Por: Luciana Paulise
Confucio decía “Elige un trabajo que ames y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”, y tenía razón. Aristóteles decía “placer en el trabajo genera perfección”. Así lo comprobó Daniel Goleman con su estudio de la inteligencia emocional. Es algo que todo empresario debe conocer si quiere mantener su empresa y continuar creciendo en la era de la generación Y.
La mayoría de la gente no está comprometida con su trabajo, “Solo hago lo que necesito para mantenerlo”. Si esas personas estuvieran más motivadas y más comprometidas, trabajarían mejor y más felices, aún en el mismo lugar y con la misma tarea. El liderazgo con inteligencia emocional implica ayudar a la gente a estar en su óptimo estado mental para rendir. Ese mejor estado mental se llama “flujo”. Se ha estudiado en deportistas, cirujanos, empresarios: todos los que se destacaron en ese momento estaba en el mismo estado interno: atención imperturbable, su foco es 100%, completamente flexible y adaptable al medio y las habilidades están desafiadas a su más alto nivel y lo mejor de todo es que se sienten bien. Sienten alegría, éxtasis. En ese estado no sólo trabajan al máximo sino que se sienten en su mejor momento. Seguro que alguna vez te pasó que hiciste algo mucho mejor de lo que esperabas, casi sin darte cuenta se te pasó el tiempo, y lo disfrutaste como si estuvieras soñando.
El estado de flujo está relacionado con nuestra identidad, aparece generalmente cuando hacemos algo que nos apasiona y nos permite seguir mejorando aún más en esa actividad. De esta forma nuestros resultados son mejores y estamos más satisfechos durante la actividad y al terminarla. Recibimos entonces una retribución intrínseca, que no está relacionada con el dinero que recibimos por hacerla y dura por más tiempo. Por esta razón muchas veces los trabajos desagradables o repetitivos son mejor pagos que los desafiantes, porque las personas son capaces de recibir menos por hacer algo que les gusta más.
¿Qué podemos hacer para llegar al estado de flujo, o hacer que un empleado llegue a este estado?
Para responder a la pregunta, hay tres opciones:
- Ajustar la tarea de la persona a las habilidades que tiene. Cuanto más hacemos algo en lo que somos buenos, más nos absorbe el estado de flujo. Si el trabajo es muy fácil para nuestra capacidad, nos aburrimos y lo hacemos de manera mecánica, sin entusiasmo. Si es muy difícil, y no concuerda con nuestras habilidades, también fallamos, porque la frustración es muy grande y no nos permite trabajar al máximo, nos abrumamos. El otro día lo hablaba con un cliente, ya que había tenido un problema en administración de pagos debido a que no estaba gestionada por un contador o licenciado, sino por un diseñador. Si bien las tareas diarias podía hacerlas, bajo presión tenía más probabilidades de fallar. Lo mismo ocurre con excelentes vendedores que suben a gerentes, analistas que ascienden a coordinadores e incontables casos más.
- Encontrar un trabajo que amamos hacer: cuando hacemos algo que nos apasiona, es casi seguro que vamos a hacerlo bien, o vamos a hacer todo para lograrlo. Esto es porque se alinea nuestra capacidad con nuestra motivación. Por esta razón los emprendedores pueden trabajar día y noche, semana y fin de semana por su idea y no sentirse cansados ni abrumados.
- Concentrarse 100%: enfocarse y concentrarse en lo que uno está haciendo también puede permitir entrar en estado de flujo. algunos pueden hacerlo mejor que otros pero básicamente es cuestión de práctica, estar presente en lo que estamos haciendo y no distraerse con otros pensamientos.
En conclusión, la primera opción depende de la empresa: conocer las habilidades de los empleados y tratar de aplicarlas a la tarea no sólo favorece al empleado porque está más motivado, sino que el trabajo se va a hacer mejor. La segunda opción depende de la empresa y del empleado. La organización debe darse cuenta qué le apasiona al empleado y buscar tareas acorde, y a su vez el empleado debe buscar qué le gusta y hacerlo saber o renunciar si no lo encuentra en ese lugar.
Y la tercera opción finalmente depende de cada individuo: mejorar la atención para lograr mejores resultados. Las empresas sólo pueden fomentarlo capacitándolos o brindando ambientes propicios, espacios donde puedan relajarse o estar en silencio.
La tarea del líder es ayudar a la gente a estar en flujo y mantenerlo, que no estén ni aburridas ni muy exigidas. Las emociones son contagiosas, por lo que si los empleados están satisfechos, van a transmitir esa emoción a los demás. El que está en contacto con el cliente por ejemplo, transmite sus emociones al cliente, y los hace sentir mejor o peor respecto a tu empresa. Estar consciente del estado mental de las personas es importante para todos los niveles, desde el director hasta los que se comunican con los clientes.
¡Espero te haya servido! Más información sobre inteligencia emocional y enfoque, podés encontrarla en el nuevo libro de Daniel Goleman “Focus”. Si tenés sugerencias o preguntas sobre la aplicación en tu empresa, contactame a Luciana@biztorming.com.ar.
¡Buena semana!