Ser padres no nos hace, de por sí, buenas personas. Tener hijos no nos hace padres. ¿Lo central? amor, cuidados primarios y limites pues, esas personitas, tienen que entender de chicos que “todo no se puede”. La sociedad funciona con normas. Cruzar esas normas, es exponerse a peligros, pues los niños no las comprenden. La rebeldía, es parte de la sana evolución de los seres humanos. Ustedes observen: los chicos tienden a la violencia, al egoísmo, poseen cantidades importantes esas cualidades. Les cuesta compartir sus juguetes o integrar a otros a sus juegos. Hay una tendencia al sadismo, a dominar, a someter, a romper, al capricho, a manipular, al bullyng…a la vagancia; a no estudiar. Es decir: todo esto, a cierto volumen, es parte de los seres humanos. El hombre primitivo, antes de ser Sapiens, resolvía todo a garrotazo limpio. Pero bueno, ahora tenemos pensamientos, podemos reflexionar e ir moderando y gobernando esos componentes.
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La acción como salida a los problemas
En nuestro país la psicología está por todos lados. Se presenta en televisión, revistas, diarios, internet. Todo esto tiene un costado muy positivo: la gente ya sabe que esa herramienta existe y que está comprobada su eficacia, que ayuda, que suma y que -muy a menudo- salva vidas humanas, muchas. Pero también, la excesiva presencia de la psicología o el psicoanálisis en nuestra sociedad ha generado algo curioso. Les cuento: la vez pasada yo le decía a una persona algo así: - vos has pasado por varios psicólogos y teorías; ya tenés una vastísima idea de los condicionamientos que te ha impuesto tu historia familiar. Ya sabes, en líneas generales, la subtrama de muchos de tus síntomas y angustias. También comprendiste a muchos de tus enemigos internos: es hora de empezar a vivir.
El maltrato infantil
Ser padres no nos hace, de por sí, buenas personas. Tener hijos no nos hace padres. ¿Lo central? amor, cuidados primarios y limites pues, esas personitas, tienen que entender de chicos que “todo no se puede”. La sociedad funciona con normas. Cruzar esas normas, es exponerse a peligros, pues los niños no las comprenden. La rebeldía, es parte de la sana evolución de los seres humanos. Ustedes observen: los chicos tienden a la violencia, al egoísmo, poseen cantidades importantes esas “cualidades”. Les cuesta compartir sus juguetes o integrar a otros a sus juegos. Hay una tendencia al sadismo, a dominar, a someter, a romper, al capricho, a manipular, al bullyng…a la vagancia; a no estudiar. Es decir: todo esto es parte de los seres humanos, y es sano si no cruza cierto umbral. El hombre primitivo, antes de ser Sapiens, resolvía todo a garrotazo limpio. Pero bueno, ahora tenemos pensamientos, podemos reflexionar e ir moderando esos componentes.
El punto es que nosotros, los adultos, que sí sabemos el daño que produce la pérdida de control, la violencia, el maltrato y el egoísmo, tenemos que llevar a ese niño a un territorio en donde entienda que las cosas que hacemos y decimos tienen sus consecuencias sobre otros coterráneos. Pero insisto: pobre de aquel niño que no muestre alguna de las cosas que hemos mencionado, pues estaríamos ante una sobreadaptación peligrosa. Cuando vienen mis pacientes y me dicen “mi hijo es impecable: estudia solo y es sobresaliente, no hace lio, es super educado, no tiene maldad…” me preocupo más que si me dice que tiene ciertos problemas adaptativos. A ver, es sano que los chicos hagan lio y no se dejen mucho manejar.
Inseguridad: el exceso de garantismo y la crueldad
Nadie en su sano juicio puede cuestionar al garantismo como corriente del pensamiento jurídico. Es una línea teórica que aporta herramientas fundamentales para que puedan cumplirse derechos inalienables de los individuos. Gracias a estas ideas, estamos defendidos de posibles arbitrariedades y tenemos garantías de un buen proceso en el territorio de las instituciones judiciales. Ahora bien: hasta acá, todo correcto. El asunto es que existen los fundamentalistas y los que caen en el exceso…y suprimen la realidad.
Pero entremos en el tema de la enorme crispación social que hay por la inseguridad. Ante todo, queridos lectores, es fundamental que legitimemos la enorme angustia general que flota en el aire en estos tiempos. La gente está con miedo, por sí misma, por sus seres queridos; siente que todo es posible…y, sistemáticamente, vivencia estados de desamparo e impotencia. Hay un estado de anomia general en este país; no es ser pesimista decirlo. Reconocer el problema es empezar a resolverlo. Por otro lado, no es central si los medios de comunicación fogonean o no el asunto; lo importante es que el malestar de la población es real, es “un sentir físico”. Poco importa si los que “salen a gritar” sobre ese miedo son “los salvajes de la palabra”, o gente un poco exaltada o fuera de control. Lo ideal sería que los que gritan “nos están matando”, fuesen personas coherentes y precisas en su modalidad de expresarse. Pero bueno, los aullidos sociales se abren camino como pueden. Nada es ideal. Y, en el estado actual de cosas, me parece un tema menor también.