Bebé y yo y nadie más

#MadreFreelancer

Leyendo el post del blog Libertad Condicional, “La verdadera tribu urbana”, me sentí identificada con la realidad que describe: la maternidad se ha vuelto un trabajo solitario. En primer lugar, porque cada vez somos más las madres sin pareja y en segundo lugar, porque los padres que sí conviven con sus hijos recién nacidos, tienen que trabajar como si nada hubiera cambiado en sus vidas.

Los abuelos de hoy son laboralmente activos cuando nacen sus nietos porque (en general) nadie puede sostenerse con una jubilación. Recuerdo que a mí me cuidaban mis abuelos cuando mis padres trabajaban, tenían una jubilación escasa, pero el sueldo de mi mamá era lo suficientemente bueno como para ayudarlos y así se resolvía la economía de todos.

Vivo sola con mi hijo y a veces me siento abrumada por el cansancio, porque además de trabajar para ganar dinero, tengo que ser madre de un bebé de ocho meses y puedo asegurarles que no hay nada más agotador. Me sale naturalmente cuidar de él y proporcionarle todo la atención que requiere, pero a veces quisiera poder dormir una noche entera para recuperar algo de fuerzas.

Cuando estaba embarazada, una persona a la que respeto mucho por su relación con la vida y la maternidad me dijo: “durante el primer año posterior al embarazo, la mujer desaparece de su propia vida, pero es así, no hay que desesperar”. Su advertencia me dio un poco de miedo, y eso que todavía no me imaginaba que iba a tener que enfrentar mi maternidad sin un padre junto a mí.

Es difícil ser madre en solitario, pero no imposible. Un bebé es un motorcito de energía que te tira para adelante y con el correr del tiempo uno se va acomodando. La relación cada vez más profunda que se genera en la convivencia full time con tu hijo en su primer año de vida es algo increíble y los que no quieren o no pueden estar ahí, se lo perdieron para siempre.