La queja no es una política activa

#MadreFreelancer

En esos primeros meses en que los hijos requieren muchísima atención y todavía las mamás están en la casa y los padres han vuelto a su rutina laboral, hay una queja injusta de parte de las mujeres que me interesa desplegar aquí. Amigas que lean esto, mujeres que me conocen, lo siento mucho, pero creo que sus quejas a veces son un exceso.

Queja típica #1: “él se va todo el día a trabajar y yo me tengo que quedar en casa alienada con bebé todo el día y cuando llega lo único que quiere es mirar la tele y no me ayuda con bebé”.  Agradecé, muchachita, que hay un tipo que te banca a pesar de tu obsesión por la limpieza desatada con el nacimiento del bebé, de que no tenés ganas de tener sexo y de que te pateás las ojeras. Seguramente este hombre se encargue de algo como bañar al crio, darle de comer o cambiarle los pañales, es lógico que te resulte poco, pero es mejor que nada. Vos estás agotada, pero él también lo está porque anoche tampoco durmió y no estuvo en todo el día en su casa porque tuvo que trabajar.

Queja típica #2: “él no se levanta a la noche a atender a bebé tantas veces como yo”. Lamentablemente, querida amiga, si él a las seis de la mañana abandona el sueño para ir a trabajar, por ahí no le da el cuero para levantarse justo una hora antes de que suene el despertador. Tené un poco de piedad por el amoroso señor que tenés durmiendo en tu cama ya que él está tan crispado como vos e intenta hacer las cosas lo mejor que puede. A él no le está culturalmente permitido sucumbir en una crisis de llanto.

Queja típica #3: “mi suegra se cree con derecho a invadir todo porque bebé es su nieto”. Si no estuvieras tan alienada, te darías cuenta que la suegra puede ser de gran ayuda si decidís volver a tener una vida por fuera de la maternidad y que su exceso de cariño tenés que usarlo a tu favor. Dejá tranquila a esa mujer que le cambia los pañales de un modo  que a vos no te gusta o que le da la mamadera torcida, ella ya crió otros bebés que no murieron porque de echo uno de ellos es tu marido.

Hay un enorme peso cultural en la idea de que la madre es la que debe cuidar del bebé la mayor cantidad de tiempo posible y eso se refleja, por ejemplo, en las leyes laborales que le otorgan a la madre tres meses de licencia -que ya es poco- y al padre unos miserables cinco días. Sin darse cuenta, este peso cultural también lo llevan adelante las mujeres: la queja es parte constitutiva del problema porque dilata una verdadera política hogareña para cambiar algo de esa realidad.

Por último, madres con padre en casa, no saben qué suerte tienen de tener a alguien que aunque no haga las cosas perfectas, elige quedarse a remar la familia que (queriendo o sin querer, según el caso) armó.