España. Gil García. Pueblitos llenos de amor

 

 

Recuerdos de mis Viajes por España

 

Parado… allí, en Barco de Ávila una pequeña localidad de España a 200 km de Madrid- Pronto a iniciar una nueva Aventura- Visitar el pueblito donde nació mi padre- justificado viaje- uno de los motivos de estar en España, conocer este lugar. Todas las incógnitas pasaban por mi mente, sin pedir turno ni sacar número, eran una avalancha de ideas… se sucedían  como una cámara ligera.  El sol como siempre muy entrometido caía a plomo sobre los cristianos y no tanto, a mi lado la pertrecha valija… única compañera de aventuras.

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España. Barco de Ávila – Pueblitos custodiados por su Castillo

Miraba a mi alrededor…me preguntaba ¿Era esta la Terminal de ómnibus? Sí. Fue mi propia respuesta -Muy pequeña- un grupo de locales contaban pequeñeces sin ton ni son. Pareciera que era una charla preparada para darse corte. Toda Gente mayor -todas haciendo portación de caras-  las clásicas de un pueblo, gente de mucho trabajo, todas ellas eran un compendio de vida y sus manos… sus manos sí que no podían ocultar su tiempo y sus historias de sacrificio… allí estaba su ADN.

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Barco de Ávila. Puentes de piedras sobre el río Tormes

Sentía que era observado, sin dudas mi equipaje me delataba y mi vestimenta también o mi cabeza rasurada. Pero sobre todo, que parecía una estatua, nadie me iba a buscar. ¿Qué hacía yo allí? Era la gran incógnita. Lo que no se dieron cuenta, es que con mi aspecto de distraído, era yo el que los observaba y escuchaba a ellos. Paso el tiempo…se hacía interminable…

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Barco de Ávila. El río Tormes- Arriba: El Puente – Abajo: Truchas

Ellos, cansados de esperar que pase algo… se silenciaron. Quizás esperaban mi pregunta- Aproveche esa pausa- Apunte a uno de ellos, el que sabía todo lo que pasaba en el  pueblo y alrededores. Hablaba muy fuerte y parecía por su uniforme el dueño de la Terminal- Hacia el salió la bala-  Discúlpeme Sr. ¿Dónde puedo conseguir un taxi? Salto de una  pared baja donde estaba sentado y sigilosamente se puso a mi lado… sin bajar su tono de voz sino que lo aumento. Era este un volumen como para que sus parientes y los míos se enteraran. Me pregunto. ¿A dónde Va? Al Hotel “Real de Barco” respondí. Y para que quiere un taxi vaya caminando- es muy cerca- fue su respuesta.

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Barco de Avila. Gil García – El Bar – Un gran entretenimiento

Dirigí mi vista hacia dónde apuntaba su dedo y divise el Cartel. Me pareció lejos y en subida. No… quiero un taxi- Dije caprichoso- Para no parecerlo, agregue: Lo que ocurre que luego tengo que ir a Gil García.  Reforcé así mi explicación: Es el pueblito donde nació mi padre, quiero conocerlo y buscar algún pariente… si los hay.  En ese momento los 10 o 12 que estaban sentados en la misma pared, saltaron- se pusieron a mi lado – todos juntos hablaban y preguntaban (…)

Hasta que el de la voz cantante dijo: Esta chica que viene aquí, ¿Le pregunte, a su vez? ¿Ella? Señalándola. No, no. La que maneja el micro. Refiriéndose a otra. Se nos acercó una joven muy alegre y verborragica. Me pregunto ¿El apellido de su padre? Bernabé Solis, le respondí. Hummm… no conozco a nadie con ese apellido. Poco le importo que yo fuera de su pueblo, demostrando poco interés,  giro y continúo con su tarea.

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Barco de Ávila. Gil García – Historias contadas piedra sobre piedra-

Mientras… yo seguía haciendo una pequeña reseña de la histórica llegada de mi padre a la Argentina y ante sus preguntas me daba cuenta de la poca información que poseía. Me sentía culpable de no haberme interesado un poco más de su salida de España, de mi parientes que seguramente los hay- como fue su viaje- de cuanto extrañaba a su querida España. Solamente me remuerde mi conciencia de que  nunca pudo volver a su terruño, es por eso que yo tome la posta y me comprometí a hacerlo por él. Nuevamente participo el de la voz cantante – Sacándome de mis pensamientos- No tome taxi, me dijo- Que lo lleve el hermano de ella, ahora viene con otro micro, como si impusiera una orden. Como al pasar…  aclaro… ¡Es el intendente de Gil García!

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Barco de Ávila. Gil García – El tiempo dejo sus huellas sobre sus casas-

El reloj marcaba las 14.30 hs. – me llamaron- estaba esperándome el taxi. Me puse en sintonía y mi corazón empezó a latir locamente. ¿Qué me esperaba? Me preguntaba constantemente. ¿Que encontraría al conocer el pueblito? ¿Encontraría su casa? ¿ Estaría muy deteriorada?, ¿Algún pariente, primo o descendiente de la familia? ¿Cómo me recibirían? ¿Me aceptarían? Muchas preguntas… Pocas respuestas.

Cargaba solamente la mochila… y en ella muy pocas cosas. Los papeles con los pocos antecedentes que había podido recolectar  de mi familia española- Solamente algunos nombres- Visitaría el que a partir de este momento sería mi pueblo. Al hacerme ciudadano español mi lugar de referencia es este pueblo.  Todo esto recorría no solamente  mi cerebro sino todo mi cuerpo.

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Barco de Ávila – Mi chofer…Mi amigo…José Antonio Martin Colorado.

Ya estábamos en camino… Mi chofer… José Antonio Martin Colorado a partir de ahora José a secas y también… mi amigo, relación que establecimos cuando nos reunimos en su Asador” M y M San Lorenzo”, de la vecina localidad de San Lorenzo de Tormes, distante a solo 10 km de Barco de Ávila. Allí me invito a cenar y estrechamos nuestra amistad, también entendí por qué los argentinos nos hacemos tan rápido de amigotes, es la sangre que corre por nuestras venas.

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Barco de Ávila . Gil García – La iglesia siempre presente.

En la próxima curva esta la entrada. Debemos salir de la principal y tomar un camino lateral, me dijo mi ocasional chofer- Allí está el cartel de entrada – Mi corazón se volvía a acelerar… Nos detuvimos y José me saco unas cuantas fotos. De todos los ángulos, mi apuro por llegar, mi ansiedad incontenible hizo que le pidiera que retomáramos el camino… comenzó la subida, rodeada de una frondosa arboleda.  José me acribillaba a preguntas y hablaba sin cesar haciendo de guía de turismo, hubiese querido aprovechar ese momento en silencio. Sentado en la punta del asiento y tratando de retratar con mis ojos ese paisaje, mi ilusión era que esa imagen que guardaban mis retinas no se perdiera jamás.

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Barco de Ávila. Gil García. Solo 2 km. para cumplir mis sueños.

Los 1200 metros de altura que tuvimos que subir para llegar… se me hicieron eternos, no sé porque estaba tan ansioso ¿Que esperaba encontrar? Muchas eran mis incógnitas. Y este entorno  me sorprendía gratamente. Esta es la última curva… y la última subida, fue su respuesta a mi pregunta casi Infantil. ¿Falta mucho? Con un pequeño quejido el vehículo encaro la última subida. Esta es la parte principal del pueblo, me dijo ¿Me pregunte? Y pensé, casi sin quererlo. Si esta es la principal como será lo accesorio. Mi emoción toco su fin. Esto es un hecho, estoy pisando Gil García.

Este es uno de los momentos más esperado de mi vida. Tengo que vivirlo a pleno. Nos recibió una encrucijada de calles. Subidas, bajadas, la construcción muy variable y de todos los estilos, moderna, antigua con grandes piedras apiladas una sobre otra, con los techos caídos, el tiempo con su paso había dejado sus huellas. Confieso, ese estilo rústico me apasiona, las calles estaban asfaltadas, tendidos de cables que denuncian la presencia de electricidad… sinónimo de progreso. Ya tenía mi primer pantallazo. José, descendió y me invito a mí a hacer lo mismo…

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Barco de Ávila. Gil García – ¿Aquí habrá jugado mi padre?

La primera subida y el ¡Vamos Raúl, de José! –alentándome-  así te ayudo a averiguar  y te dejo organizado para volverme tranquilo. Su función de taxista se había excedido y le estaré siempre agradecido.

El primer vecino, nos dijo que no conoció a ninguno de los apellidos que le íbamos cantando, pero que fuéramos a ver a fulano de tal… que era uno de los más viejos, allí fuimos… bajar y volver a subir, a nuestro llamado una voz masculina- de edad por su tono y ronqueo- nos gritó: Estoy descansando, no recuerdo a nadie con esos apellidos, vayan a ver… a fulano de tal que quizás recuerde algo. Las noticias recorrieron rápido el pueblo. Recién llegábamos y ya todos sabían…quien era… y a que iba. Era comprensible, el mundo de la telefonía celular también estaba presente

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Barco de Ávila. Gil García – El campanario todo un mito.

Me llamo la atención la cara de contrariado de José- yo no hice ningún comentario- Me miro y dijo ¡Qué raro! Tampoco pregunte nada y  si él quería alguna respuesta en especial de mí, no se la di. Vamos a ver a una parienta mía que vive aquí- Unas vueltas-  bajadas -y nuevas subidas.  A nuestra llamado apareció la figura de una mujer con una sonrisa muy agradable… nos invitó a pasar.  Inmediatamente le pintamos un panorama de mi situación, saque de mi mochila los pocos papeles que llevaba y los apellidos que tenía se sucedían uno tras otro. Los “no” ganaron rápidamente sobre los pocos…“si”.

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Barco de Ávila . Gil García – Simple – Rustico – Pero que aguanta el tiempo.

Latas de gaseosa heladas y bombones de primera marca fue su invitación. Todos eran símbolos de modernidad… no me dejo de sorprender. Trataba de concentrarme en la búsqueda de mis parientes y pese a todo me llamaba la atención… su forma de vida… En la próxima publicación de los viernes les cuento el desenlace en: Gil García el pueblito de tantos padres y Abuelos (…)

España: Puerto Bannús. Todas Fantasias

Recuerdos de mis Viajes por España.

Arrastraba mi deteriorada maleta. La muy maldita venia de rodar por la escalera de la terminal de ómnibus, si allí… en Marbella (que glamur ni que glamur) esta bendita no se cayó en cualquier destino, para caerse que mejor lugar que Marbella, no menos de 10 escalones. La quise agarrar de la manija, para protegerla, para no arrastrarla y que sus rueditas no sufrieran, la  desagradecida… no tuvo mejor idea que romperse, mientras yo amorosamente la abrazaba,  la muy bestia cayo haciendo un ruido estrepitoso. Me quede helado, petrificado y avergonzado.

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Lo más gracioso era mi pose, como si estuviera tocando el acordeón pero sin nada que uniera mis manos, colorado de vergüenza y en una  actitud muy tonta. Observaba todo a mí alrededor y hacia un recuento de  los que se reían. No dejo de reconocer que es divertido cuando le pasa a otro…Algunos pasajeros salieron espantados,  los muy exagerados  se pensaron que los iba a aplastar,  yo también.  En este momento me acuerdo y me sonrió, no quiero imaginar cómo se divirtieron los que miraban de lejos.

Suerte que no se abrió, si hubiese ocurrido. Estaría arrodillado frente a ella  como si fuera un herido, acomodando la ropa, las medias, remeras y  el desodorante rodando por los escalones… Todavía aferraba fuertemente el pedazo de manija en mi mano, como si fuera un trofeo, tampoco entiendo porque me había quedado como detenido en el tiempo  y la miraba fijamente. Mientras… hacía un inventario del  deterioro(es nueva,  su segundo viaje) Los viajeros frecuentes no sabemos que usar para transportar nuestros bártulos, para que estén  seguros y que no se rompan tan fácilmente.

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La valija se convierte en la “Caja Fuerte del Turista” – allí lleva todo su capital- cuando queremos conservar algo todo va a parar a ella, el trastorno de perderla en un viaje es terrible. Si las compañías que las administran entendieran esto, intentarían un manejo más responsable de ellas. La muy bella- la mía-  se convirtió en el martirio de mi viaje, todas las mañanas le dedicaba un buen tiempo en su reparación.

El mal trago ya había pasado y ya estaba cruzando la plazoleta bordeando  una fuente de agua que te recibe en el Portal de Puerto Banús, te da la Bienvenida.  A pocos metros  está el hotel dónde me alojaba. Para este caso opté por un Appart Hotel. Una forma de vacacionar  que a mí me apasiona, me encanta la cocina y hacerlo con los productos regionales de cada lugar  mucho más. A su vez el ahorro que implica no comer afuera me permite comprar otras cosas que también me llenan, pero de satisfacción.

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El departamento en suerte merece un párrafo aparte, era tan enorme que necesitaba un guía profesional para recorrerlo. Dirán Uhhh, que exagerado y les puedo asegurar que no lo soy para nada. A saber: Vestíbulo, Gran living -enorme- cocina amplia, comedor diario, con ventanal, baño. Zona de sueño: habitación vestidor, baño principal y el Dormitorio. A su vez si eran más pasajeros, un dormitorio con cama matrimonial y otro baño. Una locura total. Todo por el mismo precio que una habitación de Hotel

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Ventajas: con pequeño sacrificio, se ahorra mucho dinero y se puede ocupar el mismo en compras o extender los días, amarrocarlo si te gusta.

Desventajas: El sacrificio y algo que aparentemente ocurre en todos los lugares del mundo, siempre pensé que era solo en mi país. Falta todo lo que podes necesitar en  forma inmediata…

El Turista cuando llega, no encuentra nada de lo que se necesita para vivir. Es poco creíble que  uno deba salir corriendo a comprar lo necesario para subsistir. Esto trae aparejado perder horas de descanso o de conocimiento de lugares. Esto tiene tan fácil solución que es difícil encontrar una explicación de porqué no se resuelve.

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Ningún empresario Hotelero, pierde su capital o su sueño si se le agrega al costo de la habitación: café, té, azúcar, aceite, detergente, servilletas… -En pequeñas cantidades- El turista no debe perder de ninguna manera su tiempo al minuto que llega en buscar un supermercado para resolver sus necesidades básicas. A su vez esta obligado a comprar estos elementos en envases familiares, cuando por dos tres días lo que necesita son cantidades  mínimas.

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Ya instalado di una recorrida de reconocimiento por el departamento y salí enfurecido a la calle,  la ansiedad me devoraba, me parecía imposible estar allí y tenía cuatro días para disfrutarlo. La salida de mi mansión, era a un lúgubre pasillo de cien metros. Por un lado tenía una arteria comercial,  por el otro directamente accedía una peatonal  que bordea al mar, atestado de chiringuitos, bares y restaurants, es la más importante del Puerto Deportivo.

El sol del mediodía parecía que quería partirme al medio, pero poco me importo. Devoraba las distancias, las calles y callecitas tratando de mirar todo en segundos, los negocios se empezaban a poblar, un agradable olor a comida te abría el apetito. Los platos con frutos del mar y las cañitas estaban en todo su esplendor.

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Todo me parecía atractivo. Miraba vidrieras, algo no tan usual en mí, pero eran tan llamativas que hasta me paraba en las femeninas. Cuando me daba cuenta echaba un vistazo en seguida en todas direcciones para ver si había algún conocido. Por suerte no ocurrió. Las embarcaciones, las motos, los autos. Las Mujeres. Cosa de locos. Ya habían pasado casi dos horas. Y si algo no puede controlar el hombre es el cansancio. Te arruina todos los planes, la sed y el hambre son buenos compañeros de este último, así que emprendí mi regreso hacia el que sería mi reducto por unos días.

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Ya en sus cercanías pregunté donde había un supermercado. Ahí. Fue la respuesta. Al lado -Lo habían puesto para mí-  Cargue: jamón ibérico -mucho- una baguete crujiente, tomate, manteca para el sándwich, cervezas, gaseosas, lo mínimo indispensable,  luego de a poco la gula hace que se vaya llenando la heladera. Mientras preparaba mi almuerzo, me serví mi primer On the rock, -como aperitivo- es una  suerte que “Don Walkers” siempre me acompaña en todos los viajes.  Imposible estar en el Paraíso y no brindar por ello. Merecía sentarme en un sillón -así lo hice- un sorbo y entrecerré los ojos, me parecía mentira estar allí, a cuantos seres queridos hubiese sentado a mi lado para que disfruten conmigo en ese momento.

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Mientras disfrutaba mi almuerzo, escuchaba música muy fuerte, “marcha”, imagine que era en la playa y que las mujeres que había visto semidesnudas las vería desnudas.  Así lo comprobé, era una playa que estaba poblada de gente muy joven y con ganas de divertirse. Los tragos, las cervezas y el baile los acompañaban, había tarimas donde: jóvenes muy bronceadas a pleno sol, se contorsionaban muy sensualmente.

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Más tarde comprobé que una  buena hora para salir a caminar era alrededor de las 18hs, las diosas del mar  salían de la Playa, las más remolonas esperaban que bajara un poco el sol, aprovechando que había poca gente revoleaban los corpiños de sus bikinis. En otros sectores bajaban de los autos ya preparadas para la guerra nocturna con todo su glamour, transparencias, tacos muy altos, mucho brillo y esplendor, su intención era atrapar la noche con una copa en la mano, algunos cenan muy temprano y otros muy tarde todo depende de la costumbre de su país de origen, la temperatura era agradable y daba gusto caminar. Mientras gatillaba y gatillaba mi cámara fotográfica.

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Debo confesar que un poco me molestaba que solamente se hable, inglés, alemán, turco o países del oriente, casi nada español. Me ponían de mal humor. Me sentaba en algún bar y me encaraban para el pedido en otro idioma distinto al español, había allí muchos ingleses y alemanes con su clásica manera de hablar a los gritos, sin duda que opacaban a los otros idiomas.

Mas recorridas por las calles del Puerto, la calle de: “La Ribera” y “La Av. De la Ribera” eran constantes, no me cansaba de hacerlo, mientras le exigía a mi cuerpo un poco de caminata, para bajar tantas cosas ricas y tantas cañitas. Generalmente hacia este recorrido cuatro veces. En todas ellas recogía experiencias distintas y todos los horarios me parecieron atractivos.  

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Los yates bien agarraditos de sus amarras, son testigos de tanto Glamur, el movimiento del puerto es mínimo, pero su presencia era como el blanqueo de las cuentas corrientes de su propietario, muchas veces me quedaba mirando sus estructuras  -absorto elucubraba- que maravilla sería poder convertirme en confidente de uno de ellos y que me contaran un poco de lo que ocurre en su interior. Bahhh, cavilaciones de un Periodista, chismoso y metido…