El dólar ya no importa: se viene la recesión

#WallStreet

“¿Cómo que vale $7,14? ¡No puede ser!”. Carlos escuchaba incrédulo lo que le decía un empleado acerca del dólar oficial. Y luego de confirmarlo, dio la orden: “Vendan asumiendo que en 30 días está a $7,50″.

Carlos es importador de productos electrónicos. Tiene constantemente pedidos de supermercados y otros negocios. Y como todos en la actividad, vende a plazo. Esto quiere decir que cuando vende no cobra en el momento, sino usualmente en 60 días. Pero como el gobierno sigue devaluando (y parece acelerar la devaluación), el tiene que intentar adivinar a qué precio estará dentro de 60 días para no perder plata.

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“Si mañana el oficial vuelve a subir fuerte, no vendan más”. Con esa orden Carlos dejó en evidencia que a pesar de estar luchando contra un sinnúmero de trabas para importar, tiene que ser malabarista y prefiere suspender la actividad antes que trabajar para comprar a un precio y terminar vendiendo por debajo del costo.

Es claro que historias como esta se repitieron en todo el país el día miércoles 22 de enero. Y mucho peores fueron al día siguiente, con el oficial en 8. Pero no son sólo los importadores los que comienzan a verse perjudicados.

“Mis mejores clientes están tardando en pagarme porque a ellos no les están pagando”. Así me explicaba Andrés su situación al frente de una distribuidora de alimentos. Los clientes más grandes son empresas de catering industrial que le ofrecen el servicio de almuerzo a empresas de envergadura como automotrices y grandes fábricas. Y son estos últimos los que se están demorando con los pagos a las empresas de catering. “La cadena de pagos se está tensando: mis proveedores que me daban crédito, ahora me dan menos y quieren que les pague antes. Y yo tengo que hacer lo mismo”. No se sorprendan: se viene un aumento muy marcado en cheques rechazados.

Como remate, Andrés también compra atún. Y su proveedor no quiere entregarle “porque no sabe lo que vale” (al ser un producto con un costo en dólares y venderlo a plazo, no sabe a qué precio venderlo). Y cuando no sabemos lo que valen las cosas, es porque estamos en serios problemas.

La economía real es muy bien descrita por historias como la de Carlos y Andrés. Y son consecuencia del vertiginoso aumento en las expectativas de inflación y devaluación (esa misma devaluación que Cristina Kirchner aseguraba que nunca se vería en su gobierno).

Quienes dirigen la economía argentina son unos absolutos incompetentes que nos conducen hacia el iceberg. No contentos con instrumentar medidas primitivas y equivocadas como el cepo, parecen refrendarla aún más con restricciones extra como el formulario 4550 para compras al exterior por Internet. Sumemos el total nivel de improvisación al anunciar que se dará marcha atrás con la baja del 35% al 20% por los cargos con tarjeta de crédito que se había comunicado el día viernes.

Necesitamos que el gobierno admita sus evidentes errores y ponga los motores en reversa. ¿Lo hará? Muy improbable: la terquedad que han demostrado sólo nos impone ver “cómo minimizar nuestras heridas” cuando choquemos con el iceberg. Incluso, la aparición de la presidente, negando por enésima vez la realidad e incluso anunciando más gastos con el plan “Progresar”, nos hace ver que no hay nadie manejando el barco.

Acá les dejo tres ideas para que cuando llegue el golpe recesivo, duela lo menos posible: (Haga click aquí para ver las ideas)