Al Capone Bed and Breakfast

Cuando me repuse de lo más pesado del mareo, intercambié saludos de gratitud con el extraño ser que me había asistido. Me dejó una tarjeta con su nombre, el teléfono directo y la dirección del Hospital psiquiátrico que dirigía. Me invitó a visitarlo y a que no dudase en pasarme una temporada en sus instalaciones si así lo requiriese.

La verdad es que sólo dejé pasar algunos días por mantener cierto decoro, y en cuanto consideré que ya era adecuado, me vestí, me perfumé con colonia búlgara y fui a ver al doctor P.

En cuanto le dije al taxista: _ A la clínica del CENSAM, Centro de Salud Mental, me preguntó ¿tiene usted a alguien ingresado allí? Me extrañó ese excesivo trato de respeto,  en el ámbito tan coloquial de un taxi habanero, y le respondí – No, voy a ver al director, ¿por qué lo pregunta? No, nada, era porque ahí sólo hay “pinchos”, generales, oficiales del MININT,  ministros, o familiares cercanos  de estos. No le expliqué nada pero me quedé pensando, que si era así no debería estar mal. Claro que estaba el tema ese de los militares y toda esa paranoia y alergia que me producían.

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“Crossroads”

En estos días se conmemora un aniversario más de la muerte del Che en Bolivia. Cada vez que se acerca esta fecha me asisten una serie de recuerdos a los cuales los rayos de la perspectiva en el tiempo han dotado de la gracia propia de la anécdota que se desvía del convencionalismo, pero que no obstante en su momento consiguieron demostrarme la calidad y consistencia de un constante agobio.

En uno de los aniversarios, vivía en La Habana y no estaba lo que se llama adaptado a la vida prolija en sociedad, era una especie de marginal según me decían, un lumpen, era un desclasado social que no conseguía adaptarme al inmovilismo y la falta de libertad del mal llamado socialismo en Cuba, sumado a la danza de incomodidades típicas de los adolescentes tardíos y aderezado por una vehemente reacción a las conductas convencionales, que en mi caso, estaban regidas por un enmohecido sistema de falsedades que componían la pretendida superioridad moral de los ángeles de izquierdas y los santos comunistas

Mis bisabuelos Roberto Guevara Castro y Ana Lynch Ortiz y sus hijos, entre los que está mi abuelo Ernesto, en el extremo derecho de pie.

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