¡¡¡Vos me robaste la plata de mis hijas!!!, fue la hiriente acusación de Diego a Guillermo, rompiendo en forma automática la unión casi “matrimonial” que los había unido durante tantos años. Ese señalamiento con el dedo de Maradona hacia Cóppola, impensando hasta ese entonces, pareció representar el principio del fin para el célebre representante de futbolistas. Porque más allá de si el agravio fuera cierto o no, ¿quién se iba a atrever a contradecir en público al para muchos mejor jugador de la historia en un tema tan complejo como lo es el manejo de dinero de un tercero?