Ya van cuatro años que participo de un concurso internacional de vinos denominado (ahora) Six Nations, inspirado en la famosa copa de Rugby. Ya que inicialmente solo se degustaban vinos de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. Pero luego invitaron a la Argentina, casualmente el mismo año que se sumaron los Pumas al championship, conjuntamente con Chile y Estados Unidos.
Somos 6 jurados, los cuales seleccionamos 100 vinos representativos de cada país, que degustamos todos los vinos por categoría en busca de los tops.
Año tras año, regreso con interesantes conclusiones. Ya que degustar 600 vinos que mejor representan a cada uno de estos países, y que (no casualmente) son los principales competidores de nuestras etiquetas en el mundo, brinda un panorama de lo que está pasando. Sobre todo con los cambios en los estilos de vino, porque aquí la moda también pesa, aunque los mejores vinos son los que se fidelizan con su terruño.
Pero he visto pasar a los Sauvignon Blanc neozelandeses, tan aclamados en todos lados, muy maquillados y casi artificiales. Y hoy ser más naturales. O sorprenderme con los blancos y espumantes sudafricanos, de los cuales aquí no hay referencia pero merecen mucho respeto. Y así la lista es larga, pero me guardo los tecnicismos para el informe que les paso a los enólogos.
Sin embargo, este año pasó algo muy curioso. A tal punto que Houn Hooke, el periodista referente de Australia, temió por su vida profesional (http://blog.huonhooke.com/post/96035821614/six-nations-wine-challenge).
Es que se rompió la hegemonía, en realidad fueron dos. Y eso es lo que lo puede salvar a Huon y a mi. Porque Australia se ha llevado el Trophy al Malbec y la Argentina al Syrah. No puedo develar aún las etiquetas. Sólo puede decir que la mayoría de los demás vinos que ocuparon el Top ten en cada categoría si fueron fieles a la historia.
Pero no voy a negar que al enterarme me sorprendí. Pero luego, revisando mis notas de cata, me surgieron muchas conclusiones.
Por un lado no hay dudas que el Malbec es nuestra gran referencia y que somos los líderes en la materia. Por masa crítica y por diversidad de calidades; y si a eso le agregamos que aún estamos en pañales, el futuro del Malbec argentino es insuperable. Y es genial que en Australia, o donde sea, surjan Malbecs de renombre. O acaso no nos ponemos contentos cuando un Pinot Noir, como los que hace Piero Incissa della Rocchetta (http://www.fabricioportelli.com/2014/09/04/piero-el-grande/) en Río Negro, sorprende a los referentes de la Borgoña. O un gran blend nuestro, como los que acostumbra a hacer Alejandro Vigil para Catena Zapata, opaca a los reyes de Burdeos en catas internacionales. Y sin embargo eso, y tantos otros ejemplos a manos de otros productores del Nuevo Mundo, no pone en riesgo la supremacía y el prestigio de las regiones tradicionales. Es más, ese tipo de sucesos, no hace más que referenciar más el origen de los mejores exponentes de tal o cual cepaje.
Por otra parte es una gran noticia para el Syrah, y de San Juan (menos mal). Porque mantiene viva la llama de que allí se pueden hacer grandes exponentes, a pesar que el boom de hace diez años parezca un lejano recuerdo. Y estoy seguro que así como no debería preocupar a ningún bodeguero este resultado, los de Australia, seguramente seguirán muy tranquilos con sus Syrah, y el Penfolds Grange seguirá siendo la referencia nuevomundista del enigmático varietal.
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