Nadie puede dudar que los últimos diez años han sido espectaculares para la vitivinicultura argentina, en todo sentido. El vino es la bebida nacional por ley, el Malbec se coronó, el Torrontés despegó, el vino se subió a la autopista de la calidad para no bajarse nunca más, explotar los mejores terruños ya está en la mira, los enólogos se lucen dentro y fuera de las bodegas, la oferta se consolida con propuestas para todos y todas, pero… por qué siguen los lamentos. De las bodegas porque las ventas no son suficientes y de los clientes porque los precios se disparan y los mensajes no son claros. ¿La industria desaprovechará esta oportunidad histórica ocasionada por este gran envión que produjo la década ganada? ¿Y los consumidores qué pueden esperar? Continuar leyendo