de irme, todo estaba en su esplendor, es muy difícil que olvide estos días paradisíacos que pase en este “Maravilloso Puerto Banús”, pero a la mañana siguiente tenía que levantarme temprano, otro destino me esperaba, solamente deseaba pasarla tan lindo como la pase aquí. Hasta la vuelta. ¡Glamour!

España: Puerto Bannús. Todas Fantasias

Recuerdos de mis Viajes por España.

Arrastraba mi deteriorada maleta. La muy maldita venia de rodar por la escalera de la terminal de ómnibus, si allí… en Marbella (que glamur ni que glamur) esta bendita no se cayó en cualquier destino, para caerse que mejor lugar que Marbella, no menos de 10 escalones. La quise agarrar de la manija, para protegerla, para no arrastrarla y que sus rueditas no sufrieran, la  desagradecida… no tuvo mejor idea que romperse, mientras yo amorosamente la abrazaba,  la muy bestia cayo haciendo un ruido estrepitoso. Me quede helado, petrificado y avergonzado.

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Lo más gracioso era mi pose, como si estuviera tocando el acordeón pero sin nada que uniera mis manos, colorado de vergüenza y en una  actitud muy tonta. Observaba todo a mí alrededor y hacia un recuento de  los que se reían. No dejo de reconocer que es divertido cuando le pasa a otro…Algunos pasajeros salieron espantados,  los muy exagerados  se pensaron que los iba a aplastar,  yo también.  En este momento me acuerdo y me sonrió, no quiero imaginar cómo se divirtieron los que miraban de lejos.

Suerte que no se abrió, si hubiese ocurrido. Estaría arrodillado frente a ella  como si fuera un herido, acomodando la ropa, las medias, remeras y  el desodorante rodando por los escalones… Todavía aferraba fuertemente el pedazo de manija en mi mano, como si fuera un trofeo, tampoco entiendo porque me había quedado como detenido en el tiempo  y la miraba fijamente. Mientras… hacía un inventario del  deterioro(es nueva,  su segundo viaje) Los viajeros frecuentes no sabemos que usar para transportar nuestros bártulos, para que estén  seguros y que no se rompan tan fácilmente.

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La valija se convierte en la “Caja Fuerte del Turista” – allí lleva todo su capital- cuando queremos conservar algo todo va a parar a ella, el trastorno de perderla en un viaje es terrible. Si las compañías que las administran entendieran esto, intentarían un manejo más responsable de ellas. La muy bella- la mía-  se convirtió en el martirio de mi viaje, todas las mañanas le dedicaba un buen tiempo en su reparación.

El mal trago ya había pasado y ya estaba cruzando la plazoleta bordeando  una fuente de agua que te recibe en el Portal de Puerto Banús, te da la Bienvenida.  A pocos metros  está el hotel dónde me alojaba. Para este caso opté por un Appart Hotel. Una forma de vacacionar  que a mí me apasiona, me encanta la cocina y hacerlo con los productos regionales de cada lugar  mucho más. A su vez el ahorro que implica no comer afuera me permite comprar otras cosas que también me llenan, pero de satisfacción.

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El departamento en suerte merece un párrafo aparte, era tan enorme que necesitaba un guía profesional para recorrerlo. Dirán Uhhh, que exagerado y les puedo asegurar que no lo soy para nada. A saber: Vestíbulo, Gran living -enorme- cocina amplia, comedor diario, con ventanal, baño. Zona de sueño: habitación vestidor, baño principal y el Dormitorio. A su vez si eran más pasajeros, un dormitorio con cama matrimonial y otro baño. Una locura total. Todo por el mismo precio que una habitación de Hotel

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Ventajas: con pequeño sacrificio, se ahorra mucho dinero y se puede ocupar el mismo en compras o extender los días, amarrocarlo si te gusta.

Desventajas: El sacrificio y algo que aparentemente ocurre en todos los lugares del mundo, siempre pensé que era solo en mi país. Falta todo lo que podes necesitar en  forma inmediata…

El Turista cuando llega, no encuentra nada de lo que se necesita para vivir. Es poco creíble que  uno deba salir corriendo a comprar lo necesario para subsistir. Esto trae aparejado perder horas de descanso o de conocimiento de lugares. Esto tiene tan fácil solución que es difícil encontrar una explicación de porqué no se resuelve.

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Ningún empresario Hotelero, pierde su capital o su sueño si se le agrega al costo de la habitación: café, té, azúcar, aceite, detergente, servilletas… -En pequeñas cantidades- El turista no debe perder de ninguna manera su tiempo al minuto que llega en buscar un supermercado para resolver sus necesidades básicas. A su vez esta obligado a comprar estos elementos en envases familiares, cuando por dos tres días lo que necesita son cantidades  mínimas.

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Ya instalado di una recorrida de reconocimiento por el departamento y salí enfurecido a la calle,  la ansiedad me devoraba, me parecía imposible estar allí y tenía cuatro días para disfrutarlo. La salida de mi mansión, era a un lúgubre pasillo de cien metros. Por un lado tenía una arteria comercial,  por el otro directamente accedía una peatonal  que bordea al mar, atestado de chiringuitos, bares y restaurants, es la más importante del Puerto Deportivo.

El sol del mediodía parecía que quería partirme al medio, pero poco me importo. Devoraba las distancias, las calles y callecitas tratando de mirar todo en segundos, los negocios se empezaban a poblar, un agradable olor a comida te abría el apetito. Los platos con frutos del mar y las cañitas estaban en todo su esplendor.

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Todo me parecía atractivo. Miraba vidrieras, algo no tan usual en mí, pero eran tan llamativas que hasta me paraba en las femeninas. Cuando me daba cuenta echaba un vistazo en seguida en todas direcciones para ver si había algún conocido. Por suerte no ocurrió. Las embarcaciones, las motos, los autos. Las Mujeres. Cosa de locos. Ya habían pasado casi dos horas. Y si algo no puede controlar el hombre es el cansancio. Te arruina todos los planes, la sed y el hambre son buenos compañeros de este último, así que emprendí mi regreso hacia el que sería mi reducto por unos días.

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Ya en sus cercanías pregunté donde había un supermercado. Ahí. Fue la respuesta. Al lado -Lo habían puesto para mí-  Cargue: jamón ibérico -mucho- una baguete crujiente, tomate, manteca para el sándwich, cervezas, gaseosas, lo mínimo indispensable,  luego de a poco la gula hace que se vaya llenando la heladera. Mientras preparaba mi almuerzo, me serví mi primer On the rock, -como aperitivo- es una  suerte que “Don Walkers” siempre me acompaña en todos los viajes.  Imposible estar en el Paraíso y no brindar por ello. Merecía sentarme en un sillón -así lo hice- un sorbo y entrecerré los ojos, me parecía mentira estar allí, a cuantos seres queridos hubiese sentado a mi lado para que disfruten conmigo en ese momento.

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Mientras disfrutaba mi almuerzo, escuchaba música muy fuerte, “marcha”, imagine que era en la playa y que las mujeres que había visto semidesnudas las vería desnudas.  Así lo comprobé, era una playa que estaba poblada de gente muy joven y con ganas de divertirse. Los tragos, las cervezas y el baile los acompañaban, había tarimas donde: jóvenes muy bronceadas a pleno sol, se contorsionaban muy sensualmente.

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Más tarde comprobé que una  buena hora para salir a caminar era alrededor de las 18hs, las diosas del mar  salían de la Playa, las más remolonas esperaban que bajara un poco el sol, aprovechando que había poca gente revoleaban los corpiños de sus bikinis. En otros sectores bajaban de los autos ya preparadas para la guerra nocturna con todo su glamour, transparencias, tacos muy altos, mucho brillo y esplendor, su intención era atrapar la noche con una copa en la mano, algunos cenan muy temprano y otros muy tarde todo depende de la costumbre de su país de origen, la temperatura era agradable y daba gusto caminar. Mientras gatillaba y gatillaba mi cámara fotográfica.

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Debo confesar que un poco me molestaba que solamente se hable, inglés, alemán, turco o países del oriente, casi nada español. Me ponían de mal humor. Me sentaba en algún bar y me encaraban para el pedido en otro idioma distinto al español, había allí muchos ingleses y alemanes con su clásica manera de hablar a los gritos, sin duda que opacaban a los otros idiomas.

Mas recorridas por las calles del Puerto, la calle de: “La Ribera” y “La Av. De la Ribera” eran constantes, no me cansaba de hacerlo, mientras le exigía a mi cuerpo un poco de caminata, para bajar tantas cosas ricas y tantas cañitas. Generalmente hacia este recorrido cuatro veces. En todas ellas recogía experiencias distintas y todos los horarios me parecieron atractivos.  

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Los yates bien agarraditos de sus amarras, son testigos de tanto Glamur, el movimiento del puerto es mínimo, pero su presencia era como el blanqueo de las cuentas corrientes de su propietario, muchas veces me quedaba mirando sus estructuras  -absorto elucubraba- que maravilla sería poder convertirme en confidente de uno de ellos y que me contaran un poco de lo que ocurre en su interior. Bahhh, cavilaciones de un Periodista, chismoso y metido…

 

España: Granada es Imperdible. Toda energía

Recuerdos de mis viajes por España.

 

Volvíamos de la costa del sol y la Sierra Nevada.  La ciudad nos esperaba con todo su esplendor. El parque de la Ciencias abrió sus puertas para nosotros exclusivamente.  Un lugar maravilloso. El Show de los Dinosaurios, todos ellos en movimiento… me impacto. Una obligación visitarlo con los más pequeños,  deben darle un tiempo privilegiado cuando organicen su agenda, a su paso por esta ciudad  no deben olvidarse. Regalos como siempre y un deseo…estar presente para festejar junto a ellos el Milenio. Por favor si no estoy para ese momento. Empiecen. Mi espíritu estará con Uds.

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Una propuesta de nuestro gentil guía, mientras íbamos hacia el nuevo Hotel.  El clásico chillido del micrófono, nos puso en alerta y dijo: Podemos visitar la Alhambra desde afuera y ver el atardecer -Su ofrecimiento fue desafiante- Continuo con sus detalles, lo haremos en un taxi, sus callecitas son muy angostas, es la única forma de hacerlo. Me gustó mucho la idea.  Por supuesto fui el primer anotado.

Correr, nuevamente correr, un clásico. Tirar las valijas en la habitación y ya estábamos arriba del taxi. Fue un acierto. Momentos difíciles de olvidar, mis ojos se llenaron de imágenes. Que tierra prometida… Mágica. Su aire, su entorno,  todo es imponente. El sol del crepúsculo ya con modorra, coloreaba nuestras imágenes.

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Fotos, fotos y más fotos, un gran número de turistas, todos detrás del objetivo de su cámara,  me sorprendió cuanta juventud, esperando que las sombras le ganaran al dios sol. A nuestros pies Granada. La altura nos permitía ver a lo lejos esta magnífica ciudad. Va ser difícil olvidar este momento.

Nuestro guia siempre nos sorprendía con maravillosas ideas-Esta fue una- Bajemos caminando… ¿Cómo? Le pedí permiso a mis piernas…mis dedos se apretujaban dentro de mi calzado pero para no ser la oveja descarriada,  lo hice (Confieso un poco refunfuñando)  ¡Qué lugar! Que encanto tan especial tienen esas callecitas y el aroma de las flores. A poco de andar uno se olvida del cansancio y solo quiere disfrutar. Por fin, llegamos a la base por la sinuosa bajada, debíamos seguir 8 o 10 cuadras más, para llegar a la tierra prometida: El Hotel.  Por supuesto se votó nuevamente,  caminado gano, un solo voto en disidencia, el mío.

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Caminábamos  y ya rondaba en nuestra imaginación la idea de  un  baño reparador y descansar un poco antes de la cena. Pese a todo,  apuramos el paso y cuando ya alcanzábamos nuestra meta. ¡Zas!- otra vez se pinchó el globo- Imaginen… estábamos en  la puerta del hotel.  El micro en marcha, todos los demás bañaditos y perfumados (Con cara de pocos amigos). El guía reunió al pequeño grupo de caminantes y con cara de circunstancias nos dijo: ¡No hay tiempo para nada,  debemos ir a cenar como estamos,  nos están esperando! Sentencio.  ¿Fue una orden? ¡Sin reír, sin llorar. A la musa caraca tusa! Así es la vida del periodista.

La mesa estaba servida, la familia reunida y nosotros siempre hambrientos, que bendita costumbre. Un coqueto  Restaurant le daba la espalda a la Plaza de Toros. Demostró todo su contenido, toda su contundencia. Le hicimos honor a todo lo servido, no hubo problemas de idiomas… allí usamos el de los dientes.  Amena charla de sobremesa y volver al Hotel. Todas nuestras expectativas estaban puestas en que al otro día hacíamos la visita oficial a la Alhambra. El grupo integrado por “Patitas eléctricas”  ¿a que no saben que propuso? Volver caminado. Ya ni pregunté cuantas cuadras. Ya no proteste, solamente sonreí, no iba a mariconear  ahora. Siii. ¡Vamos!

Ya instalado en mi habitación, poco recuerdo de lo  que hice en ese sublime momento.  La disputa con los moros, con todos los dioses de Granada y los coros de ángeles que me cantaban.” Granada tierra ensangrentada, mi cantar se vuelve Gita…, el desparramo se armó cuando su autor: Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, se incorporó al grupo. Todavía no sé si vino solo o  con todos sus parientes, pero todos peleaban por un lugar en mi cama,  me acurruque sobre un costadito sin mayores pretensiones,  rápidamente me dormí.  Los gritos del conserje me despertaron, pidiéndome: Señor Por favor… ¿no puede roncar más suave?…

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Amaneció maravillosamente bien -era muy temprano- una mañana de verano con incipiente calor y una pequeña brisa  insolente que  te pegaba en la cara, parado en el balcón del séptimo piso, embelesado, miraba la figura  de La Alhambra, detrás cerrando el marco las sierras. Desayunar, un pequeño trayecto y ya estábamos allí…

Gente… micros… autos… más gente, excitación  de todos ellos…más gente. El lugar justificaba el nerviosismo y las ansias de ya estar en su interior disfrutando. El nuevo guía rápidamente  tramito nuestro ingreso sin demoras y sin largas colas para nosotros… un privilegio.

Ya estábamos adentro, con un moderno sistema de auriculares  nos manejaba con maestría. Pese a que los Periodistas en clara actitud de rebeldía, buscábamos la mejor foto. Se turnaban entre los tres guías para controlarme y arriarme hacia el grupo. Era muy fácil perderse. Los jardines llenos de flores y cantarinas aguas que nos refrescaban,  el calor empezaba a apretar y nos ponía remolones para dejarlos.

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A nuestro alrededor turistas. Reyes y príncipes muy importantes se empezaron a hacer de la familia y ya prácticamente se hacían parte del grupo. El salón para la amada, los sucesivos cambios de usuarios de esta magnífica historia, aquí, allí, en tal época, fueron llenado mis oídos a través de los auriculares.  Esta habitación fue de tal y esta otra de más allá, de tal año a tal año. Infinidad de datos imposibles de retener…

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Entre a un salón cuyo techo era todo trabajado… repleto. De todas las nacionalidades, cámara en mano, casi en penumbras, buscando ese ángulo me puse en un rincón, de a poco me fueron apretujando. Esperaba el momento en que este vaciara,  solo ocurría cuando un grupo muy grande se iba e ingresaba otro.

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Mientras… miraba ese techo, tan rebuscado y tan incómodo para hacer, deje volar mi imaginación,  intente pensar como se pudo hacer este trabajo (Me preguntaba) ¿Cuantas personas trabajaron? ¿Qué tiempo les habrá llevado?  Los dueños del lugar: ¿Cómo mitigaban la ansiedad por verlo terminado?  Seguramente  querían disfrutarlo y mostrárselo a sus amigos. Cuantas historias y misterios deben encerrar sus paredes, sueños, recuerdos y nostalgias aprisionadas por ladrillos y columnas. ¿Serian bien pagos? ¿Tendrían delegados? ¿Que comían, que bebían? ¿Sus descansos? ¿Sus amores? ¿Eran todos hombres? ¿Se comerían un asadito al mediodía?

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Los imaginaba, delgados, pieles castigadas por el sol y su gesto adusto. Embelesado, casi viviendo el momento. De pronto fui sorprendido.  Me zamarreaban de un brazo. Raúl. Raúl. Vamos, estamos todos buscándote, el grupo va hacia adelante.

Apuremos el  paso. ¿Qué te paso?… Las preguntas eran de la guia que me llevaba de la mano entre la muchedumbre, como a un niño castigado-A mí me gustaba-  Confieso…me dio vergüenza contárselo. Una excusa salió disparada. Me sentí un poco cansado, me falto un poco el aire. Puede ser-  me contesto- Tanta gente y el calor suele ocurrir. Trata de no alejarte, no queremos que te pase nada.

Ya alcanzando al grupo,  me sentí importante al ser tan cuidado. Miraba para abajo un poco avergonzado, muy poco quizás. Solamente yo sabía el placer que me había dado dejar volar mi imaginación y prácticamente estar encaramado en un andamio allí… en la altura,  con un turbante en la cabeza,  un taparrabos, descalzo y mi lomo muy bronceado por el sol. En una mano el material y en la otra un cincel, un artista de la época. Solamente murmure. Gracias a dios por esta imaginación que me diste. Lo hice en voz de confesión ¿Qué me dijiste?  Fue la pregunta de mi salvadora. Solamente gracias por preocuparte. Sin soltarla de la mano…

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A la salida, nuestro guía caminador, tuvo la feliz idea de invitarnos  a hacer la bajada caminado, ante esta propuesta desequilibrante yo también dije que sí. Hummm… luego lo disfrute, esas callecitas y esas casas, rústicas, con su balcones cubiertos de flores, da gusto hacerlo y casi sin darnos cuenta estuvimos allí abajo, el sol en lo alto, la temperatura casi a tope marcaban el fin de esa mañana. Nos esperaba el transporte.   La caminata nos había abierto el apetito y un nuevo Restaurant seria nuestro anfitrión.  “Mesón San Cayetano”

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Sentados alrededor de una mesa de estilo rustico, nuevamente el motivo de siempre. ¡Comer! Qué bueno es hacerles el honor a los españoles.  Hablábamos todos a la vez, excitados por la visita a la Alhambra, cada uno se llevaba un recuerdo distinto pero todos eran muy buenos, se sucedían las fotos, era nuestro último almuerzo, pronto cada uno estaría en su nuevo destino.  Las cañitas y los vinos españoles apagaban nuestra sed, las infaltables olivas y las tapas daban sosiego a nuestros estómagos “Rabo de Toro” fue para mí un plato principal. Un postre clásico. Alguna bebida de las que le llaman colagogas,  redondeo el almuerzo.

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… Ya en el transporte, la música  nos unía… La de los ronquidos. Seguía pensado en  los amores y desamores de aquella época,  el de la construcción,   seguía con mis  preguntas. Poco a poco, bajaban en sus hoteles. Hasta que quede solo… Llegamos. Fue su frase, tome mi mochila, mi cámara y mi valija ¡Hasta un nuevo Destino!