Llevar el arte hasta la risa perfecta (Bukowski).

#DeColoresYPasiones

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Hoy quiero hablar de poesía; pero de poesía cruda, salvaje, de alcantarilla. Hoy quiero hablar de Bukowski, sí, de Charles Bukowski.

Él fue quién me mostró que hay que llevar el arte hasta sus últimas consecuencias. Leí sus poemas durante mi adolescencia y lo sigo haciendo. Muchas veces, cuando yo llegaba a la casa de Sábato con un libro de Bukowski bajo el brazo, Ernesto se enojaba conmigo. Nunca entendí bien porqué. Creo que se habían conocido pero Bukowski no respetaba nada, solamente el arte y el alcohol.

La poesía de Bukowski tiene la indecente energía de la furia, contiene el lenguaje de los bares y también un excesivo cinismo. Entre borrachos y suicidas ha conseguido que los miserables tengan su poeta y que la ironía sea capaz de derrotar a la peor  de las tragedias. ¿No podrá, entonces, llevarnos de la mano hasta el infierno y traernos sanos y salvos? Sanos sí, a salvo nunca…

Quiero dejarles tres poemas: 1. “Pájaro azul“, 2. “Lanzar los dados” y 3. “Es nuestro“.

 

 

1. Pájaro azul.

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir

pero soy duro con él,

le digo: quédate ahí dentro,

no voy a permitir que nadie te vea.

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir

pero yo le echo whisky encima y me trago el humo de los cigarrillos,

y las putas y los camareros y los dependientes de ultramarinos

nunca se dan cuenta de que está ahí dentro.

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir

pero soy duro con él,

le digo: quédate ahí abajo,

¿Es que quieres meterme en un lío?

¿Es que quieres mis obras? ¿Es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir

pero soy demasiado listo,

solo lo dejo salir por la noche, cuando todo el mundo duerme.

Le digo: ya sé que estás ahí, no te pongas triste.

Lo vuelvo a introducir y él canta un poquito ahí dentro.

No lo he dejado morir del todo y dormimos juntos, así,

con nuestro pacto secreto

y es tan tierno como para hacer llorar a un hombre, pero yo no lloro.

¿Lloras tú?

 

 

2. Lanzar los dados.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final,

de otro modo, no empieces siquiera.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final,

tal vez suponga perder novias, esposas,

parientes, empleos y quizás la cabeza.

Ve hasta el final.

Tal vez suponga no comer durante tres o cuatro días.

Tal vez suponga helarte en el banco de un parque.

Tal vez suponga la cárcel.

Tal vez suponga burlas, humillación, desdén, aislamiento.

El aislamiento es el premio,

todo lo demás es un modo de poner a prueba tu resistencia,

tus auténticas ganas de hacerlo.

Y lo harás a pesar del rechazo y las ínfimas probabilidades

y será mejor que cualquier cosa que puedas imaginar.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.

No hay sensación parecida.

Estarás a solas con los dioses y las noches arderán en llamas.

Hazlo, hazlo, hazlo.

Hasta el final.

Llevarás las riendas de tu vida hasta la risa perfecta,

es la única lucha digna que hay.

 

 

3. Es nuestro.

Hay siempre ese espacio ahí,

justo antes de que nos agarren.

Ese espacio que nos relaja,

nos deja respirar;

digo: tirarte en la cama pensando en nada

o digo servirte un vaso de agua de la canilla

mientras vos te llenás de nada.

Ese espacio amable y puro es lo que vale,

siglos de existencia;

digo: sólo rascarte el cuello mientras mirás por la ventana una rama desnuda.

Ese espacio ahí, antes de que nos agarren,

nos asegura que cuando lo hagan, no lo tendrán todo.