Peter Drucker decía, ya desde mediados del siglo pasado, que toda empresa necesitaba una competencia fundamental: la innovación. La innovación no es sólo una cuestión de marketing o de desarrollo de producto, sino también se puede innovar en la resolución de problemas. En estudios de empresas exitosas se demostró que las que eran innovadoras tenían mejores resultados financieros en el largo plazo, los clientes las elegían porque siempre buscaban innovar, abrían nuevos mercados, tenían nuevas tecnologías y podían enfrentar mejor a las nuevas complejidades. Aún con estas estadísticas, los empresarios tienden a despreciar las ideas innovadoras por miedo al fracaso, por creer que son “naive” y no sirven para enfrentar los “verdaderos” problemas financieros, pero en mi opinión, “Donde hay crisis, hay oportunidad” como dije en mi nota anterior, y la innovación puede ayudar a ver esas oportunidades y sacarle provecho. Nos quedan entonces pocas opciones: quedarnos quietos hasta ver qué pasa, o innovar y ver todo desde otro punto de vista. Continuar leyendo