Algunas veces tomamos decisiones irreversibles en nuestras vidas, pero al instante dudamos en ser tan determinantes. Yo creo que es porque lo irreversible parece ser contra natura. ¿Cómo admitir que no exista posibilidad de arrepentimiento? ¿Quién puede ser capaz de no permitirnos una contradicción? Nosotros mismos. Yo, vos, él, ellos, nosotros, somos los jueces más feroces, los únicos capaces de sentenciar una persona al olvido, a morir en vida. Y es en aquel preciso momento en que uno percibe que acaba de tomar un camino que no podrá ser corregido nunca más en donde se pregunta: ¿habré hecho bien?