Alfredo Jaar / ¿Es usted feliz?

Alfredo Jaar es artista visual chileno. Tal vez sea quien porta la trayectoria de mayor reconocimiento internacional en la actualidad. Se formó en arquitectura y en cine. Desde mediados de la década del ochenta su obra abordó las discriminaciones políticas, económicas y sociales, en todo el mundo.

Hasta el primero de marzo presenta Estudios sobre la Felicidad en el Parque de la Memoria. Es una muestra retrospectiva de los primeros trabajos de su carrera, en los años 70 y 80, realizados en Chile en el marco de la dictadura militar, y que siguió haciendo en Nueva York. Además presenta una obra específica titulada Punto Ciego.

¿De qué manera la arquitectura y el cine influyen en tu trabajo artístico?

Estudiar arquitectura fue la mejor decisión que tomé en mi vida. Yo me considero un arquitecto que hace arte. Todo lo que hago es seguir la metodología del arquitecto y para un arquitecto el contexto es todo. Lo que yo hago como artista es reaccionar al contexto específico donde voy a actuar. El cine también es una influencia mayor en mi trabajo, de hecho creo que soy un cineasta frustrado. Lo que pasa es que el cine es de gran complejidad y requiere un financiamiento enorme. Mi trabajo se puede asimilar al cine, pero en pequeñas producciones.

Teniendo en cuenta que las presentaciones de tus trabajos son muy diversas, ¿con qué técnicas o soportes te sentís más cómodo?

Yo no trabajo con técnicas, trabajo con ideas. Me interesa el proceso de pensar y diría que el 99% de mi trabajo es pensar. Acumulo una cantidad enorme de información antes de crear. Mi disciplina quiere ser responsable, es decir que tengo que acumular mucha información para sentirme responsable ante la situación que enfrento. Y sólo cuando creo haber entendido el contexto, ahí empiezo a crear. Pueden pasar meses o años para llegar a ese punto. Mi filosofía ha sido que, para poder actuar en el mundo, necesito entender el mundo. Entonces, volviendo a la pregunta, la forma está determinada por el contenido y por la función. El contenido me va a decir: tengo que hacer una película, o una escultura en madera, una fotografía, o un poema. Por lo tanto mi obra no tiene nada que ver con los materiales. Los materiales están al servicio de la idea.

¿Y el arte está al servicio de qué? ¿Tiene una función?

El arte es comunicación. La comunicación requiere un lenguaje. El lenguaje requiere un vocabulario. ¿Y cuál es el objetivo?, comunicarse con la audiencia. Si no hay comunicación con la audiencia no hay arte. La comunicación tiene que existir, pero no se trata de enviar un mensaje al vacío. Si no hay respuesta no hay comunicación y no hay arte. Eso explica el gran vacío que existe hoy entre la población en general y el arte contemporáneo. La mayoría de los artistas no hacen ese esfuerzo de comunicar, sólo tiran cosas al aire y piensan que van a comunicar, automáticamente. Por eso es importante para mí, cuando creo una obra, que hayan elementos que comuniquen con la audiencia.

¿De ahí tu interés en realizar trabajos en espacios urbanos?

Yo divido mi practica en tres áreas. Sólo un tercio ocurre en museos, galerías o fundaciones, lo que llamamos el mundo del arte. Siempre he pensado que este mundo es un tanto insular. Por eso decidí salir de este mundo y hacer intervenciones públicas, proyectos fuera del mundo del arte. Allí experimento el lenguaje del arte, con el objetivo de comunicarme. Un tercer aspecto de mi trabajo es la enseñanza: dirijo seminarios y talleres y allí comparto mi experiencia con nuevas generaciones. Solamente combinando estas tres actividades me siento completo como profesional o como ser humano.

En el proceso creativo, ¿qué espacio te permitís para lo imprevisto?

Mi formula es: a mayor información, mayor posibilidad de éxito tiene el proyecto. Dentro de esta estrategia queda muy poco espacio para la improvisación o el azar. Yo siempre funcione así, nunca he podido crear nada que sea fruto de mi imaginación. Yo reacciono ante eventos específicos ocurriendo en lugares específicos.

Suena insistente pero ¿cómo restringís el desarrollo de tu imaginario personal?

Ese mundo interior, que tengo igual que el resto de los artistas, a mi no me interesa desplegarlo en lo más mínimo. Ese tipo de arte no me representa. A mí me interesa el mundo real, y del mundo real me interesa el hecho de que es un mundo injusto. Y no me perece que esté bien. No me gusta el estado del mundo y quiero cambiarlo. Entonces cada obra es un intento quijotesco por cambiar el mundo. Eso es lo que hago como artista.

En el Parque de la Memoria estas mostrando obras realizadas hace 30 o 40 años. ¿Existen constantes en tu trabajo que todavía estén presentes?

“¿Cómo hacer arte en el mundo de hoy?”. No tengo una respuesta, pero creo que este interrogante está incorporado en cada uno de mis proyectos. Y otra pregunta que hago es, tal vez, la pregunta con la cual inicié mi trabajo de artista en los años 70, en Chile, en época de la dictadura y es “¿Es usted feliz?”. Muchos críticos me han dicho que, a pesar de estar tratando distintos temas, en distintos lugares del mundo, siempre el espíritu de mi obra le sugiere al espectador esa misma pregunta: ¿Es usted feliz?

            

La muestra “Estudio sobre la Felicidad” se exhibe en el Parque de la Memoria, Avenida Costanera Norte Rafael Obligado 6745, CABA, hasta el 1 de marzo. Más información en www.parquedelamemoria.org.ar.

La página web del artista es www.alfredojaar.net .

Chiachio&Giannone / Bordar para rescatar el tiempo

Leo Chiachio nace en Buenos Aires. Daniel Giannone nace en Córdoba. Los dos crecen en su oficio de artistas. Se conocen y se enamoran. En 2003 comienzan a trabajar juntos y mezclan sus imaginarios. Se trasladan de lleno al bordado. Destacan lo artesanal, lo laborioso. También una concepción personal de la familia. Hoy se definen como un solo artista: Chiachio&Giannone.

  

¿Para ustedes de qué se trata ser artistas?

Leo: se trata de construir un pensamiento y una concepción del mundo en nuestra contemporaneidad.  El arte es súper diverso y cada uno construye esa cosmovisión de una manera diferente. Para nosotros ser artistas es hablar de lo que somos, como familia, como pareja gay en Argentina y el mundo, con nuestro trabajo manual.

Daniel: Desde el momento que decidimos estar juntos y trabajar juntos teníamos muy en claro que queríamos que el arte atravesara toda nuestra vida. No hay disociación entre la vida y el arte.

¿Cómo fue mutando su obra?

Leo: En un encuentro de dos personas surgen los cruces. Lo que veníamos haciendo lo dejamos de hacer y construimos un camino nuevo, que tiene resabios de lo anterior, pero el encuentro hizo que hoy estemos trabajando juntos, como un solo artista.

Daniel: El bordado, y lo textil, nos interesa a los dos y es funcional a lo que queremos decir en este momento, pero también pintamos, dibujamos, laburamos con porcelana.

¿De dónde salen sus trabajos?

Daniel: Cualquier cosa puede ser un disparador en nuestra obra: una película, una canción, una imagen. A partir de eso dialogamos y jugamos a disfrazarnos de esas ideas: materializar ese mundo e incluirnos a nosotros. Bocetamos, nos sacamos fotos y avanzamos.

¿Cómo funciona su proceso creativo?

Leo: Sucede que la técnica del bordado es mucho más lenta que el flujo de las ideas. Los procesos van por diferentes carriles: podemos encontrar una tela y salir de ahí. O tener una idea pero concretarla recién 3 años después. Por ejemplo ahora estamos con una obra que nos va a llevar dos años y medio, mínimo. Y mientras vamos haciendo otras cosas.

Daniel: Bordar es la recuperación del tiempo. Nuestra actitud no es la del bordador clásico, porque nosotros pensamos el bordado desde la pintura: no pensamos que estamos bordando con hilos sino que pintamos con hilos. En el momento vamos decidiendo el punto, el color y eso se ve reflejado en el tipo de trabajo que hacemos.

¿Cómo es que llegan a esta técnica?

Leo: Le elección del bordado se fue dando al tratar de elegir una labor que tenga que ver con los dos, y el bordado fue eso.  Nos interesaba trabajar en nuestra casa, trabajar con materiales secos y también trabajar el color como pintura, pero no con materiales de la pintura. El bordado suplió esa necesidad.

Daniel: La pintura para nosotros era más inmediato y con el bordado, o mismo con el trabajo en porcelana, elegimos técnicas que requieren mayor tiempo de trabajo. Ese tiempo nos permite pensar qué queremos hacer y cómo queremos hacerlo, y eso favorece al trabajo de a dos.  Después, en la acción, el bordado es como un mantra; es la repetición del punto y otro punto y otro, que te llevan a un nivel alto de concentración y silencio.

¿Es importante la escala de obra?

Leo: El mundo es muy grande y, si nosotros queremos destacarnos en esa inmensidad, tenemos que hacer algo que haga la diferencia. ¿Cómo hacemos para que nos vean y nos escuchen? ¿Para que escuchen nuestra imagen? Tenemos que hacer el bordado más grande que nunca se hizo: esa también es una idea romántica y ridícula. Si nos lleva tres años, entonces es el tiempo que se merece. ¿Cuánto tiempo demanda hacer una película? Dos o tres años, entonces porqué un bordado no puede llevar ese tiempo.

¿Qué constantes hay en su trabajo?

Leo: La concepción propia de familia aparece en todas nuestras obras. También nos interesa que los trabajos tengan un poco de alegría, sea por el color, por las imágenes o por esta idea de familia medio distorsionada. Jugamos un poco con eso.

Daniel: Nosotros somos protagonistas en nuestras obras y no tenemos miedo al ridículo. Por otra parte pareciera que en el arte contemporáneo estuviera en desuso el valor del trabajo que requiere mucho tiempo y conocimiento de técnicas. Nos interesa rescatar la idea de la tarea.

¿Por dónde pasa el éxito de un artista?

Leo: Creo que el éxito, en nuestro caso, es hacer lo que queremos, y eso se transmite en el trabajo. Quien ve las obras ve felicidad y amor, que también son conceptos que están un poco devastados. Por lo pronto, que una obra nuestra te saque del hastío diario, y puedas verla y decir “Hay, mira qué lindo, estos tipos, con los perritos…”, es bastante.

 

Actualmente Chiachio&Giannone exhiben obra en dos muestras colectivas: “El teatro de la pintura”, en el MAMBA, hasta el 22 de febrero. Y “Amor”, en la Casa Nacional del Bicentenario, hasta el 30 de abril. En el exterior presentan obra en “New Territories: Design, Art and Craft from Latin America 2000-2013″, en el Museum of Arts and Design, de Nueva York.

Más información en www.chiachiogiannone.com.

 

 

Pablo Siquier / La geometría es control

Pablo Siquier es artista visual y representante de la geometría contemporánea. Realiza obras en pintura y escultura. También grandes murales. El grueso de su trabajo es monocromático y está muy emparentado con la arquitectura, pero él está un poco cansado de todo eso. En la ciudad de Buenos Aires se pueden apreciar algunas de sus obras, como el mural sobre cerámico en la estación Carlos Pellegrini, en el subte porteño, o los dos grandes murales realizados para el edificio Los Molinos, en Puerto Madero.

1104-140x265cm¿Cuán importante es para vos lograr una obra con estilo propio?

Hoy la cuestión del estilo personal en el arte es irrelevante. En algún momento el trabajo del artista consistía en eso, arribar después de años de aprendizaje, de conocer las tradiciones y una serie de habilidades, a un estilo personal. Pero eso ahora ya no tiene importancia. A pesar de esto que digo, yo tengo un estilo marcado, es decir que soy un artista anacrónico.

¿De qué se trata entonces ese estilo?

Las repeticiones son el corazón y la estructura de mi trabajo. Se puede decir que mi serie es la variante a partir de la repetición: si una cosa no funciona como unidad, pruebo con diez unidades, y si no funciona pruebo con diez mil. Siempre agregando, nunca reduciendo, pruebo el mismo gesto una y otra vez. Dentro de esa instancia repetitiva, busco la variación. La repetición es todo en mi trabajo.

¿Porqué la resolución geométrica?

Al principio mi trabajo era más gestual, tenía que ver con la energía de la mano, del brazo y la energía psíquica. La geometría fue un recurso para ordenar ese gesto expresivo y anárquico en estructuras controlables. Se puede decir que la geometría es control, y en ese sentido operó sobre mi trabajo. Pero tan bien se puede decir que tengo las pelotas llenas de la geometría y quiero ir para otro lado. No tengo mucha idea de a dónde, pero quiero tener menos control del producto, del resultado final. Quiero que haya una instancia de riesgo mayor.

¿Cómo se hace para cambiar?

Los cambios, en mi trabajo, no se dan por mis limitaciones como artista. El mercado es un monstruo muy inteligente y puede absorber cualquier cambio que el artista proponga. Es más, lo desea. Las limitaciones son personales, creo que soy una artista restringido y seco. De hecho no hay ningún condicionamiento externo que limite las variantes en mi trabajo, no siento esa presión de las galerías con las que trabajo.

La necesidad de cambio, de abandonar la geometría y la monocromía, tiene que ver con el agotamiento. Con haber trabajado durante muchos años de manera muy exigente: las cosas no me podían salir mal. Siempre estuve detrás de fechas límites y eso me quemó un poco el cerebro. Los cambios me costaron siempre y me cuestan ahora.

¿Te gusta tu trabajo?

Lo que me gusta de mi trabajo es el resultado final, pero no tiene nada que ver con el placer. Puedo decir que todo el proceso no tiene que ver con el disfrute y la satisfacción. Se trata más de esfuerzo y trabajo para que el resultado sea el que la pieza exige.

¿Para qué sirve tu tarea como artista?

El arte le sirve sólo a los que necesitan el arte, a un público restringido. No creo en el funcionamiento del arte o en la utilidad del arte de manera social. El impacto social del arte es mínimo comparado con otras actividades como la economía, la política, la ciencia o la religión. La incidencia social del arte es sutil y frágil. Yo aspiro a que mi trabajo atraiga la atención de la gente, pero sin elementos seductores evidentes.

 

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Siquier Color     

 

Siquier Subte varias

Siquier Los Molinos

Sergio Avello / Abanderado del arte

Hoy, 20 de junio, pensaba escribir una nota relacionada a la tarea de artistas argentinos en torno a la bandera nacional: ¿Cómo la utilizaron? ¿Por qué se la apropiaron para construir obra personal? ¿Qué quisieron decir? Pero no. La investigación me llevó a otro lugar. Mejor dicho, a una persona: Sergio Avello. Su nombre me sonaba, conocía algún trabajo suyo,  a algunos de sus amigos y nada más.

 

Encontré esto: Sergio Avello fue un gran pintor, artista lumínico y DJ. Su producción estuvo vinculada a la abstracción y a la utilización del color  y la luz. En la década del 80 expuso en discotecas y espacios no tradicionales de Buenos Aires. Además fue miembro fundador de Proa. Nació en Mar del Plata, en 1964, y murió en Buenos Aires, en mayo de 2010, a sus jóvenes 46 años.

Avello dedicó buena parte de su tiempo a pintar, realizar y construir banderas argentinas. Lo hizo con luces, telas y cueros. De hecho, para algunos entendidos, su obra consagratoria es Bandera, presentada en la Bienal del Mercosur en 2003. A propósito de esta obra, Ana Martinez Quijano escribía para Ramona: “Como un símbolo de los avatares que han signado la historia de nuestra patria, unas luminosas bandas blancas y celestes se van encendiendo hasta brillar, pero como si el mecanismo que las alimenta se hubiera agotado, comienzan a titilar hasta casi apagarse. Y luego, de vuelta a empezar; como en la vida real”.

También Avello realizó la escultura lumínica Volumen, situada en la explanada de acceso al Malba, sobre la avenida Figueroa Alcorta. Es un enorme medidor de decibeles, de más de siete metros de altura, que traduce la contaminación sonora en un juego de luces.

Este es el humilde homenaje, en el Día de la Bandera, a Sergio Avello, un artista que utilizó el símbolo patrio para hablar de nuestra identidad nacional.

       

Recomiendo ver también el video del Mapping en el MNBA, realizado por Avello.

 

 

Juan Andrés Videla / Olvidarse de uno mismo

Juan Andrés Videla es artista plástico. Recientemente fue honrado con el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional, por el dibujo Refugio -grafito sobre fórmica-. En diálogo con #ArteYa repasa su carrera y las dificultades y alegrias de encontrar un camino personal en este mundo.

Juan, ¿Cómo es que decidís ser artista?

Fue trabajando en el taller, mientras estudiaba Bellas Artes. Tenía cierto miedo con el hecho de ganarme la vida de eso, y perturbarlo. Tomé la decisión y me fue muy mal. De alguna manera yo sabía que me iba a dedicar al arte y quería concretarlo, pero no cómo lo iba a sostener. No quería vivir de una ilusión.

¿Y tu primera muestra?

Expuse por primera vez en la galería Lirolay, donde muchos artistas empezamos. Me fue relativamente bien, pero quedé mal, con una sensación de inestabilidad e inseguridad. Sentí que tenía que esperar, madurar. Estuve como diez años sin exponer, hasta que empecé a mandar carpetas a galerías de Estados Unidos y volví a mostrar mi trabajo, con una sensación de mayor solidez.

¿Qué paso en esos diez años? ¿Cómo destrabaste esa situación?

Tenía facilidad para dibujar y las cosas me salían, pero eran carentes de algo genuino. Yo trataba de hacer un buen cuadro y me harté de esa batalla. Me puse a pintar unos pedacitos de quebracho que usaba para prender el fuego. Un día les puse cuerdas y cosas, y arme como unos mini teatros con movimiento, y de pronto tenía montones de esas obras  -que mi viejo les decía cachivaches-, y ahí encontré que eso era lo que tenía que hacer. Mi maestro de aquel entonces vino al taller, vio una pintura nueva y también los cachivaches y me dijo: “esa pintura está muy bien, pero tiene la pretensión de la pintura, en cambio esa máquina es lo que vos sos”. Me di cuenta de la pretensión que estaba teniendo de ser artista, de hacer una buena pintura, y todo lo que eso me jugaba en contra.

¿Qué necesitás para trabajar?

No puedo pintar si no me olvido de mí mismo, de mis problemas, de diversas cuestiones de mi vida, etc., con presión no puedo pintar. Si estoy pintando es porque superé la presión.

¿Para vos de qué se trata ser o trabajar de artista?

Ser artista no sé bien que es, tampoco me lo planteo. Me interesa la pintura como un modo de conocer la realidad y vivo el arte ligado a la acción de pintar. No es una situación dualista: no hay un pintor ni un cuadro por ser pintado. Esa realidad se desvanece y eso me atrae de pintar. Creo que el arte aparece cuando desaparece el sujeto que lo está haciendo, cuando trasciende esa zona dualista. Y si no se trasciende eso, para mí no hay arte.

¿Hay ciertos temas que se sostienen en tu obra? 

Los temas me interesan pero son una excusa. Me interesa lo que dice la pintura en sí misma. Se me vienen a la cabeza Los girasoles de Van Gogh: el tipo con unos girasoles te parte la cabeza y no sé qué es lo que hay ahí, esa potencia me atrae de la pintura. Tampoco sé si hay un más allá del formato, de la técnica y los materiales. Yo no tengo un mensaje, hay algo que pasa, una huella que deja una acción. Me atrae esa huella.

¿Cómo incide la improvisación en tu trabajo?

Cuando estás laburando, cada movimiento que hacés te lleva a una instancia diferente, y muchas veces pensas en parar el cuadro donde está, pero sentís que algo le falta. Otras veces lo seguís y te pasas de la raya hasta estropearlo. Los cuadros que quedan pendientes son infinitos. Yo trabajo a partir de una misma imagen, de fragmentos de fotos que copio, o de lo que me interese. El más mínimo cambio de color, de fondo, de pincelada, de humedad, de humor en ese día, genera cambios que terminan siendo sustanciales, no son detalles. Un poco por eso me cuesta saber cuándo terminar una obra.

¿Crees que sirve para algo el trabajo de un artista?

Creo que cuando toca un lugar que no es tan personal ni narcisista, puede aportar algo al resto de la sociedad. Siento el arte muy ligado a una actitud humilde, ni egoísta ni centrada en el artista. No todo es acerca de mí. Creo que los científicos, por ejemplo, hoy están más ligados a esta situación. Ahora, si un artista hace una obra en la cual toca esta zona, creo que sí hace un aporte.

                                                                                                                                                                                                                                       

La obra Refugio, ganadora del Primer Premio Adquisición, se podrá ver en el Palais de Glace, del 26 de septiembre al 26 de octubre. Hasta entonces se puede visitar el Complejo Cultural Leonardo Favio (inaugurado hace pocos días), donde Videla presenta algunas pinturas en el marco de la muestra colectiva Sureños Contemporáneos, hasta el 27 de julio. Y si eso no es suficiente, se puede entrar a www.juanandresvidela.com.ar, donde se expone una buena parte de su obra.

Claudio Larrea / Amando a Buenos Aires

Además de ser fotógrafo, Larrea estudió periodismo, Historia del Arte y Técnicas Audiovisuales. Desde mediados de la década del 80 trabaja como director de arte. Tras unos años de experiencia de vida en España, volvió a Buenos Aires, a principios del 2010, y comenzó un relevamiento fotográfico de la ciudad. Lo llamó El Amante de Buenos Aires. Actualmente expone una parte de este proyecto, denominado Lobbies de Buenos Aires, en la galería Arte x Arte. Son fotografías y una particular instalación.

¿Claudio, cómo surge el proyecto?

Me volví a enamorar de Buenos Aires después de vivir 10 años en el extranjero. A mi regreso vi una ciudad inhóspita y deteriorada, pero decidí revalorizar lo que tiene aún bonito. Así empecé a recorrerla en bicicleta y a reconocer edificios y arquitectura muy bella por los barrios. Me cautivó el trabajo de artesanos, por los años 20, 30 y 50, que ya no se hace más. Aquel proyecto de ciudad no existe más. O sea, surge como un registro y una necesidad personal de preservar aquello que me gusta y que no sé si va a seguir en pie.

¿Qué te llamó la atención de estos espacios?

Los lobbies tenían otras funcionalidades, era un lugar de encuentro. Ahora son cada vez más anónimos, ya sea por el miedo a la exhibición o por la velocidad con la cual se vive, pero la gente, los vecinos, se relacionan más por internet que cara a cara, y estando a una puerta de distancia.

¿Porque están vacíos los lobbies en tus fotografías?

Fue algo fortuito. En mis recorridas, lo que yo encontraba lo sacaba. Mis fotos en general son poco producidas, aunque no parezcan, son fotografías espontáneas tomadas sin trípode y detrás del vidrio de la puerta de calle. Lo que encontré en el momento es lo que saqué. En ese sentido me siento un cazador furtivo de la ciudad, que trata de encontrarla y retratarla así como esta.

¿La foto Sr. Hugo es la excepción a la regla?  

Representa a aquellos que cuidan, con su empeño y su afán, esos mármoles, bronces y cobres, que no estarían relucientes si no fuera por ellos. Todos los días limpian esos espacios para que estén impecables. Hugo representa al gran cuidador. Encontré, sin querer, su puesta en escena, que es su presencia, y quise retratarla.

¿En qué crees que se vincula éste trabajo con otros anteriores?

Repito la simetría, que es la única manera que logró tranquilidad, y encontrar silencio. También vuelvo a mi rol de cazador: voy por la calle, en el colectivo, en cualquier lugar cazando imágenes, es un poco el concepto antiguo de la fotografía. Tengo la suerte de estar en un momento con una cámara y poder captar algo. Igual creo que la posibilidad real me la da el músculo y el ojo, no la cámara.

¿Cuánto te interesa la espontaneidad en tus fotografías?

Muchos años trabaje produciendo imágenes para otros fotógrafos, y eso no me gusta. Para mí la fotografía es el instante, no es el armado. Obviamente hay fotos muy bellas armadas, pero me interesa bastante la espontaneidad de la toma.

¿Para qué o quién sirve el trabajo de una artista?

Creo que el artista más sincero consigo mismo hace su trabajo de manera catártica y si eso le llega a la gente, y le provoca algún tipo de placer, bienvenido. Es una especie de comunicación de un mundo interior que debería estar al margen de la aprobación o reprobación. Lo importante es despojarse del ego y hacer algo por uno mismo, sin esperar el aplauso.

         

Lobbies de Buenos Aires se puede visitar en Arte x Arte, Lavalleja 1062, hasta el 18 de junio. Y en www.claudiolarrea.com se puede conocer gran parte de su obra. En cuanto al master-plan, que es El Amante de Buenos Aires, se expondrá en el Centro Cultural Recoleta, en noviembre de 2014. Serán unas 30 fotos que responderán a todo el amor que siente Larrea por Buenos Aires.