Soy un pésimo chamuyador. Si, ya sé, esto suena a chamuyo. Pero posta. No sé cómo iniciar una charla con una chica desconocida. A ver, quiero ser claro. Puedo decirle una frase inicial, pero si la mina no me tira un mínimo centro hago agua al instante. Tengo amigos que no, todo lo contrario. Siempre tienen temas de conversación con mujeres que no conocen y se la pasan hablando durante horas. ¿Cómo lo hacen? No lo sé. Pero además voy a confesar que tengo un problema peor: tengo tendencia a enamorarme de las chicas que son contratadas para agradarle a los hombres. O sea que me imagino formando una familia feliz con toda moza, empleada de negocio de ropa y promotora que me cruce en la vida. Es que mi viejo tiene razón: “No hay nada más lindo que una mujer linda”.
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Mentime que me gusta
Yo no sé por qué, pero cuando uno se va de vacaciones, lejos de casa, siente cierta impunidad turística. Quizás sea porque tenés a tus viejos lejos y, de algún modo, te sentís más liberado o porque no conocés a nadie del lugar, pero uno termina animándose a hacer cosas que comúnmente no haría en su barrio. La cosa es que una noche estaba en un boliche y, junto a un amigo, decidimos hacernos los extranjeros, decidimos simular ser quienes no éramos, en fin, decidimos mentir para levantarnos chicas.
Levante 2.0
Un día me llega a mi casilla de mail una solicitud de esas redes sociales que sirven para generar contactos profesionales. La cosa es que me meto en el perfil del interesado y descubro con agrado que se trataba de una chica muy bonita. ¡No sabés el pedazo de currículum que tenía! ¡Y además se le asomaban un par de licenciaturas que parecían dos cabezas de universitario completo! Decidí buscarla en todas las redes sociales habidas y por haber. Quería saber más sobre ella, quería averiguar qué le gustaba, quería conocer sus inquietudes, sus sueños y añoranzas, y sobre todo, quería ver si estaba tan buena como su foto de perfil prometía. Fue ahí cuando me di cuenta que soy un stalker de profesión, que necesitaba ayuda psicológica urgente, pero, sobre todo, cuando comprendí que estaba a punto de meterme en una modalidad de seducción que nunca antes había experimentado: el levante 2.0.
Justicia divina
Cuando junto a mis amigos nos ponemos a tratar de entender por qué razón estamos solos en este mundo, muchos caen en una especie de delirio místico con el cual logran calmar su ansiedad existencial. Yo lo llamo la “justicia divina”. Es algo así como que cuando se dan por vencidos de encontrarle una explicación racional a algo que no tiene explicaciones racionales como es que una mina se enganche o no con uno, dicen frases como “Yo sé que la mujer de mi vida ya nació, sólo tengo que esperar que aparezca”. Y yo, al instante pienso: “¿Qué? ¿De dónde sacaste esa mentira?”.