Confucio decía “Elige un trabajo que ames y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”, y tenía razón. Aristóteles decía “placer en el trabajo genera perfección”. Así lo comprobó Daniel Goleman con su estudio de la inteligencia emocional. Es algo que todo empresario debe conocer si quiere mantener su empresa y continuar creciendo en la era de la generación Y.
La mayoría de la gente no está comprometida con su trabajo, “Solo hago lo que necesito para mantenerlo”. Si esas personas estuvieran más motivadas y más comprometidas, trabajarían mejor y más felices, aún en el mismo lugar y con la misma tarea. El liderazgo con inteligencia emocional implica ayudar a la gente a estar en su óptimo estado mental para rendir. Ese mejor estado mental se llama “flujo”. Se ha estudiado en deportistas, cirujanos, empresarios: todos los que se destacaron en ese momento estaba en el mismo estado interno: atención imperturbable, su foco es 100%, completamente flexible y adaptable al medio y las habilidades están desafiadas a su más alto nivel y lo mejor de todo es que se sienten bien. Sienten alegría, éxtasis. En ese estado no sólo trabajan al máximo sino que se sienten en su mejor momento. Seguro que alguna vez te pasó que hiciste algo mucho mejor de lo que esperabas, casi sin darte cuenta se te pasó el tiempo, y lo disfrutaste como si estuvieras soñando.