Ernesto Sábato: Fidelidad o Traición.

#DeColoresYPasiones

Escaneo1

Siempre digo que hoy no sería pintor si no fuera porque existió un hombre generoso llamado Ernesto Sábato. Mi deuda con él es enorme, total. Cuando lo conocí tenía ochenta y siete años y yo diecisiete, como en la foto. Existía una diferencia de setenta años y varias generaciones en el medio pero compartíamos la misma pasión por las cosas, sí, por las cosas así a secas. Nos apasionaba de la misma manera los lomos de los libros; pasábamos toda una tarde mirándolos, sin tocarlos (todavía suelo hacerlo).

Nos apoyábamos mutuamente. Cuando él estaba triste yo lo inclinaba hacia la pintura y le hablaba hasta darle ánimo. Sin embargo cuando lo elogiaba parecía ponerse más triste aún. En otros momentos el que estaba triste o, mejor dicho, enojado era yo. En ese tiempo sentía un enojo oculto y generalizado muy grande y solamente Ernesto conocía el proceso para revertir o transformar mi enojo.

He aprendido (o quizás aprehendido) mucho durante esos doce años de compañía en su casa de Santos Lugares… todavía lo extraño.

Lo más importante que me enseñó es que en la vida existe un valor que pertenece muchas veces oculto pero que se escucha en lo hondo del alma, y es lo más importante que tenemos. Ese valor es la fidelidad o traición a lo que realmente sentimos como un destino o una vocación a cumplir.